17 enero, 2011

El almirante que mostró la hilacha. Osvaldo Bayer

Ante la muerte del genocida Massera

Un personaje tan completo como el muerto no vamos a encontrar en toda la historia argentina. Completo en su total decadencia moral, crueldad, ambición fuera de toda medida. Almirante de la Marina de Guerra de la Nación. Massera, a secas.

Traicionó, como otros tantos uniformados en nuestra historia desde 1930, a su juramento pronunciado al recibirse de guardiamarina de ser fiel a la Constitución Nacional. Pero, claro, ante tantos otros ejemplos desde Uriburu, en ese 30, ya casi sólo sería un delito argentino. No, lo feroz de su conducta se puede sintetizar en una sola palabra: la ESMA. Para qué más. Basta ver la celda mínima donde estuvieron tiradas en el piso durante seis meses las tres primeras Madres de Plaza de Mayo. Arrojadas luego desde un avión, vivas, al río. Almirante Massera, esa fue su máxima acción de guerra como almirante. Almirante argentino.

La ESMA: una fábrica del máximo horror a lo Massera. Sí, esa expresión va a quedar para siempre en la historia: Torturar a lo Massera, hacer desaparecer a lo Massera, robar niños a lo Massera.

Y su ambición, sus negocios, su afán de figuración, su ansia de poder: quería ser presidente, millonario, estanciero, empresario, propietario de todo lo que tenía a su alcance. Y llegó sólo a ser un infame y corrupto traidor a todo principio de ética, de humanismo, de grandeza. Eso sí, cuando entraba en una iglesia era el primero que se arrodillaba y santiguaba. Completo. ¿Dónde aprendió todo eso? ¿De sus padres, en la Escuela Naval, en los cursos de oficiales, en su conocido fervor católico?

Massera. Un vocablo que quedará para siempre entre los próceres de la picana eléctrica, invento argentino. Una galería interminable que empieza con el comisario Polo Lugones, el coronel Falcón, el teniente coronel Varela... y la lista sería interminable en esta historia argentina que comenzó con aquellos increíbles hombres de Mayo. Los nombro: Belgrano, Moreno, Castelli, Monteagudo. Y nace la pregunta desesperada: ¿qué nos pasó a los argentinos? Desde aquel Mayo a ese marzo del 76 en que iba a empezar la marcha hacia la desaparición del respeto a la vida. Comienza la “desaparición” llamada ya la “muerte argentina” en los diccionarios de ideas afines. Para siempre. Videla, Massera, Agosti, Viola, Galtieri, y cien, mil más, todos los que obedecieron, y sus civiles: Martínez de Hoz y los ministros que juraron por “Dios y por la Patria” y sus embajadores y sus soplones y rufianes.

¿Qué más podemos escribir de este ser que acaba de morir: de sus negociados, sus veleidades, sus calenturas, su sonrisa siempre cínica? ¿Para qué? Si basta con nombrar lo que ya nombramos: la ESMA. Está todo dicho. El templo de la infamia más perversa de la historia humana. Un sinónimo de Auschwitz. Los argentinos, sí, tenemos nuestro Auschwitz. Y nuestro Himmler. Uno, silencioso, de mirada con el dejo de desprecio a la vida; el nuestro, ruidoso, de carcajada sonora, de darte el golpecito amigo en la espalda, del abrazo. Aquel, sombrío como un cuervo sin sotana; el nuestro siempre sonriente, amistoso, un galán con espada al cinto y gorra cargada de perversidades.

Sí, ya sé, me van a decir que me están faltando los adjetivos. No, me sobra el dolor, pensando en los últimos minutos de Rodolfo Walsh en la ESMA, y en todos los Rodolfo Walsh y las Azucena Villaflor que cayeron en las manos de ese verdugo sucio y voraz.

Permítaseme este escrito donde trato de hacer un resumen de los sentimientos que me provoca esa figura y la de todos los serviles que le hicieron la venia y le dijeron: “Ordene, mi almirante”.

Nos quedará para siempre el dolor. Rodolfo, Azucena. En nombre de los miles.

Ojalá exista el infierno para el almirante de la muerte, los negociados y la corrupción.

Lo merece. Allí con Roca, Falcón, el Polo... y tantos otros. Una galería argentina. En contraposición con la otra galería argentina. La de los Héroes del Pueblo, los Hijos del Pueblo, como les cantaba la gente humilde de principios del siglo pasado a quienes daban todo por una vida mejor. Los que creían en un mundo de la mano abierta contra los que siempre propiciaron la ESMA.

10 enero, 2011

Una marca de talento que unió generaciones, María Elena Walsh


Despedirla es dejar ir un pedazo de nosotros mismos.


-María Elena Walsh-
-Argentina, Buenos Aires, 1 de febrero de 1930 – 10 de enero de 2011-

02 enero, 2011

Rebelde Amanecer. Osvaldo Bayer

Tuve en mis brazos a Auca Liwen, una niña mapuche de Ñorquinco, de seis meses de edad. Su nombre significa Rebelde Amanecer en su idioma. Es todo un símbolo. Conocí a ese pueblo originario en 1958, cuando viví en Neuquén. Era un pueblo silencioso, como si hubiese aceptado su destino de pueblo vencido por el ejército de Roca. En cambio, el pueblo que encontré ahora, en mi reciente viaje por San Martín de los Andes, Aluminé, Ñorquinco, visitando todas las comunidades mapuches de esa zona, mantiene su idioma, sus costumbres y lucha por sus tierras y por el respeto hacia su cultura. Es una especie de Rebelde Amanecer. Hablan suavemente, exponen las injusticias sufridas desde el momento en que aparecieron las tropas invasoras del general Roca, dicen toda la historia sin agresiones ni espíritu de venganza, en un tono de tristeza y de melancolía. Pero se quejan de que los agresores les han metido monumentos a Roca hasta en el último rincón, y nombres de los generales y coroneles genocidas a ciudades, lugares y lagos del hermoso paraíso. Pero a quien odian más es a la figura del perito Moreno, elevado a figura señera de la Nación por el Ejército Argentino y toda la sociedad encubridora que les sigue detrás.

Uno lee al sabio Alexander von Humboldt en su maravilloso libro sobre su viaje por aquella América de fines del siglo XIX y no puede menos que titularlo el "verdadero descubridor de América" porque, además de la naturaleza, descubre al ser humano y lo integra al paisaje. Mientras el brutal colonialismo español a su alrededor explotaba a esa naturaleza y sus habitantes, Humboldt enseñaba a "comprender el espíritu de la naturaleza", el equilibrio que luego Haeckel llamaría ecología. Pero ecología con el ser humano incluido. "La naturaleza - escribía Humboldt- es para la observación pensante, unidad dentro de la multiplicidad, unión de lo múltiple en forma y mezcla, suma de los sujetos y de las fuerzas naturales como en todo lo vivo. El resultado más importante de la investigación física -realizada con sentido- es por eso la siguiente: reconocer la unidad en la multiplicidad, desde lo individual abarcar todo lo que en la última era nos ofrecen los descubrimientos, aislar las particularidades analíticamente y no ser derrotados por su masa. Teniendo en cuenta el destino superior del ser humano, comprender el espíritu de la naturaleza que yace escondido bajo el envoltorio de la apariencia. Por este camino nuestra vocación traspasa la estrecha frontera del mundo de los sentidos y podemos así lograr el dominio, por medio de las ideas, de la materia cruda del punto de vista empírico, entendiendo a la naturaleza". Y Humboldt se maravillará de las costumbres y el idioma de los habitantes autóctonos.

En cambio, el perito Moreno argentino verá otra cosa. Mostrará su mayor interés por los límites con Chile y por hacer aparecer todo como argentino. Para ello despreciará a los habitantes naturales llamando "cara de sapo" a los mapuches y relatando escenas como ésta: "Es asqueroso el espectáculo que presentan estas terribles viejas, ya borrachas. Estas infernales brujas, repugnantes engendros, degradan la danza saltando borrachas (...) mujeres pintadas de negro y de melenas desgreñadas. La enorme cantidad de fruta de calafate que han comido esta mañana han teñido los alrededores de sus bocas de un color violáceo; las tiras de grasa de potro que han traído en sus recados, que se han humedecido con el sudor del caballo antes de servirle de alimento y que devoran, han dejado en sus mejillas blancos residuos que quedan pegados sobre sus caras con el zumo del calafate. Comen estos indios con tanta suciedad como los cerdos, tienen grasa hasta en los ojos, y el cabello está apelmazado por ella".

Claro, el perito queda al desnudo porque antes dice: "Doy a los indios un poco de aguardiente", pero así y todo hubiera podido describir la escena sin compararlo con los cerdos, y dejándose llevar por otras escenas que presenció sin aguardiente, principalmente las representacionesespirituales en los Rewe, que son los lugares donde los mapuches hacen convocatorias de una filosofía poética refinada. Conocí el Rewe de Ñorquinco, para mí el lugar de más profunda belleza que he conocido en mi vida.

El perito en fronteras, Francisco Pascasio Moreno, al llegar a esos lugares se creyó dueño de todo y con un irracional "patriotismo", como siempre lo llamaba él, comenzó a cambiar los bellos nombres poéticos en tehuelche, pehuenche y mapuche que tenían esas regiones. Por eso, al primer lago que encontró lo llamó "Argentino", al segundo "San Martín", a unos montes los llamó "Lavalle" (el nombre del asesino de Dorrego). Al más bello le quitó el nombre en lengua pehuenche para ponerle el nombre de un amigo: "Gutiérrez". El perito, una especie de Dios bautizador. Dueño y Señor. Al perito, el gobierno de la Nación le regalará 50 leguas cuadradas de tierra patagónica. Porque eso es lo que se quería, la tierra. Lo dice claramente la Sociedad Rural de los estancieros bonaerenses que aboga por la "más severa represión de los indios salvajes". Fíjese el lector los apellidos: los de siempre, los de antes y los de ahora: José Martínez de Hoz, Amadeo, Leloir, Temperley, Atucha, Ramos Mejía, Llavallol, Unzué, Miguens, Terrero, Arana, Casares, Señorans, Martín y Omar, Real de Azúa. Y triunfarán. El general Roca lo anunciará: "La ola de bárbaros que ha inundado por espacio de siglos las fértiles llanuras ha sido por fin destruida". Y el general de las mil estatuas y de las miles de leguas de tierras que llegará así a la fortuna personal lo explicará en el Congreso: "El éxito más brillante acaba de coronar esta expedición, dejando así libres para siempre del dominio del indio esos vastísimos territorios que se presentan ahora llenos de deslumbradoras promesas al inmigrante y al capital extranjero". Está todo dicho. Ahora sí que éramos todos argentinos. La bandera azul y blanca para el estanciero Martínez de Hoz.

Para los mapuches, los ranqueles, los tehuelches... este porvenir, lo dice claramente el diario El Nacional de Buenos Aires cuando termina la "Campaña del Desierto": "Llegan los indios prisioneros con sus familias. La desesperación, el llanto no cesa. Se les quita a las madres sus hijos para en su presencia regalarlos, a pesar de los gritos, los alaridos, y las súplicas que hincadas y con los brazos al cielo dirigen las mujeres indias. En aquel marco humano, unos se tapan la cara, otros miran resignadamente al suelo, la madre aprieta contra el seno al hijo de sus entrañas, el padre se cruza por delante para defender a su familia de los avances de la civilización argentina".

Está todo dicho. Occidental y cristiano.

El jueves pasado se celebró con la presencia de Kirchner el centenario en que el perito Moreno donó al Estado tres leguas cuadradas de las veinte que le había regalado Roca por los servicios prestados. Generoso el hombre. Tres de veinte. De tierras que no le pertenecían. Pero el Estado, cumplidor, le agradece año tras año esta generosidad cristiana al llamado perito. El jueves, en Bariloche, todas las autoridades que hablaron se deshicieron en alabanzas al perito. Menos los mapuches presentes, que le gritaron racista y ladrón cuando los oradores lo nombraban.

Aparte de ese episodio, se oyó la voz del titular de Parques Nacionales, Héctor Espina, quien dijo, por fin, la verdad. Aseguró que su institución cumplirá "con el mandato constitucional de reconocer las propiedades comunitarias de nuestros pueblos originarios, quienes mucho antes que nosotros custodiaron estos valores fundamentales".

Es que el nuevo movimiento mapuche va dando sus frutos. Ellos reclaman una nueva relación intercultural, un desarrollo con identidad, autonomía, derecho a una vida digna sin la cual "la Justicia es una farsa y la democracia, una mentira". Roca y su perito van quedando en el sótano de la historia. Se abre una nueva Historia. La del "Rebelde Amanecer", como el nombre de la niña mapuche que tuve en mis brazos.