12 noviembre, 2010

La historia no perdona. Osvaldo Bayer

La historia no perdona, el tiempo va clarificando indefectiblemente. Acabo de volver de Puerto San Julián, la pequeña y nostálgica ciudad patagónica. Allí hablamos sobre su historia y me hicieron conocer la iniciativa popular de hacer un homenaje a Albino Argüelles, ya sea con un monumento que lo recuerde o con el nombre de una calle. Albino Argüelles fue secretario general de la Sociedad Obrera de San Julián, herrero de oficio y afiliado al Partido Socialista. Fue quien organizó las columnas de peones rurales patagónicos en la huelga de 1921, en la cual se pedían mínimas mejoras en las condiciones de trabajo. Cuando llegó la tropa represora del capitán Elbio O. Anaya, les pidió parlamento a los dirigentes huelguistas, los apresó y luego de hacerlos castigar duramente ordenó su fusilamiento. En el recuerdo, Albino Argüelles quedó como un hombre limpio, responsable, que no abandonó en ningún momento a los hombres de campo. Era considerado el más inteligente de todos los dirigentes obreros. Su muerte fue un asesinato vil y disfrazado por el capitán Anaya en su parte militar como "muerto mientras trataba de huir". La acostumbrada ley de fugas que en tiempos más actuales se convirtió en "desaparición" de personas. De concretarse este homenaje San Julián sería la tercera población que reivindique a los protagonistas de esas huelgas épicas de hace setenta años. Río Gallegos reivindicó a Antonio Soto, poniendo su nombre a una calle, y la localidad de Gobernador Gregores tiene una escuela con el nombre del legendario entrerriano José Font, llamado por la paisanada Facón Grande. La única iniciativa que no pudo ser concretada fue la de propiciar en las escuelas de Santa Cruz la lectura de La Patagonia Rebelde, que describe las heroicas huelgas y su cruel represión. La iniciativa fue votada por unanimidad de los bloques de la Legislatura -menos el voto en contra de la legisladora radical Sureda, hija de un represor- pero fue vetada por el gobernador peronista Puricelli, hoy ultramenemista y funcionario del gobierno nacional. La medida represiva sólo logró aumentar el interés de los patagónicos sobre su historia tan negra y escondida. La alegría obtenida en San Julián continuó a mi regreso a Buenos Aires cuando se me informó que había sido promulgada la ordenanza que fija el día 30 de abril en la Capital como "Día del Coraje Civil". El proyecto del concejal Eduardo Jozami -un nombre para recordar- fue votado por todos los bloques menos por el menemismo. Y como no podía ser de otra manera, es un homenaje a las Madres de Plaza de Mayo que justo el 30 de abril de 1977 salieron a la calle a pedir por sus hijos desaparecidos. En Holanda, en España, hay nombres de plazas y calles con ese título de orgullo para los argentinos: Madres de Plaza de Mayo. Pero aquí siguió el miedo: los jueves a las 15:30, todos lo pueden constatar cuando pasa gente que mira para otro lado durante la marcha de esas heroínas. Es que los "indiferentes" no quieren tener memoria, no quieren acordarse cuando murmuraban el clásico "por algo será" o el "viejas locas", el título de honor que les dio nuestro valiente general argentino Albano Harguindeguy desde las protegidas ventanas de la Casa de Gobierno.

Pero hasta en esta promulgación que nos llena de orgullo hubo el gesto mezquino, estreñido, del intendente Domínguez. La viveza ramplona consistió en dejar pasar el 30 de abril de este año -cuando la hubiera podido aprobar ya el 26 de ese mes-, de manera de no tener así que embanderar los edificios públicos en homenaje a esas luchadoras incansables. No la pudo vetar porque el coraje que les sobra a las Madres le falta precisamente a este señor que vaya a saber qué problema tiene de conciencia sobre su conducta ciudadana del pasado o por el sólo hecho de jamás haber acompañado a las Madres en su lucha noble y altruista. No podemos dejar de recordar las humillaciones que sufrieron las Madres en los años del oprobio, amén del asesinato de tres de ellas en manos de los marinos de Massera y Astiz. Hasta las crónicas de la dictadura no ahorraban burlas y mofas contra estas mujeres que eran todo valor y valentía. Por ejemplo, aquella del 15/6/78 de Noticias Argentinas que decía: "Medio centenar de mujeres que afirman ser madres, esposas o novias de ciudadanos desaparecidos desfilaban ayer en la Plaza de Mayo, frente a la Casa de Gobierno, bajo una pertinaz llovizna y ante un compacto y heterogéneo grupo de periodistas extranjeros venidos a la Argentina para informar sobre el Campeonato Mundial de Fútbol. Varias decenas de personas comentaban animadamente el episodio en corrillos formados en el centro de la Plaza de Mayo y la mayoría de las expresiones estaban destinadas a criticar a los manifestantes y a los periodistas. Un señor maduro y bien vestido comentó refiriéndose despectivamente a los periodistas extranjeros que 'si quieren filmar manifestaciones en su país les rompen las cámaras, acá no sólo lo pueden hacer libremente sino que después salen diciendo barbaridades.' Muchos, acostumbrados a la presencia de las mujeres comentaron despectivamente 'Otra vez las locas de los desaparecidos'". Y el 23/6/78: "En cierto momento las madres discutieron airadamente con algunos de los presentes que les reprocharon 'no haber dado una enseñanza a sus hijos que desaparecieron o están bajo tierra, justamente porque no eran ningunos angelitos'. La presencia de los periodistas extranjeros también fue motivo de algunas voces de censura como que 'no debían prestarse a desprestigiar al país con mentiras o infundios y menos haciéndose eco de lo que dicen estas mujeres que están locas'. Cuando la manifestación se disolvió tres individuos de mediana edad, bien vestidos, que instaban a los presentes a gritar 'Argentina, Argentina' a la vez que tildaron de 'brasileños' a los que no lo hicieron, se alejaron del lugar en un automóvil Ford Falcon. Casi al mismo tiempo, una de las madres estalló en una crisis de nervios y llanto pero un jovencito de 24 años le gritó: 'No venga a llorar aquí en Plaza de Mayo, vaya a llorar a Luján'. Un holandés se acercó a la mujer y le entregó una flor. 'No ven que esto es un teatro bien orquestado', dijo un hombre de unos 50 años que había estado en todos los corrillos demostrando contra las manifestaciones. El holandés dijo que hay que consolar a los que sufren. Una transeúnte al escucharlo se largó a reír diciéndole: 'Aquí no sufre nadie. Somos finalistas y estamos todos contentos. Lo que pasa es que el domingo vamos a reventar a todos los holandeses'. Y así, en medio de risas del público, el holandés se retiró". Y en la crónica de dicha agencia -publicada en El Día de La Plata del 30/6/78- se lee el repudio de "un señor de mediana edad, ante un periodista de la NBC de Estados Unidos, exclamó indignado: 'Estos vienen aquí a sacar la basura. ¿Por qué no van a filmar a los miles de homosexuales que desfilan es su país cotidianamente?'". Apenas pocas semanas después el obispo argentino Octavio Dersi, rector de la Universidad Católica, afirmaba: "Conozco que países como Estados Unidos y otros de Europa reprochan a Latinoamérica la violación de derechos humanos y ellos tienen violaciones mayores legitimando el aborto. Pocos hablan de esa violaciones, como tampoco de las que se comenten en Cuba o en los países comunistas. No se ve una acción contra ellos pero sí contra la Argentina donde el país se ha defendido frente a la violencia y la guerrilla".

Tres reacciones parecidas: la del señor que habla de los homosexuales; la del obispo que ve un crimen mayor en el aborto que en la desaparición y la tortura, y la del intendente Domínguez, que les roba a las Madres unos días para que no se festeje este año el "Día del Coraje Civil". Pero si ellas triunfaron sobre los represores, ¿cómo no le van a hacer frente a estas mezquindades?