30 diciembre, 2012

"Defendamos a las cooperativas obreras porque eso es verdadera democracia" . Osvaldo Bayer

Hay que defender la democracia. La mejor manera de defenderla es profundizarla. Hay que democratizar también la propiedad. Por eso estaremos en la marcha del jueves próximo, a las 10, frente al hotel Bauen. Vamos a pedir al Congreso que por fin se vote el proyecto de expropiación del edificio de la calle Callao y se otorgue en propiedad a la cooperativa de trabajadores, integrada por 160 de ellos. Sin ninguna duda defender las cooperativas de trabajadores es ahondar la democracia. Y esos trabajadores demostraron en los varios años que administran ese hotel que saben hacerlo mucho mejor que sus antiguos dueños empresarios. Cuando éstos cerraron el hotel y lo abandonaron, lo ocuparon sus fuerzas de trabajo, lo reabrieron y lo hicieron funcionar nuevamente con total éxito. Y en qué forma. Pasó a ser un hotel para los trabajadores del extranjero y del interior del país que venían a congresos, reuniones o en viaje de experiencias. Y además, residencia de todos los organismos de derechos humanos del mundo entero. En sus salones se realizan asambleas obreras, congresos, actos recordatorios de acontecimientos históricos, mesas redondas y debates sobre literatura, teatro, cine, arte y, por supuesto, también sobre política y sociedad. Soy testigo de ello. He sido invitado en el Bauen en varias oportunidades. En todas gocé verdaderamente por el ambiente que yo calificaría de “solidario” para con los presentes.
Pero, claro, en nuestra sociedad, hay quienes se irritan al ver tal sentido comunitario. Por ejemplo, en el 2007, la jueza Paula Hualde conminó a los cooperativistas a desalojar el edificio en un plazo de treinta días. Pero la reacción popular de defensa de ese ejemplo de trabajo cooperativo fue una barrera insalvable para la señora jueza. Y la pregunta que nació fue: ¿pero cómo la Justicia en democracia quiere devolver ese edificio a la empresa que había actuado con acciones favorecidas por la dictadura de la desaparición de personas como préstamos, habilitaciones, etc., cuando se llevó a cabo el campeonato mundial de fútbol en Buenos Aires y era un gran negocio abrir hoteles?
Y hay que repetirlo: es una obligación ineludible de todos los que deseamos que nuestra democracia se afirme sobre bases definitivas, asegurar la vida de los cientos de cooperativas que se originaron desde aquella nefasta crisis del 2001. La cooperativa Zanon, hoy llamada Fasinpat, el irónico y optimista nombre actual, fábrica sin patrones, es una realidad clara y sumamente positiva que ha ido venciendo uno a uno los sinsabores ante los ataques de aquellos que sólo sueñan ser dueños del mundo mediante el dinero.
Finalmente, y otra vez, defendamos las cooperativas obreras porque eso es verdadera democracia. Son sueños que se van concretando en una lucha continua durante siglos de los luchadores del movimiento de los trabajadores.

20 diciembre, 2012

Kryygi. Osvaldo Bayer



Hace casi un año y medio escribí para esta contratapa una nota llamada Damiana, hoy vuelvo al caso con el nuevo nombre que ha recibido aquella adolescente en idioma aché, la de su etnia, una población indígena que vive desde hace siglos en el Paraguay. Relaté en esa página el destino que había tenido esa niña en nuestro país, Argentina, a principios del siglo pasado. Fue una víctima más de la política de desprecio y explotación a los que se sometió a los pueblos originarios desde siempre.En 1896, unos colonos blancos de Sandoa (Paraguay) buscaban un caballo que se les había perdido. De inmediato acusan a un grupo de achés, originarios de las selvas paraguayas, de haber sido ellos los culpables, ya que los sorprendieron en un asado. Sin comprobar nada los balean y caen muertos tres achés, uno de ellos una mujer. Queda viva una niñita de unos cuatro años que es entregada a los antropólogos estadounidenses Ten Kate y Charles de la Hitte, quienes la retienen para estudiar sus rasgos típicos. La llaman Damiana porque el día en que se la apropian en el calendario es San Damián. Ironías cristianas. A las cosas hay que hacerlas bien. Dos años después entregan la niña en La Plata al doctor Alejandro Korn, director del hospicio de esa ciudad. La madre de éste utilizará como sirvienta a Damiana. En 1907, el antropólogo Lehmann-Nietzche la fotografía desnuda, la “india” tenía ya 14 años, foto que fue exhibida en el museo de La Plata. Dos meses después la desdichada murió. Su cabeza fue enviada al académico Johann Virchow, en Alemania. El cráneo –cortado en la frente con un serrucho– fue mostrado allí en la Sociedad Antropológica de Berlín. El resto de su cuerpo fue llevado al Museo Antropológico de La Plata. Hasta que, en 2007, una organización aché del Paraguay reclamó los restos de Damiana. Fueron muchos los científicos y estudiantes argentinos que entonces se ocuparon de poner en claro las cosas y finalmente entregaron esos restos a su tierra aché. Fue una ceremonia plena de emoción. Los representantes argentinos supieron pedir disculpas por lo que se había hecho con Damiana, quien para los achés pasó a llamarse desde ese momento Kryygi y posteriormente Kryygimai, mai significa que ha muerto. Fue un acto con un profundo significado porque señala una vez más que la ética finalmente triunfa.
Pero, para tener completa la reivindicación, había que recuperar los huesos de la cabeza de la niña que habían sido enviados a Berlín para su “estudio” y, por supuesto, para su exhibición.

30 noviembre, 2012

Finalmente, triunfa la ética. Osvaldo Bayer


Siempre me gusta repetir una frase que he comprobado que se hace realidad a través del tiempo. A veces tarda años, siglos, pero finalmente la ética en la Historia da su última palabra, es el juicio final que queda para siempre. En la Argentina lo estamos comprobando en el caso de los dictadores de la desaparición de personas. Y, al mismo tiempo, la Historia está dejando al desnudo a una figura tenida casi como nuestro héroe máximo (ver el tamaño de nuestros monumentos, por ejemplo). En este aspecto me refiero a cómo los historiadores, los docentes y muchos sectores de la población han reaccionado contra Julio Argentino Roca y han empezado a dudar de los valores absolutos que se adjudicaron siempre a un Sarmiento, a un Mitre y a otros protagonistas de aquel período del denominado “progreso” argentino.

24 noviembre, 2012

El asesinato de las hermanas Mirabal

 El 25 de noviembre de 1960, los cuerpos de las tres hermanas Mirabal se encontraron en el fondo de un acantilado en la costa de la República Dominicana. Aquel acontecimiento, que fue vendido a la prensa como un trágico accidente por Trujillo, el dictador dominicano que dio la orden de acabar con ellas, contribuyó a despertar la conciencia entre la población, que culminó, seis meses después, con el asesinato del caudillo.
En honor a estas tres valientes hermanas asesinadas a garrotazos, que se habían convertido en auténticas heroínas de la lucha clandestina antitrujillista, se conmemora cada año en esta fecha el Día Internacional de la No Violencia Contra la Mujer, aprobado por la Asamblea General de las Naciones Unidas en diciembre de 1999, a propuesta de la República Dominicana con el apoyo de 60 países.
Patria, Minerva y María Teresa, así se llamaban las hermanas, nacieron y crecieron en el seno de una familia rural acomodada en el paraje de Ojo de Agua, en Salcedo, el municipio más importante de la provincia que se rebautizó más tarde, y en honor a ellas, con el nombre de Hermanas Mirabal.
Estas mujeres, que habían mostrado un interés muy temprano por los estudios, dedicaron gran parte de su corta vida a luchar por la libertad política de su país, oponiéndose firmemente a una de las tiranías más opresoras y duras que tenía Latinoamérica: la de Rafael Leónidas Trujillo, conocido también como «El Jefe», «El Generalísimo», «El Chivo» o «El Chapita», por su afición desmedida por las condecoraciones.

14 noviembre, 2012

“Mientras existan villas miseria, no habrá democracia” - Entrevista con Osvaldo Bayer


 Por: Hugo Montero, Ignacio Portela

Después de indagar durante décadas en la trama de los episodios más oscuros de la historia argentina, ahora es el turno de la actualidad. Desde la mirada del observador crítico, Osvaldo Bayer señala avances y retrocesos de la gestión de gobierno, manifiesta su preocupación por el presente de los pueblos originarios y relata en detalle su conflicto con Hebe de Bonafini, la titular de Madres de Plaza de Mayo. Una entrevista sin filtros, un debate abierto a partir de la opinión de un referente de amplitud que, aún hoy, sigue apostando por el socialismo en libertad como el mejor sistema posible. Además, opinan Guillermo Saccomanno, Marcelo Valko, Néstor Kohan y Julio Ferrer. Fotos: Mariana Berger. Ilustración: Julio Ibarra
Un ventarrón insondable lo empuja. No le permite quedarse quieto, le niega el be¬neficio de anclar su osamenta de historiador en un puerto seguro. El viento lo moviliza. Lo lleva por todas las provincias. Lo escucha contar anécdotas, compartir recuerdos, generar polémicas, incitar debates, alentar a los luchadores. A su alrededor, el escenario se modifica tanto como los auditorios. Una mesa, una silla, un micrófono. Un pequeño teatro comunitario, el galpón de una fábrica recuperada, una biblioteca de pueblo perdida en la ruta. Va a cumplir 86 años, y tal vez la armadura del guerrero acuse los achaques del tiempo, pero el patagónico ventarrón lo va llevando de un extremo a otro del país.
Muy de vez en cuando, detiene su andar. Frena el vértigo de ese viento inquieto y se permite descansar algunas horas en El Tugurio, su guarida de libros y recortes de diarios en el barrio de Belgrano. Pero allí también las pausas se interrumpen cuando se escucha el teléfono o suena el timbre de la puerta. Otra vez a la batalla. Otra vez el ventarrón insondable que sopla recuerdos y opiniones ante la curiosidad de los cronistas de turno. Esta vez no es la entrañable biografía de Severino Di Giovanni la que nos convoca. Tampoco la memoria de la gesta obrera en la rebelde Patagonia del siglo pasado. La oportunidad ahora es escucharlo opinar sobre la cruda actualidad, anotar sus impresiones sobre el gobierno y sobre su repudio visceral por las opciones de la derecha; registrar las deudas pendientes de una democracia injusta e incompleta, dar cuenta de su tristeza por los conflictos con Hebe y sus Madres de Plaza de Mayo. Otra vez, Osvaldo Bayer habla. Y un rebelde ventarrón despeina su mirada libertaria.
-Tu opinión como observador del presente siempre está marcada por la preocupación por algunos temas sociales pendientes. En relación con la gestión del gobierno, ¿dónde señalarías sus avances y en qué retrocedió o muestra una continuidad con procesos anteriores?
-  Este gobierno tiene algunas cosas muy positivas. Ha sido capaz de juzgar a los criminales uniformados de la última dictadura y culpables de la muerte de tantos jóvenes soldados en la guerra de Malvinas. Eso hay que reconocérselo. En mi vida he pasado trece dictaduras militares y todos los dictadores murieron tranquilamente en la cama de sus residencias, cobrando sus sueldos de generales. Más todavía; el primer dictador de todos, el fusilador de obreros, José Félix Uriburu, tiene un monumento frente a la ciudad de Balcarce y nadie ha sido capaz de sacarlo en todos estos años: ningún presidente ni gobernador ni intendente. Es decir, siempre se los consideró presidentes y no dictadores. A los 80 años veo ya desde hace cinco que esto por fin ha cambiado. Los militares van a pensarlo mejor antes de animarse a hacer golpes de Estado, y espero que el pueblo aprenda también a salir a la calle en caso de un golpe militar para defender a los presidentes que ha elegido. También, claro, que esos presidentes no huyan como lo hicieron todos en la historia argentina... algunos en forma patética, otros se fueron modernizando y ya huyen en helicóptero.
Entonces, hay mucho que aprender para ir cimentando cada vez más la democracia. Además están los partidos con representación parlamentaria, todos opositores a muerte pero que no representan ninguna alternativa política, salvo la ultra conservadora; con la excepción del socialismo en Santa Fe, que ha hecho cosas positivas y ha demostrado ser un gobierno honesto.
Por eso tenemos que seguir luchando desde abajo. Siempre digo que mientras haya villas miseria no habrá una verdadera democracia, porque por lo menos tendría que asegurar un techo digno a las familias con hijos. Tampoco la hay mientras haya niños con hambre; y hasta en las estadísticas oficiales se reconoce que hay un porcentaje de niños desnutridos. Entonces, no tenemos que conformarnos con poner un papelito en la urna cada dos años porque eso no es verdadera democracia. Lo sería si todos los partidos contaran con los mismos fondos para sus publicidades, pero hoy hay algunos que tienen millones y ganan solamente con el candidato sonriente en los carteles callejeros.
Es verdad que a este gobierno le faltan dos cosas fundamentales: el cuidado de la ecología, desarrollar una política en eso y desechar todas las inversiones (aunque sean muy comprometedoras) que afectan nuestro panorama ecológico, nuestro paisaje, nuestra cultura. Y la otra es seguir una línea de conducta respecto de los pueblos originarios; reconocerlos propietarios de las tierras comunitarias donde están desde hace siglos y otorgarles la seguridad de que no se los va a reprimir ferozmente, como sucedió, por ejemplo, en Formosa.
-Con respecto a esa represión contra los qom, ordenada por el gobernador justicialista Gildo Insfrán, ¿en que falló el Estado y cuál debería haber sido la respuesta del gobierno nacional?
-  La Presidencia tiene el derecho de intervención en las provincias cuando se cometen delitos en contra de la Constitución nacional. Tiene que intervenir el Estado y no alegar la independencia de decisión de los gobiernos provinciales. Demostrando que se han vulnerado las leyes y la Constitución, se puede intervenir; y es lo que se tendría que haber hecho en Formosa con este señor gobernador ante la represión feroz contra los qom, que además cedió las tierras del pueblo a un empresario privado amigo de él. El gobierno tiene que intervenir, no hay otra.
Por ejemplo, también en el caso del Hotel BAUEN, que siempre la justicia les está dando la razón a los antiguos propietarios: hay que defender la cooperativa, esa es una forma de profundizar la democracia en la Argentina. Además, los obreros lo tomaron y armaron la cooperativa cuando se cerró el hotel y lo han convertido en un espacio realmente progresista: se hacen actos, viajan todos los representantes del gremialismo del interior, etc. El gobierno nacional tiene que defender eso pese a que la justicia diga otra cosa: dictar una ley, mover al Congreso...

(La nota completa en la edición gráfica de Sudestada Nº 108 - mayo 2012)

29 octubre, 2012

Juan José Saer y el relato de la memoria

La patria de un escritor no es sino la infancia y la lengua, señala Juan José Saer (Serodino, 1937), quien hace más de treinta años dio un salto de una provincia ignota de su patria austral al lugar en el que, especialmente para los argentinos, se ha fijado siempre el meridiano de la cultura. Desde este lugar llamado París, Saer el memorioso no cesa de reconstruir el "mundo adentrado" de su infancia: la ciudad de Santa Fe, el enjambre de islas y arroyos, los pueblos costeros en la orilla del Paraná, la llanura con su horizonte circular vacío y monótono que conforman la "zona", el núcleo espacial de su literatura en el que deambulan sus personajes recurrentes. Las narraciones saerianas –siempre capaces de generar nuevas historias, conformando una suerte de "novela total"– parecen así erigirse sobre la base de puros recuerdos que los personajes convocan no ya desde los signos sensoriales –como quería Proust– sino desde de la lectura, como si estas experiencias personales, inciertas, extraviadas en los pliegues de la memoria, necesitaran ser traspasadas, a la manera faulkneriana, por el filtro de relatos de otros y encontrar su lugar en una constelación libresca para poder constituirse, en definitiva, en una historia. Pero no demandemos a los cuentos y las novelas de Saer "aventuras bellas e interesantes" con las que evadirnos de la rutina cotidiana. La suya no es una literatura de diversión conforme a las expectativas del mercado, sino una escritura fuertemente comprometida con su propia búsqueda formal y entendida, en la más pura tradición de Macedonio Fernández, como una "función de pensamiento".

10 septiembre, 2012

Juan José Saer (IV)

La tardecita. Al ingeniero Saer.
La historia, aunque a decir verdad los hechos escasos y simples que la constituyen, desde el punto de vista de las leyes del melodrama que imperan hoy en día en lo que podríamos llamar el mercado persa del relato, no alcanzarían a formar una historia, es más o menos la siguiente: un domingo a la mañana Barco, que acababa de cumplir cincuenta y dos años, buscando algún texto corto para leer antes del almuerzo, encontró una versión de La ascensión del monte Ventoux de Petrarca, y se instaló a leer en su estudio de abogado, en un sillón ubicado estratégicamente cerca de la ventana que daba al patio, para aprovechar al máximo la luz natural, de la que Barco era como se dice partidario ferviente cuando se trataba de lectura, aunque a causa de su trabajo únicamente de noche le quedaba tiempo para leer un rato antes de irse para la cama. El texto de Petrarca hacía años que no lo leía, y si lo eligió fue más bien a causa de su extensión, para poder terminarlo antes de mediodía, porque Tomatis estaba en Buenos Aires y se había anunciado en Caballito para el almuerzo, con el fin de traerle su regalo de cumpleaños y presentarles, a Miri y a él, su nueva pareja, una chica arquitecta que, según el sarcasmo de Miri, «por suerte gracias a su profesión podía hacer cosas un poco más constructivas que ponerse de novia con Tomatis», aunque Miri se olvidaba de que, treinta años atrás, Tomatis había estado enamorado de ella y ella, durante un par de semanas por lo menos, estuvo a punto de dejarse tentar por la cosa.Lo cierto es que Barco se sentó esa mañana de domingo a leer a Petrarca. San Agustín –o, a estar con algunos, el colectivo publicitario de la iglesia primitiva que conocemos con el nombre de San Agustín– pretende que fue escuchando un sermón de San Ambrosio que se convirtió al cristianismo, lo que es igual que si hubiese sido leyéndolo, porque hasta entonces sólo se leía en voz alta, de modo que un sermón era una simple lectura comentada, semejante a lo que hoy llamaríamos una conferencia, y hay que reconocer que casi todas las grandes iluminaciones, exaltaciones, conversiones o revelaciones de los tiempos modernos provienen de la lectura.

23 agosto, 2012

JULIO CORTÁZAR

Grave problema argentino:
Usted se reirá, pero es uno de los problemas argentinos más difíciles de resolver. Dado nuestro carácter (problema central que dejamos por esta vez a los  sociólogos) el encabezamiento de las cartas plantea dificultades hasta ahora insuperables. Concretamente, cuando un escritor tiene que escribirle a un colega de quien no es amigo personal, y ha de combinar la cortesía con la verdad, ahí empieza el crujir de plumas. Usted es novelista y tiene que escribirle a otro novelista; usted es poeta, e ídem; usted es cuentista. Toma una hermosa hoja de papel, y pone: "Señor Oscar Frumento, Garabato 1787, Buenos Aires." Deja un buen espacio (las cartas ventiladas son más elegantes) y se dispone a empezar.
No tiene ninguna confianza con Frumento; no es amigo de Frumento; él es novelista y usted también; en realidad usted es mejor novelista que él, pero no cabe duda de que él piensa lo contrario. A un señor que es un colega pero no un amigo no se le puede decir: "Querido Frumento". No se le puede decir por la sencilla razón de que usted no lo quiere a Frumento. Ponerle querido es casi lascivo, en todo caso una mentira que Frumento recibirá con una sonrisa tetánica. La gran solución argentina parece ser, en esos casos, escribir: "Estimado Frumento". Es más distante, más objetivo, prueba un sentimiento cordial y un reconocimiento de valores. Pero si usted le escribe a Frumento para anunciarle que por paquete postal le envía su último libro, y en el libro ha puesto una dedicatoria en la que se habla de admiración ( es de lo que más se habla en las dedicatorias ), ¿cómo lo va a tratar de estimado en la carta? Estimado es un término que rezuma indiferencia, oficina, balance anual, desalojo, ruptura de relaciones, cuenta del gas, cuota del sastre. Usted piensa desesperadamente en una alternativa y no la encuentra; en la Argentina somos queridos o estimados y sanseacabó.
Hubo una época ( yo era joven y usaba rancho de paja ) en que muchas cartas empezaban directamente después del lugar y la fecha; el otro día encontré una, muy amarillita la pobre, y me pareció un monstruo, una abominación. ¿Cómo le vamos a escribir sin identificarlo ( Frumento ) y luego calificarlo ( querido/ estimado ) ? Se comprende que el sistema de mensaje directo haya caído en desuso o quede reservado únicamente para esas cartas que empiezan que empiezan: "Un canalla como usted, etc.", o "Le doy 3 días para abonar el alquiler", cosas así.
Más se piensa, menos se ve la posibilidad de una tercera posición entre querido y estimado; de algo hay que tratarlo a Frumento, y lo primero es mucho y lo segundo "frigidaire". Variantes como " apreciado" y "distinguido" quedan descartadas por tilingas y cursis. Si uno lo llama "maestro" a Frumento, es capaz de creer que le está tomando el pelo. Por más vueltas que le demos, se vuelve a caer en querido o estimado. Che, ¿no se podría inventar otra cosa?
Los argentinos necesitamos que nos desalmidonen un poco, que nos enseñen a escribir con naturalidad: "Pibe Frumento, gracias por tu último libro", o con afecto: "Ñato, qué novela te mandaste", o con distancia pero sinceramente: "Hermano, con las oportunidades que había en la fruticultura", entradas en materia que concilien la veracidad con la llaneza. Pero será difícil, porque todos nosotros somos estimados o queridos, y así nos va.

Julio Córtazar (Argentina, 1914-1984)
Tomado de: La vuelta al día en ochenta mundos

19 agosto, 2012

CHAVELA VARGAS

Sensual y desgarrada. La voz de Chavela Vargas ha cantado al amor y a los celos, exprimiendo su corazón. Ahora desnuda su vida en un libro autobiográfico: ‘Y si quieren saber de mi pasado’…

Soy Isabel Vargas Lizano y vine a este mundo el 17 de abril de 1919 en Costa Rica. Y el mundo era un pueblo del cantón de San Joaquín de Flores, en la provincia de Heredia, al norte de la capital. Mi vida comenzó en aquel país pequeño, en un pueblo pequeño y en un pequeño mundo. Yo misma tengo una figura pequeña, y acaso esta pequeñez me haya obligado a ir dejando por esos caminos el alma que mi cuerpecito no podía cargar. Me gusta decir que mi pueblo era tan pequeño que sólo cabíamos una vaca y yo. Adoraba a aquella vaca, de ella tomaba la leche: era mi amiga del alma.

A mis abuelos no los conocí, y a mis padres, más de lo que hubiese querido. Mi madre se llamaba Herminia, y mi padre, Francisco. Tuve cuatro hermanos, Álvaro, Rodrigo, Ofelia y… no me pregunten por los muertos: era muy niña y la tos ferina la mató en San Salvador. Y puesto que he de decirlo casi todo, lo diré: mis padres no me querían. Yo lo sufrí: ni espero que lo comprendan ni que me compadezcan. Bastante he tenido con los psiquiatras; no me molesta reconocer la amargura de mi infancia, pero me enoja que traten de hacerme creer que no pudo ser de otro modo. “Olvide lo pasado”, me dicen. “Olvide lo pasado y vuelva a pensar que su infancia no fue como ha creído. No pudo ser de otra forma. Tómelo así”. Este tipo de enredos es lo que yo llamo babosadas. Es bien fácil decir “olvide lo pasado”, como si estuviera en nuestras manos dejar atrás la historia y no cargarla como un fardo repleto de amargura. Es un peso agotador. Es bien fácil volver loca a una mujer y confundirla hasta el punto de que no sepa qué ha vivido, qué fue real y qué imaginado. Entre un psicólogo y un chamán hay cinco mil leguas. El chamán te cura con esperanza, con amor. El otro te retaca de medicinas. Ahorita quieren que me tome una píldora para que se me quite lo que traigo en el alma… A un psiquiatra en España le dije: “Usted me verá loca. Sí, es que lo estoy, pero no quiero que me lo quite con ansiolíticos. Déjeme usted loca”. Recuerdo que fue a una actuación y vino al camerino para felicitarme, tembloroso y llorando de emoción. Al cabo de un mes se murió, y en Madrid dijeron que Chavela había matado al psiquiatra. ¡Ah, no! ¡Se murió él solito!

15 junio, 2012

Juan José Saer (III)

El concepto de ficción

Nunca sabremos cómo fue James Joyce. De Gorman a Ellmann, sus biógrafos oficiales, el progreso principal es únicamente estilístico: lo que el primero nos trasmite con vehemencia, el segundo lo hace asumiendo un tono objetivo y circunspecto, lo que confiere a su relato una ilusión más grande de verdad. Pero tanto las fuentes del primero como las del segundo, o entrevistas y cartas son por lo menos inseguras, y recuerdan el testimonio del «hombre que vio al hombre que vio al oso", con el agravante de que para la más fantasiosa de las dos biografías, la de Gorman, el informante principal fue el oso en persona. Aparte de las de este último, es obvio que ni la escrupulosidad ni la honestidad de los informantes pueden ser puestas en duda, y que nuestro interés debe orientarse hacia cuestiones teóricas y metodológicas.En este orden de cosas, la objetividad ellmaniana, tan celebrada, va cediendo paso, a medida que avanzamos en la lectura, a la impresión un poco desagradable de que el biógrafo, sin habérselo propuesto, va entran do en el aura del biografiado, asumiendo sus puntos de vista y confundiéndose paulatinamente con su subjetividad. La impresión desagradable se transforma en un verdadero malestar en la sección 1932 1935, que, en gran parte, se ocupa del episodio más doloroso de la vida de Joyce, la enfermedad mental de Lucía. Echando por la borda su objetividad, Ellmann, con argumentos enfáticos y confusos, que mezclan de manera imprudente los aspectos psiquiátricos y literarios del problema, parece aceptar la pretensión demencial de Joyce de que únicamente él es capaz de curar a su hija.

07 abril, 2012

Juan José Saer (II)

Verde y negro

A Raúl Beceyro



Palabra de honor, no la había visto en la perra vida. Eran a como la una y media de la mañana, en pleno enero, y como el Gallego cierra el café a la una en punto, sea invierno o verano, yo me iba para mi casa, con las manos metidas en los bolsillos del pantalón, caminando despacio y silbando bajito bajo los árboles. Era sábado, y al otro día no laburaba. La mina arrimó el Falcon al cordón de la vereda y empezó a andar a la par mía, en segunda. Cómo habré ido de distraído que anduvimos así cosa de treinta metros y ella tuvo que frenar y llamarme en voz alta para que me diera vuelta. Lo primero que se me cruzó por la cabeza era que se había confundido, así que me quedé parado en medio de la vereda y ella tuvo que volverme a llamar. No sé qué cara habré puesto, pero ella se reía.

-¿A mí, señora? -le digo, arrimándome.

-Sí -dice ella-. ¿No sabe dónde se puede comprar un paquete de americanos?

Se había inclinado sobre la ventanilla, pero yo no podía verla bien debido a la sombra de los árboles. Los ojos le echaban unas chispas amarillas, como los de un gato; se reía tanto que pensé que había alguno con ella en el auto y estaban tratando de agarrarme para la farra. Me incliné.

-¿Americanos? ¿Cigarrillos americanos

-Sí -dijo la mina. Por la voz, le di unos treinta años.


El Gallego sabe tener importados de contrabando, una o dos cajas guardadas en el dormitorio. Si uno de nosotros se quiere tirar una cana al aire, se lo dice y el Gallego le contesta en voz baja que vuelva a los quince minutos.

-De aquí a tres cuadras hay un bar -le dije-. Sabe tener de vez en cuando. Tiene que ir hasta Crespo y la Avenida. ¿Conoce?

-Más o menos -dijo.

Me preguntó si estaba muy apurado y si quería acompañarla. "Zápate, pensé; una jovata alzada que quiere cargarme en el coche para tirarse conmigo en una zanj a cualquiera" . El corazón me empezó a golpear fuerte dentro del pecho. Pero después pensé que si por casualidad el Gallego no había cerrado todavía y me veía aparecer con semejante mina en un bote como el que manejaba, bajándome a comprar cigarrillos americanos, todo el barrio iba a decir al otro día que yo estaba dándome a la mala vida y que estaba por dejar de laburar para hacerme cafisio. Para colmo, en verano las viejas son capaces de amanecer sentadas en la vereda.


23 marzo, 2012

Carta abierta de Rodolfo Walsh en el primer aniversario del golpe

1. La censura de prensa, la persecución a intelectuales, el allanamiento de mi casa en el Tigre, el asesinato de amigos queridos y la pérdida de una hija que murió combatiéndolos, son algunos de los hechos que me obligan a esta forma de expresión clandestina después de haber opinado libremente como escritor y periodista durante casi treinta años.
El primer aniversario de esta Junta Militar ha motivado un balance de la acción de gobierno en documentos y discursos oficiales, donde lo que ustedes llaman aciertos son errores, los que reconocen como errores son crímenes y lo que omiten son calamidades.
El 24 de marzo de 1976 derrocaron ustedes a un gobierno del que formaban parte, a cuyo desprestigio contribuyeron como ejecutores de su política represiva, y cuyo término estaba señalado por elecciones convocadas para nueve meses más tarde. En esa perspectiva lo que ustedes liquidaron no fue el mandato transitorio de Isabel Martínez sino la posibilidad de un proceso democrático donde el pueblo remediara males que ustedes continuaron y agravaron.
Ilegítimo en su origen, el gobierno que ustedes ejercen pudo legitimarse en los hechos recuperando el programa en que coincidieron en las elecciones de 1973 el ochenta por ciento de los argentinos y que sigue en pie como expresión objetiva de la voluntad del pueblo, único significado posible de ese "ser nacional" que ustedes invocan tan a menudo.
Invirtiendo ese camino han restaurado ustedes la corriente de ideas e intereses de minorías derrotadas que traban el desarrollo de las fuerzas productivtas, explotan al pueblo y disgregan la Nación. Una política semejante sólo puede imponerse transitoriamente prohibiendo los partidos, interviniendo los sindicatos, amordazando la prensa e implantando el terror más profundo que ha conocido la sociedad argentina.

16 marzo, 2012

Juan José Saer (I)

Escritor argentino, natural de Serodino, provincia de Santa Fe y radicado en París desde 1968. Vivió en el campo natal y enseñó en su país y en la francesa universidad de Rennes.
Es autor de algunos cortometrajes cinematográficos y artículos de crítica literaria. En sus primeras obras se advierte la impronta del realismo y del Regionalismo americano: En la zona (1960), Palo y hueso (1965) y Unidad de lugar (1967) son colecciones de cuentos, que alternan con las novelas Responso (1964) y La vuelta completa (1967).
A partir de los relatos de Cicatrices (1969) registra la influencia del objetivismo de la llamada nueva novela francesa, con la desaparición de los personajes y el protagonismo de los hechos y las cosas. En esta línea figuran los cuentos de La mayor (1976), y las novelas El limonero real (1974), Nadie, nada, nunca (1980), La ocasión (1988), Glosa (1988) y Lo imborrable (1992). En El entenado (1983) evoca un episodio de la conquista de América. Ocasionalmente hizo poesía y la reunió en El arte de narrar (1977). En 1987 obtuvo el Premio Nadal. Murió el 11 de junio del 2005 en París.

12 marzo, 2012

Astor Piazzolla

La música era el foco absoluto en la vida de Astor Piazzolla. Quizá sus sentimientos más profundos al respecto los expresó a un periodista chileno en 1989: "La música es más que una mujer, porque de la mujer te podes divorciar, pero de la música, no. Una vez que te casas, es tu amor eterno... y te vas a la tumba con ella". Los sacrificios que hizo Piazzolla por la música fueron notables: ciertos aspectos de su vida privada, su seguridad económica y, al final, su salud. Su compromiso con la música le exigió cumplir múltiples roles: fue compositor, arreglador, ejecutante y director, todo al mismo tiempo.
"Una máquina de laburar", lo califica su hijo Daniel. Astor escribía muy rápido, con una captación casi instintiva de los aspectos técnicos, algo muy evidente en la velocidad con que hacía los arreglos. Cuando Máximo Perrotti le pidió un arreglo de "El choclo" para la orquesta de Radio El Mundo, él lo hizo en cuarenta y cinco minutos, mientras tomaba mate. Atilio Talín, su representante en años posteriores, a veces demoraba el envío de las partituras a directores cinematográficos porque temía que sospecharan de un trabajo terminado tan rápido.
En el curso de su carrera profesional Piazzolla escribió algo más de tres mil obras. La entidad francesa SACEM (Société des Auteurs, Compositeurs et Éditeurs de la Musique) lo reconoce formalmente en la categoría de compositores inusualmente prolíficos. Aún no existe un catálogo completo de sus obras, y será difícil completarlo, ya que con frecuencia Piazzolla regalaba sus partituras o simplemente se olvidaba de ellas. En uno de los asados habituales en Punta del Este en la década del ochenta, el periodista argentino Bernardo Neustadt y el músico José Bragato vieron que había echado al fuego viejas partituras; cuando Bragato trató de rescatarlas, Astor le dijo: "No te preocupes, Pepe, esto no sirve".
Cuando componía, era capaz de una concentración absoluta, que ni "terremotos, guerras o estados de sitio" podían quebrar, como dijo una vez. Describió en cierto detalle a su hija Diana el proceso de composición. Podía estar sentado horas enteras frente al piano, le confesó, sin escribir una sola nota. Luego, "en un instante, lo que yo llamo un instante casi de iluminación, de magia, de dolor y de placer, aparece la idea principal y respiro con tranquilidad". Las etapas posteriores, como "el desarrollo lógico de la obra, su coherencia interna, la orquestación", podían presentarle alguna dificultad, y nunca se sentía seguro de la calidad de la obra hasta que la ensayaba con sus músicos.
Habitualmente componía en el piano; Alberto Ginastera le había dicho que "el piano es la orquesta" y él se tomó en serio el consejo. Sin el instrumento, le resultaba casi imposible "imaginar una melodía en el aire"; tampoco era capaz de cantar o silbar lo que había escrito. Si precisaba que alguien se lo silbara (por ejemplo, cuando componía para el cine), a veces se lo pedía a su hijo Daniel.
Solía recurrir a la frase hecha, común entre artistas de toda índole, sobre la relación entre la "inspiración" y la "transpiración". Se consideraba un profesional que debía escribir algo cada día, "como si fuera un zapatero que hace su trabajo". A su amigo Quito González Azcona le dijo: "No olvides que la música no es un pasatiempo. Es una carrera igual que la medicina o la ingeniería." Sin embargo, en esa carrera el papel de la intuición era fundamental. "Bach componía fugas porque era un intuitivo, no porque fuera un bocho", le comentó a Speratti en 1968. Nunca subestimó la formación musical ni, por cierto, la importancia del estudio. Este era uno de sus leitmotiv permanentes. A Natalio Gorin le repitió con orgullo una observación que había hecho Osvaldo Pugliese: "Piazzolla nos obligó a estudiar a todos". La regla se aplicaba a todos los músicos, inclusive los de rock. Sting -le dijo a Gorin- tuvo el buen tino de acudir a Gil Evans para algunos de sus arreglos.
Carecía de amor propio cuando se trataba de pedir consejo. Oscar López Ruiz recuerda un par de ocasiones en que le solicitó que mirara sus partituras. En la primera oportunidad, en 1972, lo consultó sobre las partes de los bronces en su arreglo de "La primera palabra", la poderosa canción que compuso con Ferrer. Doce años más tarde, lo llamó desde Punta del Este para que revisara "Tango Suite", escrita para los guitarristas brasileños Sergio y Odair Assad. López Ruiz encontró que la obra era "difícil y complicada, pero perfectamente tocable para virtuosos como los Assad", e inmediatamente se la envió por correo a Punta del Este. De hecho, la sensibilidad de Piazzolla en cuanto a las demandas de composición para instrumentos distintos al suyo era notable, aunque no se sentía del todo seguro con respecto a los bronces.
Astor tenía una inusitada rapidez para aprender. Gran parte de sus conocimientos sobre la guitarra, por ejemplo, los tomó de Horacio Malvicino en la época del Octeto, para lo cual bastó un solo encuentro con este en su departamento. "Yo le mostré cómo era el instrumento, la forma, cómo estaban divididas las cuerdas, lo que podía [ser] difícil, lo que podía llegar a ser fácil... Tenía tanta capacidad que esa vez sola fue suficiente para aprender todo lo necesario."
Sería erróneo presentar a Piazzolla como un compositor en movimiento perpetuo; a veces una dolencia, otras la depresión, minaban su creatividad. Había momentos en que estaba totalmente "bloqueado": el período posterior a su separación de Dedé, los meses previos a su ataque al corazón de 1973. En el verano de 1981-1982, en Punta del Este, tuvo un hiato más breve: "Cerré el piano. Tenía pereza y me hacían falta motivaciones", le dijo a un periodista. No era esa la única razón: ese verano, el motivo real era el deterioro de su salud. En el verano de 1989-1990, pese a que estaba ansioso por dedicarse al último gran proyecto de su vida, tuvo un bloqueo semejante como compositor.
Fuera del tango, las dos grandes tradiciones musicales en las que se nutrió Piazzolla para la creación de su mundo sonoro como compositor fueron la música clásica y el jazz. Llegó a tener un conocimiento formidable del repertorio clásico; López Ruiz recuerda que en los viajes que hicieron juntos en auto en la década del sesenta, sintonizaba la radio en la emisora de música clásica y de inmediato reconocía lo que estaban tocando en ese momento.
La segunda fuente principal en la sensibilidad musical de Piazzolla fue el jazz, aunque al menos en una oportunidad confesó ser incapaz de componerlo. En la década del cincuenta figuras como Stan Getz, Chet Baker, Gil Evans, Gerry Mulligan, Lennie Tristano y George Shearing, y grupos como el Modern Jazz Quartet, dejaron su huella en él y en su obra, en especial la obra para el Octeto -que fue tal vez de todos sus conjuntos el más influido por el jazz-. Años después, en los festivales de jazz de Europa, América del Norte y Japón se codeaba con la mayoría de los jazzmen de la época y era considerado por estos miembro honorario de la tribu. Sin embargo, el jazz, como la música clásica, tenía sus límites. En agosto de 1966 fue a escuchar el cuarteto free jazz de Steve Lacy (que tocaba en Buenos Aires) y abandonó el concierto "desorientado", regresó a su casa para poner a Monteverdi y Vivaldi. "Necesité volver a lo puro y cristalino", manifestó.
En los años sesenta y setenta, la música folklórica latinoamericana tuvo prominencia internacional. No era un género que inspirara a Piazzolla para la creación de su propio mundo sonoro, si bien todas las formas de música despertaban su curiosidad. Varias veces manifestó su admiración por la gran folklorista chilena Violeta Parra, de cuyas canciones dijo que eran "formidables". (Incluso creó en 1974 una canción en su honor titulada "Violetas populares", con letra del poeta Mario Trejo, que ciertos críticos franceses consideraron políticamente revolucionaria, aunque en realidad no lo es.)
También admiraba mucho a un compatriota suyo de fama internacional, Atahualpa Yupanqui. En 1965, luego de escuchar a un joven acordeonista de la provincia de Corrientes, lo elogió en la revista Folklore: era Raúl Barboza, magnífico exponente y renovador del chámame. Lo había conocido brevemente uno o dos años antes, y se volvieron a ver de vez en cuando en París, donde Barboza se instaló en la década del ochenta.
Durante la vida de Piazzolla el rock anglo-norteamericano instauró su hegemonía global. Él deploraba la atracción creciente que despertaba el rock en la juventud argentina. Más de una vez dijo que la Argentina necesitaba un Ministerio del Buen Gusto, y el rock nacional que invadió el país en los ochenta y alcanzó cierto grado de notoriedad internacional no lo impactó en lo más mínimo. A una persona que lo entrevistó en Estados Unidos en 1986 le dijo que "el rock argentino es de muy baja calidad; no hay talento". A otra: "Imitamos mal a los norteamericanos e imitamos mal a los ingleses". En cuanto a los modelos extranjeros cuyos pasos seguía el rock nacional, admiraba lo que a su juicio era lo mejor del paquete internacional. Conversando en 1990 con Natalio Gorin, seleccionó a Queen, U2, Sting, y Emerson Lake and Palmer. "Este Keith Emerson es un tipo de conservatorio, un pianista de nivel mundial", le dijo.
En los años ochenta, muchos de los músicos de rock contemporáneos que a él le gustaban sentían igual simpatía por él. Sting describió (en lenguaje típico de roqueros) la música de Piazzolla diciendo que "era fabulosa para hacer el amor, si es que uno no sabe bailar el tango". Y Mickey Hart, de los Grateful Dead, declaró: "Su sonido hace que a uno se le pongan los pelos de punta". Estas opiniones nos recuerdan algo esencial: la mayor admiración por Piazzolla solía provenir de sus colegas músicos, cualquiera fuera el género al que se dedicaran.

Texto extraído del libro “Astor Piazzolla, su vida y su obra”
María Susana Azzi y Simon Collier

06 marzo, 2012

La memoria del corazón elimina los malos recuerdos y magnifica los buenos,
y gracias a ese artificio,
logramos sobrellevar el pasado.

Gabriel García Márquez

26 febrero, 2012

Madre Paz. Osvaldo Bayer

Paz, la palabra inatacable, sagrada, soberana. Todas las banderas de Europa, en sus balcones, llevan la palabra Paz en caracteres blancos. Tendríamos que atrevernos a ponerle Madre Paz, más completa, definitiva. Con mi mujer voy al acto ecuménico de la Plaza de las Mantequeras, en la aldea renana de Linz.
Llevamos la bandera que nos regalaron en Italia: los colores del arco iris y en medio la palabra PACE.
En la plaza renana hablan católicos y luteranos. Cantan. Hermoso acto de solidaridad, la emoción carga las voces. Sí, esta vez hay que aplaudir al Papa, con su llamado inequívoco por la paz, si esta vez está en el verdadero espíritu cristiano. Los pastores luteranos no dejan duda de que no quieren bombas sobre Irak, sería un asesinato en masa, una acción de cobardes y asesinos, propia de mentalidades fascistas que se han mantenido durante décadas y de pronto surgen como perros rabiosos cubiertos por la bandera de las barras y estrellas. El conocido teólogo Eugen Drewermann dice sobre Georg W. Bush: "Quien lee el Nuevo Testamento y cree que tiene el deber de hacer una guerra preventiva; quien toma legitimación del Sermón de la Montaña para asesinar cientos de miles de seres humanos no ha entendido al cristianismo o se aleja de él con la bota de las siete leguas. No se puede andar sobre cadáveres cuando se quiere seguir el camino de Cristo". Luego, define a Estados Unidos con estas cifras: Estados Unidos ha reducido sus gastos para combatir el hambre en el mundo a 1,7 miles de millones de dólares, justo lo que gasta en dos días para lo militar".

11 febrero, 2012

En búsqueda de lo humano. Osvaldo Bayer

El jueves pasado, en este diario, el rabino Daniel Goldman, con sentido del humor pero también yendo al fondo de la cuestión, puso en duda –con mucha calidad– la frase del escritor israelí Yoram Kaniuk, quien sostuvo: “Se puede ser o demócrata o religioso”, frase que yo califiqué de “profundas y valientes palabras”. Goldman no está de acuerdo ni con Kaniuk ni con mi opinión. Y después de un análisis pleno de profundidad y generosidad llega a su propio convencimiento de que “se puede ser demócrata y religioso”. Es una página escrita con gran amplitud de criterios, con mucho de benevolencia y humor. No me pudo convencer pero me hizo pensar. Gracias don Daniel Goldman aunque, para mí, la frase del generoso Yoram Kaniuk es para reflexionar y aplaudir.

Dejémoslo allí, para la polémica, aunque tal vez dentro de un siglo o algo menos el estado de ese mundo futuro pueda llegar al convencimiento de “o se es religioso o demócrata”. Y ahora, por lo menos, nos hace pensar.

En la Europa de hoy, después de tantas experiencias capitalistas, la profunda crisis sigue dándole empuje al debate. Los economistas de todas las tendencias han salido a la palestra. Es el tema de hoy (aunque pareciera ser el de siempre).

Pero en los diarios aparece justo una noticia que nos devuelve al pasado de las religiones. Un título a cuatro columnas del diario de Bonn, General Anzeiger: “Hace 370 años fue quemada en la hoguera la bruja reina de Bruchhausen”. Sí, la Iglesia Católica ordenó que fuera quemada viva esa mujer sospechada de “bruja”. Todo se inició porque la citada –de clase noble– se casó con un peón de campo contra todas las normas aristocráticas de la época. Hubo entonces que degradarla. Se la acusó de bruja. Luego de varias jornadas de brutales torturas fue condenada a la hoguera porque su conducta iba en contra de las normas de Roma.

29 enero, 2012

Osvaldo Soriano: a quince años de la muerte del escritor elogiado y discutido por igual

Un escritor al que no le interesaba la literatura -como solía decir-, que aprendió de su vida nómade siguiendo a su padre electrotécnico por las distintas ciudades del interior. Fue él, que nació un día de Reyes de 1943 en la calle Alem de Mar del Plata, mientras Borges y Bioy Casares imaginaban las historias de Isidro Parodi, que nunca terminó el secundario, que no cumplió el sueño de sus padres de ser ingeniero ni el suyo de ser futbolista. Soriano, el escritor, el periodista, el cinéfilo, el fanático, “El Gordo”, que creció entre los paisajes y amistades que podían ofrecerle Mar del Plata, luego Tandil, San Luis, Río Cuarto, Río Negro, jugando a las barajas, refugiándose en el cine y el fútbol. Se hizo de San Lorenzo, sin importar lo que eso significaba en una provincia, sin nunca pensar en otra camiseta. Quizás ya entonces se gestaban los gérmenes de esa intensa provocación que caracterizaría siempre a Osvaldo Soriano.

Ya pasaron 15 años. Soriano no está. Pero no deja de estar presente. Ni él, ni el periodista de Triste, solitario y final, ni su Andrés Galván y Tony Rocha, ni su Julio Carré, ni sus artistas, locos y criminales, ni sus rebeldes, soñadores y fugitivos, ni sus piratas, fantasmas y dinosaurios. No deja de estar, pese a los críticos y académicos que desdeñaron sus historias y su estilo.

Le gustaban los libros. Amaba a Arlt, a Cortázar y a Chandler. También a Simenon y a Greene, cuyas muertes, dijo, “lloró como un chico”. Su iniciación a la lectura fue con Soy leyenda, de Richard Matheson, en 1961. Y luego siguió: los clásicos del siglo XIX, los rioplatenses, los americanos, los clásicos de nuevo, implantando una lectura de orden caótico que lo seguiría toda su vida.

Así como empezó a leer, también empezó a escribir, en la oficinita de una metalúrgica de Tandil, mientras trabajaba de sereno. Se sentaba en la máquina y tipeaba hasta el amanecer sus “primeros cuentitos, muy cortazarianos”. Y nunca más pudo escribir de día. Ya en Tandil, entre reuniones de café de intelectuales socialistas, dejó de pensar en fútbol y decidió ser escritor. Ahí consiguió su primer trabajo como periodista en El Eco de Tandil. Y arrancó: llegó a Buenos Aires en 1969 detrás de una nota sobre Semana Santa encargada por Osiris Troiani, para después seguir con sus crónicas en Panorama y La Opinión, luego durante su exilio en medios europeos como Il Manifiesto y Le Canard Echainé, y en su retorno al país, en Página/12. Las vueltas de la vida: ya como periodista, volvió a recorrer las ciudades y pueblos del interior que había recorrido durante su infancia.

Fue en 1973 cuando irrumpió en la literatura con Triste, solitario y final. Apenas ocurrido el golpe de estado de 1976 se fue a Bélgica y de ahí a París, donde vivió hasta 1983, cuando regresó al país. “Las únicas dos veces que elegí realmente dónde vivir fueron la primera vez que llegué a Buenos Aires y cuando volví del exilio”, dijo alguna vez. Cuando salió de Buenos Aires nadie lo perseguía. Pero “era mejor estar equivocado con la dictadura que tener razón obedeciéndola”. Viajó y se quedó defendiendo a los exiliados y denunciando la desaparición de personas, que siguió acá, orgulloso, hasta sus últimos días, como cuando escribió para la conmemoración de los veinte años de la dictadura: “Fui, con las Madres de Plaza de Mayo, con Cortázar, Osvaldo Bayer, David Viñas, con miles de otros mejores que yo, uno más de lo que los militares llamaban ‘campaña antiargentina’”.

20 enero, 2012

Carta a Rodolfo Walsh. Osvaldo Bayer


Pese a que nací el mismo año que Rodolfo Walsh, siempre lo consideré un maestro. Pese a su asesinato por los sicarios de Massera, Rodolfo sigue hoy más vivo que nunca a través de sus escritos y su ejemplo. Por eso, en el aniversario de su muerte le escribí una carta sabiendo de antemano que me va a responder desde sus libros, cada vez que yo los vuelva a releer. Esta fue mi carta:

"Querido Rodolfo:

Tu carta a la Junta Militar lo previó todo, denunció todo, dijo todo. La escribiste aquí, en tierra y de frente. Basta comparar tus límpidas, escuetas verdades, con el último decreto de los militares que decretó la autoamnistía de los generales en huida, el firmado por aquel Bignone, el único oficial de la historia que entregó a sus propios soldados para que los asesinaran. Vos, con la palabra allí, de frente, sin moverte. Los generales con sus picanas, sus pentonavales, sus capuchas, que ya pensaban en la fuga. Desde el momento en que cerraste el sobre con tu misiva ya comenzaba la derrota del plomo. Tu palabra y tu ética, Rodolfo. Por eso tu nombre ya está en una esquina porteña. Tan pronto, contigo, la Historia hizo su selección. Vos el 'terrorista', listo a la discusión otra vez. Los occidentales y cristianos Videla, Massera y toda su cohorte de amanuenses ya en el techo de la basura de la historia, por los siglos de los siglos. Vos, sin títulos, sin premios. Es que marcaste a fuego, sin proponértelo, al resto de los intelectuales argentinos. Los hubo quienes se sentaron a la diestra del dictador a la mesa servida del triunfo de la picana y hubo otros que no oyeron ni vieron ni hablaron cuando los balazos te fueron llevando la vida. Habrás sonreído cuando leíste la nómina de intelectuales que ahora adhieren a tu recuerdo. Los que te negaron al tercer canto del gallo hoy se apresuran a aplaudirte. ¿Y que dirán aquellos científicos de las letras, faraones y mandarines de cátedras e institutos que te calificaron esteta de la muerte? Hoy se apresuran a poner tus libros en las vitrinas oficiales. Pero nunca le diste importancia a esas cosas. Con tu máquina de escribir te metiste en los intestinos del pueblo, en el dolor y la humillación de la pobrería, de los azuzados. Mientras otros se dedicaban a cuchilleros o hacían romanticismo con antiguos generales fusiladores, vos -decepcionando a los críticos literarios consagrados- te metías en la actualidad: ¡oh pecado!, y todas sus mafias. Algo imperdonable para el olimpo y los repartidores de prebendas. Pero ni reparabas en esto. Trascendías a todas las sectas de café y de cátedra. Estabas en la calle con los perros y los piojos, los jóvenes y los ilusos, eras el Agustín Tosco de las redacciones. Agustín Tosco ¿te acuerdas de ese muchachón en overol que hablaba de cosas como justicia e igualdad, dignidad y deber? Palabras que no figuran más: hoy todos nos empujamos por aparecer en tapa. Te tomaste en serio la palabra. Exageraste en eso de la verdad. Además siempre creíste que había llegado el momento de descifrar ya los jeroglíficos y las claves. Dedicabas tu tiempo a eso mientras los otros trepaban, trepaban. En una sociedad maestra del trepar soñabas con implantar normas que permitieran un país donde todos tuvieran una canilla con agua y maceta con malvones. ¿Por qué tu insistencia si ya se había demostrado que todos esos intentos terminaban como le fue a Rosa Luxemburgo, con un balazo en la nuca y con el rostro en un charco de lodo? Cometiste otro gran error que tampoco los mandarines de las letras podían perdonarte: hiciste la mejor literatura con un estilo directo, claro, preciso, como el de un maestro primario rural. Te entendían y te entienden todos. Rompiste el mito sagrado que un intelectual debe ser un travesti de las palabras y no un sembrador de quimeras y rebeldías. Tu más grande pecado fue hacer arte literario puro con sólo los siete colores primarios.

01 enero, 2012

Sí, por lo menos, soñar. Osvaldo Bayer

Desde Bonn, Alemania
Sí, aquí la nieve. Navidades blancas nos esperan. Bueno, no tan blancas, los nubarrones acechan. Pero, esperanzas, siempre. Deseos, nunca el pesimismo. Pero la realidad... Europa... la civilización europea. En medio de la interminable, infinita discusión, Europa, aquella que salió en sus mares, en carabelas, a “enseñar su cultura” y se llenó de ira, plata y esclavitud para deshacerse a sí misma en guerras, en horcas y trincheras. A pesar de los filósofos y su búsqueda de la “paz eterna” y de su religión que nos enseñaba la “bondad”. Sí, la bondad de los pobres hacia los ricos.
Recuerdo ese ’45, ahora sí, todo será democracia y llegar a la comprensión infinita entre los pueblos. Recuerdo la caída del mundo soviético, ahora sí que el capitalismo demostraría sus frutos, la generosidad rebalsaría los bolsillos, democracia para todos. La actualidad... con una nieve cada vez más chirle y los bosques cada vez más pálidos y reducidos. Pero los autos, sí, los autos. Pese a la crisis, más autos.
Gente sin trabajo. La peor de las epidemias. Pero en los barrios bien no han disminuido las compras. Los artículos de lujo siguen sonriéndonos desde las páginas de las revistas situacionistas y de la televisión privada. Y en las escuelas y las plazas, menos niños. Y los pocos que hay están ante la pantalla. La Alemania del ’45 se convirtió en un país capitalista modelo que dicta recetas. La Unión Soviética en la Rusia de Putin, un maestro en meter la mula hasta en las elecciones mientras en Asia y en Africa se destrozan a palos y con bombardeos estratégicos. Anoche la televisión alemana inundó con lágrimas patrióticas la visita de su ministro de Defensa a Afganistán, donde fue a rendir homenaje a los soldados alemanes caídos durante la ocupación de ese país asiático. Decenas de jóvenes muertos por el ansia occidental y cristiana de demostrar que la única fórmula de vida es la que trata de enseñarnos Occidente desde el tiempo de los romanos. La crueldad de enviar jóvenes uniformados a países desconocidos a hacer cumplir las reglas de Occidente que dicta Estados Unidos. Jóvenes uniformados muertos en todas las latitudes desde siempre. Para ser todos occidentales y cristianos.
La crisis económica que inunda los comentarios de todas las publicaciones. Las distintas fórmulas capitalistas para salir de la crisis que dentro de diez años nos llevarán a otra crisis. En un planeta cada vez más raquítico.
Los diarios alemanes traen en primera página un informe del gobierno: “Uno de cada siete alemanes está amenazado de caer en el nivel de pobreza”. Y es el país más seguro de Europa.
¿Seguimos esta descripción o paramos aquí y comenzamos a sembrar optimismo ya que estamos en las fiestas y a hablar de sonrisas y esperanzas? Sí, podríamos parar aquí con esta actualidad de desocupación y miedos de futuros de miserias, corridas y vidrieras rotas y visitar colegios con sus coros infantiles navideños o fiestas de ancianos que se reúnen para obtener fondos y ayudar a los niños huérfanos africanos. O felicitar a un núcleo de artistas plásticos que ofrecerán sus obras en beneficio de los vagabundos en las ferias de Navidad junto a bombones, tortas navideñas y luces de colores. Y sonreír y pensar con optimismo: el ser humano es invencible, nunca se da por derrotado. Pese a Putin, el presidente Obama, Berlusconi y Bin Laden.
Las campanas de las iglesias siguen tocando en vano. Que sigan tocando, por lo menos incitan a recordar, a levantar en vuelo a las aves, a meterse entre el ruido de los motores.
Sí, piso la nieve de esta aldea alemana con siglos de historia. Está como si nada hubiera ocurrido en el mundo. Su bosque blanco de nieve, sus techos resplandecientes de blancos puros. Y las luces de sus ventanas. Todo en orden por esas calles por las que cada veinticinco años desfilaba una generación de jóvenes uniformados a marchar “al frente”, contra el “enemigo”. Resuelvo no pensar más en la historia, sino sumergirme en la poesía y luego matizarla con música, sí, Schubert y Schumann. Luego, con un buen vino del Rin, ensayar algunas danzas con mi mujer. Todo un poco clásico. Justo me tocan el timbre, el correo: un libro sobre las villas miseria argentinas de un escritor amigo. Y ahora me golpean la puerta: dos damas bien vestidas que hacen una colecta para agrandar el hogar de vagabundos de la zona cuyo número ha aumentado con la crisis. “Vamos a tener un invierno muy crudo”, me dice una de las damas con acento maternal y mirada severa, “esa gente ya no puede dormir en la calle”. Las invito a pasar porque entra mucho frío por la puerta abierta, pero no aceptan porque me dicen que les queda mucha tarea todavía. La única respuesta sólo puede ser la mano que va al bolsillo. Anotación y firma. Todo correcto.
Me siento. No me queda otra cosa que cavilar. Empleo esa palabra porque me parece sabia. Cavilar, pensar, meditar, soñar... pienso, pero casi grito: ¡actuar! Y me asomo por la ventana para seguir la marcha de esas dos mujeres que pese al frío salen a la calle a pedir por vagabundos de los cuales no conocen ni el nombre.
El cartero, junto al libro, me ha entregado una revista argentina que recuerda el 2001 aquel. No puedo dejar de recordar las asambleas barriales. ¡Qué momento inolvidable! Los soñadores vinos todo un futuro: esas viejitas hablando por primera vez en esa masa que se juntaba por necesidad de soluciones. Esos jubilados que ya no hablaban de sus jubilaciones sino de chicos con hambre y que no había que conformarse solamente con hablar, esos jóvenes que pensaban armar colectivos para construir casas... qué imágenes. La repentización de las masas. Sonrío. Sí, hay algo también en el ser humano, hay algo que nos puede llevar a lo racional, lo moral, el hallazgo definitivo de la no violencia en la sociedad. A la ética de la mano abierta y no la de los “countries”.
Me miro con mi mujer, nos hacemos un guiño, ella vuelve a poner música de Schubert y yo levanto las manos para iniciar una danza de esas clásicas, con reverencias, pero también ensayando abrazos.
Fuente: Pagina12