28 noviembre, 2009

¿Quién nos traza el rumbo?

Si todo se cumpliera en este momento
no existiría el agua florecida de la aurora
no existiría consumación

la ola no viviría presente
y lo por venir
se amplificaría como los íconos

cilindros monocromos
hacia una conspicua dimensión.

23 noviembre, 2009

Tú, asonada

Matiz insumiso
entendiendo los ojos del alma
donde mora la memoria de los muertos
con sus granos y tallos de tristeza.
Polvillo acorde, todo tu color ecuánime en la médula.

10 noviembre, 2009

Francia llora la muerte de Claude Lévi-Strauss, padre de la Antropología

El etnólogo más influyente del siglo XX y precursor de la ecología, fallece a unas pocas semanas de cumplir 101 años.
Por: Fernando Iturribaria




Francia llora a su mayor pensador del siglo XX. La intelectualidad gala ha quedado huérfana de su figura más destacada e influyente en el mundo de las ideas. Claude Lévi-Strauss, padre de la antropología moderna, pionero del estructuralismo y precursor de la ecología, falleció el pasado viernes o sábado, según las distintas fuentes, a pocas semanas de cumplir 101 años; lo haría el próximo 28 de noviembre.
La noticia fue divulgada ayer por la Escuela de Altos Estudios Sociales y por su editor, Plon, que no precisaron las causas ni el lugar del deceso. El anciano sabio, cuyos restos ya han sido inhumados en Lignerolles (Borgoña), no participó en persona el año pasado en los actos conmemorativos del centenario de su nacimiento dada su avanzada edad.
El etnólogo rehabilitador del pensamiento primitivo, visionario de conciencia universal, nació en Bruselas de padres judíos oriundos de Alsacia que se instalaron en París cuando tenía unos cuantos meses. Catedrático de Filosofía con sólo 23 años, el revolucionario de las ciencias humanas y sociales descubrió su vocación por la etnología al leer 'Primitive Society', obra en la que el estadounidense Raymond Lowie narra sus vivencias en las sociedades indígenas.
En 1935 aceptó un puesto de profesor de Sociología en la Universidad de Sao Paulo y emprendió una larga expedición de meses con su mujer por el Mato Grosso brasileño al encuentro de tribus primitivas. Relató esta experiencia fundacional en el libro 'Tristes Trópicos' (1955), obra maestra que le hizo mundialmente célebre, con un trabajo de campo excepcional y una ingente producción intelectual centrada en el estudio teórico.
Víctima de las leyes antisemitas del régimen colaboracionista con los nazis de Vichy, el nieto por parte materna del gran rabino de Versalles encontró refugio en 1940 en la neoyorquina Fundación Rockefeller, donde trabó amistad con Roman Jakobson. «Yo hacía estructuralismo sin saberlo. Jakobson me reveló la existencia de un cuerpo doctrinario ya constituido en disciplina: la lingüística. Para mí fue una iluminación», solía recordar el pensador, que firmaba entonces como Claude L. Strauss para diferenciarse de la firma de ropa tejana. «Viví varios años en Estados Unidos con el apellido mutilado. Esta desgraciada homonimia no ha cesado de asediarme como un fantasma. Todavía no pasa un año sin que reciba, en general de África, un pedido de vaqueros», se lamentaba.
Lévi-Strauss sentó las bases del estructuralismo antropológico para poner de manifiesto las normas y las leyes rectoras de las relaciones sociales, el lenguaje, la creación artística y unos mitos a cuyo estudio, como relatos estructurantes de la continuidad del grupo y de la especie, consagró buena parte de su vida. Teorizador de las infraestructuras inconscientes modeladoras de las relaciones familiares, en dos discursos memorables pronunciados en la Unesco en 1952 y 1971 demolió las pretensiones científicas del racismo.







Entrevista a Claude Lévi-Strauss

El jueves 24 de abril de 1997, en el suplemento “Cultura y Nación”, el diario argentino Clarín publicó una entrevista a Claude Lévi-Strauss. El entrevistador fue Michel Zlotowski, quien destaca que aunque el antropólogo francés no concede entrevistas, hizo una excepción ya que se considera amigo de la Argentina.
En ese momento tenía casi 90 años y el artículo se tituló “Desencantos de un mito del siglo XX”. Éste giró principalmente sobre la etnología, la función de la tecnología en esta disciplina, el desencanto de la sociedad actual e incluso la ecología y una mirada hacia sí mismo.





M.Z.: – ¿Su campo de estudio no se redujo singularmente desde que usted comenzó a trabajar?

LÉVI-STRAUSS: -Por supuesto, pero ya se había reducido singularmente desde los comienzos de la etnología cuando yo comencé a trabajar. Cuando a fines del siglo XVIII se constituyó una Sociedad para el Estudio del Hombre, uno de los grandes argumentos en su declaración de fundación era que el mundo estaba transformándose con tanta rapidez que pronto las sociedades “exóticas” dejarían de existir. Cuando el año mismo de mi nacimiento (1908), Frazer inauguró en la Universidad de Liverpool la primera cátedra en el mundo llamada Antropología Social, dijo exactamente lo mismo. Esto se remonta a mucho antes. En Montaigne, en el siglo XVI, ya se encontraba la idea de que estas civilizaciones americanas que se acababan de descubrir estaban condenadas a desaparecer. No hay nada de nuevo en esto, y es cierto que nuestros campos de estudio no dejan de limitarse, pero, al mismo tiempo, nuestros métodos de investigación y de trabajo son cada vez más finos y, en cierto modo, esto funciona como una especie de compensación.

M.Z.: – ¿La aparición de nuevas herramientas tales como la cámara digital…cambiará el trabajo de los etnólogos?

LÉVI-STRAUSS: – Cuando yo ejercía en la investigación, el grabador todavía no existía. Nació durante la última guerra. Es cierto que yo tenía entre las manos una pequeña cámara que manejaba como amateur, con película de 8 mm. Pronto la abandoné, porque era necesario elegir entre mirar intentando comprender o ver con el ojo fijo en el objetivo de la cámara para tratar de hacer un buen encuadre. Para mí, el equipo ideal es un cuaderno de notas y un lápiz. Pero debo decir que si tuviéramos aunque sea un cuarto de hora de película hecha en la Atenas del siglo V antes de nuestra era, comprenderíamos más de Grecia que todo lo que se escribió sobre ella desde el Renacimiento…

M.Z.: – ¿La observación no sería más objetiva con la utilización de este material? ¿El hecho de tener que trabajar sobre datos escritos recogidos por otros no dio lugar a distorsiones subjetivas?

LÉVI-STRAUSS: – Pienso que nada cambiaría. El hombre que estuviera detrás de la cámara también influiría, nada más que con su elección: ¿Qué elegiría mirar, que intentaría escuchar? Sería similar, siempre habrá un intermediario humano…

M.Z.: – Usted consagró su vida al estudio de sociedades, como se dice, primitivas. Sin embargo, publicó muy poco sobre las sociedades occidentales. ¿Por qué?

LÉVI-STRAUSS: – …Razones subjetivas… Muchos etnólogos, entre los que me incluyo, se inclinan por sociedades diferentes porque no se sienten perfectamente a gusto en la suya. …Si bien es cierto que para estudiar una pequeña sociedad de Melanesia o del centro de Brasil no tenemos muchos medios de investigación más que ir allí a ver, cuando se trata de sociedades como la nuestra, la observación directa puede aportar muy poco en comparación con lo que la historia y los archivos nos ofrecen… hay que ser historiador… el estudio etnográfico luego podrá agregar pequeños fragmentos… mientras que cuando se trata de sociedades sin escritura y sin archivo, casi todo recaerá en el trabajo etnológico. Esto es cada vez menos así, porque hay pocas poblaciones en el mundo que no hayan sido vistas desde hace treinta, cincuenta, a veces cien o incluso doscientos años. Cada vez hay más archivos que consultar.

M.Z.: – ¿No hay urgencia para las sociedades occidentales?

LÉVI-STRAUSS: – No, no es lo que quiero decir. Siempre existe la misma urgencia, ya que estas sociedades cambian…la sociedad en París, en Buenos Aires, no será la misma mañana.

M.Z.: – Usted pasó su vida estudiando los mitos, las creencias, las religiones. ¿Tiene fe?

LÉVI-STRAUSS: – Nunca experimenté ningún sentimiento religioso, ni siquiera en la infancia.

M.Z.: – ¿Qué remplaza, en usted, el sentimiento religioso?

LÉVI-STRAUSS: – Habría puntos de contacto, diría, pero no serían ni con el judaísmo ni con el cristianismo. Más bien con el sintoísmo. El único sentimiento de lo sagrado que puedo tener, o que puede acercársele, es el que siento por el espectáculo de las especies animales y vegetales, de la diversidad, de la complejidad del mundo, de la belleza de las bestias e incluso de las piedras…

M.Z.: – ¿No hay, a la larga, un riesgo de reducir el pensamiento a un simple fenómeno mecánico, químico?

LÉVI-STRAUSS: – No, sería el mismo tipo de reproche que me hacen cuando me dicen “usted suprime a la persona, suprime el sujeto”. Muchas veces utilicé, y sigo utilizando, la imagen del microscopio. En el microscopio hay una plataforma con objetivos de distintos espesores. Según el espesor que uno elija, en una gota de agua, se ven cosas totalmente diferentes. O bien se ve solamente el agua si uno la mira sin lente, o bien polvillos y sales si utiliza un espesor delgado. Con un espesor más grueso ve pequeñas bestias que circulan dentro y con un espesor mucho mas importante, verá las moléculas de las que están hechas estas pequeñas bestias y las pequeñas bestias mismas ya no existirán. Es exactamente lo mismo en las ciencias humanas, ya sean cognitivas, etnología u otra. Usted elige un cierto espesor. Eso no quiere decir que los otros niveles no existan. Quiere decir que para las necesidades de su investigación, usted hace “como si” no existieran. Y, más tarde, todo eso será reintegrado y volverá a formar un todo.


Fuente: Clarín

05 noviembre, 2009

Trazo del árbol

Con golpe de viento
en el azul oceánico
se postró el trazo del árbol

el retozo epicúreo de la luna
hacia el austro vivo
transitó como una ola entre deslices

desolado en noches como éstas
te supongo cayendo silenciado
a la base de ese mar como una almendra.