22 diciembre, 2014

La palabra también es visible. Juan José Saer




La palabra también es visible, escrita en el cielo,
su forma es azul, y su textura, la del aire.
El sol dorado habla con chispas de fuego real.
No busquen
símbolos, sino una simple letra de ramas tejidas,
presencia o ausencia, o en el agua, signos turbios.
Las tormentas no anuncian un dios oculto,
los besos reflejan una dulce tentación momentánea.
Donde miremos la sombra y la luz se abrazan de amor,
sobre nuestas cabezas, en lo alto del día, la letra permanece
desde la eternidad, aguardando su sentido.
No busquen
lo que no existe en lo que murmura de amor sin precio,
la tierra virgen, dada en totalidad, acepta nuestros largos abrazos,
piedra de sueño, o sueño de piedra,
sumisa sin embargo a un orden real.

Yo no veo en los árboles sino un llamado.

14 diciembre, 2014

Abuelas de Plaza de Mayo encuentran al nieto 116 en Argentina

El nieto recuperado era hijo de Ana Rubel, "maestra y estudiante de Ciencias Económicas. Cursaba el tercer año de esa carrera cuando fue secuestrada con un embarazo de 2 meses", detalló un comunicado emitido en conjunto con la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación.


EL UNIVERSAL - CARACAS, viernes 05 de diciembre, 2014

Buenos Aires. La Asociación Abuelas de Plaza de Mayo de Argentina informó este viernes que recuperaron al nieto número 116, hijo de una pareja que aún figura como desaparecida durante la última dictadura militar (1976-1983).


La presidenta y fundadora de la organización, Estela de Carlotto, actualmente de visita en México, ofrecerá más detalles durante la jornada, informó AFP.



El nieto recuperado era hijo de Ana Rubel, "maestra y estudiante de Ciencias Económicas. Cursaba el tercer año de esa carrera cuando fue secuestrada con un embarazo de 2 meses", detalló un comunicado emitido en conjunto con la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación.



Su padre, fue Hugo Castro, maestro mayor de obra que trabajó como obrero de la multinacional de autómoviles Ford en la Provincia argentina de Córdoba, antes de mudarse a Buenos Aires a estudiar arquitectura.



"Ambos militaban en el (izquierdista) Frente Argentino de Liberación. Fueron secuestrados en enero de 1977 y trasladados al excentro clandestino de detención que funcionó en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), último lugar donde fueron vistos con vida", indicó el comunicado.



La Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CoNaDI), perteneciente a la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, junto a las Abuelas de Plaza de Mayo, "celebraron con mucha felicidad la noticia", que consideran "un logro más de la lucha de las Abuelas de Plaza de Mayo y del pueblo Argentino".



"Ya son 116 los nietos restituidos", cerraron el comunicado con el anuncio.



Unas 30.000 personas fueron desaparecidas o asesinadas en la dictadura argentina, según organismos humanitarios.



Este año la organización anunció la restitución de tres nietos, pero fue el encuentro de Ignacio Guido Montoya Carlotto, nieto de Estela de Carlotto, el que tuvo el mayor impacto en la sociedad argentina y dio la vuelta al mundo.



El hombre que hoy es un músico de fusión de jazz y folcklor, fue buscado 36 años como Guido Carlotto -por dudas sobre la identidad de su padre- y por una sospecha repentina se sometió voluntariamente a un estudio de ADN que confirmó en agosto que era el nieto de la abuela más popular de Argentina.



Abuelas de Plaza de Mayo se creó en octubre de 1977 y el nieto de De Carlotto había sido el 114 hallado, de unos 500 niños que se estima nacieron en centros de detención clandestinos y luego apropiados por cómplices del régimen.

02 diciembre, 2014

Juan José Saer y el relato de la memoria



La patria de un escritor no es sino la infancia y la lengua, señala Juan José Saer (Serodino, 1937), quien hace más de treinta años dio un salto de una provincia ignota de su patria austral al lugar en el que, especialmente para los argentinos, se ha fijado siempre el meridiano de la cultura. Desde este lugar llamado París, Saer el memorioso no cesa de reconstruir el "mundo adentrado" de su infancia: la ciudad de Santa Fe, el enjambre de islas y arroyos, los pueblos costeros en la orilla del Paraná, la llanura con su horizonte circular vacío y monótono que conforman la "zona", el núcleo espacial de su literatura en el que deambulan sus personajes recurrentes. Las narraciones saerianas –siempre capaces de generar nuevas historias, conformando una suerte de "novela total"– parecen así erigirse sobre la base de puros recuerdos que los personajes convocan no ya desde los signos sensoriales –como quería Proust– sino desde de la lectura, como si estas experiencias personales, inciertas, extraviadas en los pliegues de la memoria, necesitaran ser traspasadas, a la manera faulkneriana, por el filtro de relatos de otros y encontrar su lugar en una constelación libresca para poder constituirse, en definitiva, en una historia. Pero no demandemos a los cuentos y las novelas de Saer "aventuras bellas e interesantes" con las que evadirnos de la rutina cotidiana. La suya no es una literatura de diversión conforme a las expectativas del mercado, sino una escritura fuertemente comprometida con su propia búsqueda formal y entendida, en la más pura tradición de Macedonio Fernández, como una "función de pensamiento".