22 diciembre, 2014

La palabra también es visible. Juan José Saer




La palabra también es visible, escrita en el cielo,
su forma es azul, y su textura, la del aire.
El sol dorado habla con chispas de fuego real.
No busquen
símbolos, sino una simple letra de ramas tejidas,
presencia o ausencia, o en el agua, signos turbios.
Las tormentas no anuncian un dios oculto,
los besos reflejan una dulce tentación momentánea.
Donde miremos la sombra y la luz se abrazan de amor,
sobre nuestas cabezas, en lo alto del día, la letra permanece
desde la eternidad, aguardando su sentido.
No busquen
lo que no existe en lo que murmura de amor sin precio,
la tierra virgen, dada en totalidad, acepta nuestros largos abrazos,
piedra de sueño, o sueño de piedra,
sumisa sin embargo a un orden real.

Yo no veo en los árboles sino un llamado.

14 diciembre, 2014

Abuelas de Plaza de Mayo encuentran al nieto 116 en Argentina

El nieto recuperado era hijo de Ana Rubel, "maestra y estudiante de Ciencias Económicas. Cursaba el tercer año de esa carrera cuando fue secuestrada con un embarazo de 2 meses", detalló un comunicado emitido en conjunto con la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación.


EL UNIVERSAL - CARACAS, viernes 05 de diciembre, 2014

Buenos Aires. La Asociación Abuelas de Plaza de Mayo de Argentina informó este viernes que recuperaron al nieto número 116, hijo de una pareja que aún figura como desaparecida durante la última dictadura militar (1976-1983).


La presidenta y fundadora de la organización, Estela de Carlotto, actualmente de visita en México, ofrecerá más detalles durante la jornada, informó AFP.



El nieto recuperado era hijo de Ana Rubel, "maestra y estudiante de Ciencias Económicas. Cursaba el tercer año de esa carrera cuando fue secuestrada con un embarazo de 2 meses", detalló un comunicado emitido en conjunto con la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación.



Su padre, fue Hugo Castro, maestro mayor de obra que trabajó como obrero de la multinacional de autómoviles Ford en la Provincia argentina de Córdoba, antes de mudarse a Buenos Aires a estudiar arquitectura.



"Ambos militaban en el (izquierdista) Frente Argentino de Liberación. Fueron secuestrados en enero de 1977 y trasladados al excentro clandestino de detención que funcionó en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), último lugar donde fueron vistos con vida", indicó el comunicado.



La Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CoNaDI), perteneciente a la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, junto a las Abuelas de Plaza de Mayo, "celebraron con mucha felicidad la noticia", que consideran "un logro más de la lucha de las Abuelas de Plaza de Mayo y del pueblo Argentino".



"Ya son 116 los nietos restituidos", cerraron el comunicado con el anuncio.



Unas 30.000 personas fueron desaparecidas o asesinadas en la dictadura argentina, según organismos humanitarios.



Este año la organización anunció la restitución de tres nietos, pero fue el encuentro de Ignacio Guido Montoya Carlotto, nieto de Estela de Carlotto, el que tuvo el mayor impacto en la sociedad argentina y dio la vuelta al mundo.



El hombre que hoy es un músico de fusión de jazz y folcklor, fue buscado 36 años como Guido Carlotto -por dudas sobre la identidad de su padre- y por una sospecha repentina se sometió voluntariamente a un estudio de ADN que confirmó en agosto que era el nieto de la abuela más popular de Argentina.



Abuelas de Plaza de Mayo se creó en octubre de 1977 y el nieto de De Carlotto había sido el 114 hallado, de unos 500 niños que se estima nacieron en centros de detención clandestinos y luego apropiados por cómplices del régimen.

02 diciembre, 2014

Juan José Saer y el relato de la memoria



La patria de un escritor no es sino la infancia y la lengua, señala Juan José Saer (Serodino, 1937), quien hace más de treinta años dio un salto de una provincia ignota de su patria austral al lugar en el que, especialmente para los argentinos, se ha fijado siempre el meridiano de la cultura. Desde este lugar llamado París, Saer el memorioso no cesa de reconstruir el "mundo adentrado" de su infancia: la ciudad de Santa Fe, el enjambre de islas y arroyos, los pueblos costeros en la orilla del Paraná, la llanura con su horizonte circular vacío y monótono que conforman la "zona", el núcleo espacial de su literatura en el que deambulan sus personajes recurrentes. Las narraciones saerianas –siempre capaces de generar nuevas historias, conformando una suerte de "novela total"– parecen así erigirse sobre la base de puros recuerdos que los personajes convocan no ya desde los signos sensoriales –como quería Proust– sino desde de la lectura, como si estas experiencias personales, inciertas, extraviadas en los pliegues de la memoria, necesitaran ser traspasadas, a la manera faulkneriana, por el filtro de relatos de otros y encontrar su lugar en una constelación libresca para poder constituirse, en definitiva, en una historia. Pero no demandemos a los cuentos y las novelas de Saer "aventuras bellas e interesantes" con las que evadirnos de la rutina cotidiana. La suya no es una literatura de diversión conforme a las expectativas del mercado, sino una escritura fuertemente comprometida con su propia búsqueda formal y entendida, en la más pura tradición de Macedonio Fernández, como una "función de pensamiento".

23 noviembre, 2014

Una región instalada en el imaginario, no en la geografía


Por Mora Cordeu
La voz grave de Osvaldo Bayer marca el tono de la mesa redonda sobre la Patagonia realizada en el Auditorium del stand argentino de la 63a edición de la Feria del Libro de Frankfurt, sobre un tema que convoca a los escritores Leopoldo Brizuela, Mempo Giardinelli, María Rosa Lojo, además del investigador de tantos hechos acontecidos en ese mítico, histórico y lejano sur.
"Más de dos millones de hectáreas de la Patagonia en manos de 137 estancieros ingleses", lee Bayer y mecha datos de su propia cosecha de una investigación que le llevó años para documentar: los sucesivos expolios, la dominación de los pueblos originarios por parte de los nuevos dueños de la tierra, cuando el territorio del país apenas alcanzaba al sur de la provincia de Buenos Aires.
Y entre esos dueños, hay nombres que no se olvidan como Mauricio Braun, cuya estancia "Coy-Aike" cerca del río Coyle, en Santa Cruz, de cien mil hectáreas y la lista continúa, interminable.
Y surge la campaña de Julio Argentino Roca entre 1879 y 1884 y la casi extinción de una raza legendaria, los tehuelches, nunca reconocidos por el invasor.
E interviene María Rosa Lojo, para subrayar que "la Argentina moderna y muy bárbara que se constituye despues de Roca, es como un enclave blanco en América del Sur.
Lojo menciona los textos literarios de las escritoras Rosa Guerra y Eduarda Mansilla, que cuentan de la cautiva Lucía Miranda, incluido en la crónica llamada "La Argentina manuscrita", de 1612, de Ruy Díaz de Guzmám y que es objeto de una larga serie de reelaboraciones historiográficas y literarias hasta 1929".
Una historia trágica entre un cacique timbú y la española Miranda, esposa de un militar español. "Lejos de presentar una sociedad `blanca` Ruz Díaz se refiere (elogiosamente al mestizaje) del que él mismo había nacido.
El acento de la desaparición de los indígenas "toca más lo cultural ya que el punto de partida es un análisis reconstructivo de la historia", analiza Lojo.
Desde otro ángulo, más imaginario que histórico, Leopoldo Brizuela habla de la Paragonia como un territorio de la imaginación, "algo que sucedió con otras regiones europeas como Portugal. Yo lo elijo como un imaginario que invento con una intención política", observa.
Y menciona tres momentos: "La posible guerra con Chile, la guerra de las Malvinas y la reivindicación en 1980 que hizo la dictadura militar de la campaña del Desierto, a cien años, donde el genocidio y la guerrilla se aúnan. Más que escribir sobre hechos reales se escribe sobre imaginarios", desliza sobre "la incapacidad de contar el genocidio de la dictadura".
"Fuegia", de Eduardo Belgrano Rawson, ese libro "cuando lo leí, recuerda Brizuela "fue como un deslumbramiento". "Ahí empecé a profundizar sobre la historia de la Patagonia. Y las metáforas sobre los años 90 y el genocidio de los 70, también contado por Belgrano Rawson desde el genocidio indígena".
"Recién en el 2003 empecé a ir a la Patagonia -relata Brizuela- y conocí gente ahí que vive con un imaginario tan irreal como el mío, con un fanatismo por subrayar la propia identidad. Mi Patagonia tiene una impronta muy literaria".
También, la Patagonia de Mempo Giardinelli comenzó como un sueño, "un viaje a Ushuaia para comenzar a ver esa Argentina que me costaba imaginar".
Mempo habla de la impresión que le causó la lectura de "Los dueños de la tierra", de David Viñas, el impacto que tuvo con "La Patagonia rebelde" y otros libros que leyó de adulto como "Memorias de carrero patagónico, menciona el chaqueño y agrega otro texto de su amigo Luis Sepúlveda: "Patagonia Express".
Recordando lecturas, nombra "Viento nocturno" de Saint Exupery y otro escrito con un amigo ("Final de novela en Patagonia") acerca de un viaje que ambos hicieron en un viejo ford fiesta por la región. "No es un libro cordial, me encontré con la Patagonia postmenemista", define el escritor.
Fuente: Telam.com
Cultura
13 de Octubre
Patagonia en la Feria de Frankfurt

12 noviembre, 2014

Duras críticas de Bayer a Hebe Bonafini


Hebe llevó a la perdición a las Madres cuando las hizo oficialistas ”, dijo el historiador, Osvaldo Bayer, en un reportaje con la revista Sudestada , sobre la titular de las Madres de Plaza de Mayo, Hebe Bonafini.“La que se enojo a muerte y se enojo para siempre fue Hebe Bonafini, porque critiqué al gobierno. En 6,7,8 dije las cosas buenas y las malas porque es la realidad. Realmente hay que sufrir cuando uno ve a los pibitos desnutridos, o la gente vendiendo trapos en las calles y los cagan a palos. Hay cosas tan injustas. No hay que esconder la realidad.A Hebe no le podés hablar mal del gobierno ”, explicó Bayer que sostuvo que después de esa entrevista en el programa 6.7.8, Bonafini lo llamó para pedirle explicaciones y le cortó el teléfono.“A mí Schoklender nunca me habló. Nunca le hablé mal de él porque conozco a las mujeres cómo son con sus hijos, que les perdonan todo. Hebe, no sé por qué, se sintió madre de Schoklender. Y de repente, corta conmigo porque yo digo eso de las villas miseria. ¿Qué había pasado? Para mí, Schoklender le cambió la mentalidad . Es algo inexplicable, viejo”, sostuvo el autor de “La Patagonia Rebelde”. “Los organismos de DDHH tienen que mantener esa línea de independencia. Y Hebe llevó a la perdición a las Madres cuando las hizo oficialistas”, criticó. “Los organismos de DD.HH. tienen que mantenerse sin intervenir políticamente, y criticar y defender los derechos de todos”, agregó Bayer.
CLARIN12/05/12 

24 septiembre, 2014

Nuevas fantasías de la realidad. Osvaldo Bayer





     Siempre la sorpresa, lo inimaginable. Por eso nunca darse por vencido. Siempre guardar optimismo para el futuro. En estos últimos días he vivido dos experiencias inimaginables. Si uno escribe una novela sobre lo que vamos a tratar, nadie lo creería o murmuraría: “Este periodista, hoy, antes de escribir se ha tomado unas copas de más”.
Primer caso: en la cárcel de Devoto se nos permitió exhibir a los presos el film Simón, que justo trata del joven de 18 años de edad que dio muerte al jefe de Policía de Buenos Aires, el coronel Ramón Falcón, Simón, que pasó a ser un verdadero mártir de los trabajadores argentinos, ya que así se hacía justicia con las propias manos contra el feroz represor del 1º de mayo de 1909, en Plaza de Congreso. Por ese hecho. Simón Radowitzky fue condenado primero a ser fusilado pero, al demostrar el acusado que tenía apenas 18 años, fue condenado entonces a prisión perpetua a cumplir en la Siberia argentina, el penal de Ushuaia, adonde se enviaba a todos los peores asesinos.
Justo este tema fue debatido el jueves pasado nada menos que con los presos de Villa Devoto. Simón, para cometer el hecho, usó de la filosofía anarquista que proclamaba: cuando en un pueblo no hay justicia, el pueblo tiene derecho a hacer justicia con sus propias manos. Y Simón le arrojó una bomba el asesino de obreros. La bomba, para los anarquistas, significaba la explosión de la ira del pueblo ante la conducta de los poderosos.
Los presos de Devoto que presenciaron el film son alumnos de los cursos universitarios que se dictan en dicha cárcel. Y se les presentaba allí un caso que era un verdadero tema para debatir. Más cuando escucharon las razones a las que aludió el coronel Falcón para justificar la feroz represión que había ordenado contra las columnas obreras que recordaban a los mártires de Chicago, los cinco anarquistas –cuatro alemanes y un inglés– que habían sido condenados a la horca por luchar por la jornada de trabajo de ocho horas diarias.
El coronel Falcón, cuando el periodista de La Nación le preguntó un día después de la masacre cometida contra los obreros por qué había ordenado hacer fuego contra las columnas obreras si “hasta ese momento no había ocurrido ningún disturbio”, respondió:
–Porque los obreros en vez de llevar la bandera azul y blanca de la patria, enarbolaron la bandera roja.
Claro, un crimen perfecto. Pero no de los obreros sino del señor coronel, ya que la bandera roja no era en aquel entonces de algún partido político, sino el emblema distintivo del sindicalismo.
Los internos de Devoto, durante el debate después de ver el film, se preguntaron cómo, después de ese antecedente, la segunda calle más larga de la Capital Federal se sigue llamando coronel Ramón Falcón. También el parque de Floresta tiene el nombre de ese uniformado criminal y allí se halla un busto en homenaje a él, además de un monumento en el barrio de Recoleta donde fue ajusticiado por la ira del pueblo, en la mano del joven Simón.
Respondí que ya se había obtenido un verdadero triunfo cuando los vecinos de ese parque en Floresta se autoconvocaron para elegir otro nombre para el lugar. Se votó el nombre de Che Guevara. Se procedió entonces a modificarlo pero, cuando subió el intendente Telerman, éste le devolvió el nombre de coronel Falcón al lugar de esparcimiento de los vecinos.
Y aquí debemos aplaudir la medida de las autoridades de la cárcel de Devoto que permitieron dar justamente ese film y discutir esa temática con los internos de ese establecimiento carcelario. Acabar con eso de “no, esos temas están prohibidos en este establecimiento”. Y darle aire a la discusión pública, un método que hace madurar las mentes, también las de aquellos que han sido encerrados por delitos cometidos contra el orden público y la justicia.

30 agosto, 2014

Osvaldo Bayer: "Cortázar debió hacer lo de Borges, quedarse acá"


Hace un año tomaba la posta que los chinos le pasaron a la Argentina en Frankfurt, como invitado de honor. Y despachó con un discurso a lo Bayer. Aquí cuenta dos viejas anécdotas de la Feria alemana y hace un repaso por sus autores argentinos preferidos.


Osvaldo Bayer abre la puerta, nos hace pasar y enseguida nos da a elegir el lugar de la entrevista para el Especial Multimedia de Ñ. Vamos a su jardín de invierno, animado casi con tantos libros y papeles como plantas. Por el tugurio, su casa, merodea un nieto alemán, país en el que Bayer vive la mitad de sus días. Está aprendiendo el español, pero le falta. Hablamos, sin cassette, sobre su candidatura en la lista de consenso que se armó para pelear la UTBA, sobre su disposición absoluta para hacer causa con lo que considera necesario. Y justo. Pero la primera pregunta la traemos dictada, endosada por el Daniel Divinsky.

Venimos de ver a Divinsky y él nos ha pedido que sea usted quien nos cuente la anécdota de un viejo encuentro en Frankfurt.¿Podrá ser?

La anécdota es un poco triste y podría haber sido trágica. En el '73 salí en las listas de las tres A, por la película La Patagonia rebelde, en épocas de Isabel Perón. Se me dieron 24 horas, como decía el comunicado, para dejar el país sino estaba condenado a muerte. Pero me negué. Esto fue en octubre del'74. Me quedé hasta febrero del '75 pero uno no podía hacer absolutamente nada, así que preferí irme a Alemania, a trabajar por lo menos allá en mis libros. Y un año después, en febrero del '76 resulta que Isabel había llamado a elecciones, entonces me dije: si hay elecciones, va a haber más libertades. Entonces volví Para qué. Cuatro semanas después llegó la dictadura militar de Videla y ya era imposible salir.
Y un día a la tarde me encontré casualmente con un periodista de Clarín y me dice: "¡Osvaldo, te ando buscando! Quiere hablar con vos el capitán Gallo". Era un militar retirado que había sido jefe de noticias del diario Clarín cuando yo era secretario de redacción. Dice: "tiene que avisarte de algo. Llamame por teléfono mañana y arreglamos. Yo hago un pucherito de gallina en casa y los invito a los dos". El capitán siempre había sido un hombre de los servicios de información y yo sospechaba. Bueno, voy a la casa de este periodista y allí estaba. Y me dice: "Mire, Bayer, yo tengo que avisarle algo: no se quede un día más, a usted lo andan buscando. Y como yo trabajé con usted y lo aprecio mucho, le aviso. Pero váyase. En cambio, hay otros, como éste --y me muestra un libro de la editorial de Divinsky-- Daniel Divinsky, es un libro comunista y se cree que nosotros somos tontos. Él publica los libros creyendo que nosotros no los leemos, pero es un libro comunista este". Y me mostró el libro. No era un libro comunista sino más bien unos relatos donde unos tienen que ayudar a los otros y todas esas cosas. Bueno, todo puede tomarse como comunista. Dice: "Y se cree este señor Divinsky que somos tontos, pero ya va a ver. Y a usted Bayer le aviso porque se portó siempre muy bien conmigo y no hubo ninguna diferenciación cuando fue jefe mío". Bueno, está bien--le digo. Adiós, adiós. Era jefe de los servicios en la provincia de Buenos Aires él, yo no sabía eso.
Bueno, me saca la Embajada alemana como refugiado, llego a la ciudad del Essen donde viví los primeros años y, cuando se hace la Feria del Libro de Frankfurt, ¿a quién me encuentro? A Divinsky. Y le digo: "Daniel, te tengo que avisar algo". Dice: "¿Qué pasa?". Y le relato el hecho: "... y el capitán cree que vos los estás engañando, que estás publicando libros comunistas. "¡Pero si no es comunista!", me dice sonriendo Daniel. "Están locos". Mirá, pero él está muy cabrero: cuidate. Y se sonrió y hablamos de otra cosa.
Vuelve a Buenos Aires él con su señora y los meten presos. Estuvo un año en Devoto y la mujer en una cárcel de mujeres; al año lo sueltan, menos mal. Para ser breve: en una reunión de escritores que nos invitaron a Venezuela, me encuentro con Divinsky. "¿Viste?", le digo. "Pero yo no te puedo perdonar, Osvaldo. Vos tendrías que haberme insistido, haberme agarrado y decime '¡no vuelvas a Buenos Aires!'". Ah, ahora el culpable soy yo, pero si vos te reíste de mí. Bueno, menos mal que no le fue peor. Pero lo que debe haber sufrido.

Y ya que estamos con anécdotas, podría contarnos la de Soriano también...

La de Soriano es linda, porque resulta que yo estaba investigando allá por el año 68 la vida de Severino Di Giovanni, este anarquista expropiador que siempre la historia argentina recordaba la fecha de su fusilamiento por el general Uriburu, y siempre lo ponían como "el asesino más grande de toda la historia argentina". Terrible. Y a mí siempre me gustó investigar la suerte o la verdad sobre los más malditos de la sociedad. Y yo estaba investigando lo de Severino Di Giovanni y me di cuenta de que era algo absolutamente diferente de lo que pintaban los diarios. Y estaba ya muy metido en la investigación, había encontrado las cartas de amor de él, sus escritos en periódicos, en diarios, y me di cuenta de que era un hombre de muchos valores. De pronto sale en una revista una nota --no recuerdo qué revista era, ya no sale más-- sobre Severino Di Giovanni, donde dice "el más grande de los asesinos", como siempre, firmado por Osvaldo Soriano. Yo era muy amigo del director de esa revista, lo llamé y le dije: "Escuchame una cosa, quién escribió esa barbaridad. Es una bestia el tipo ese. Vos cómo permitís una publicación así". Se lavó las manos: "mirá, te paso con quien la hizo, es un muchacho que vino de Tandil y se llama Osvaldo Soriano". Entonces llamo al teléfono de Soriano y le digo: "¿Pero usted quién es? ¿Cómo puede escribir una cosa así?, por el artículo que escribió sobre Severino Di Giovanni, sin investigar, nada. Yo, con mucha bronca. Me dice: "mire, un día antes del cierre de la revista me encargaron un artículo sobre Severino Di Giovanni, yo fui al archivo y escribí lo que encontré allí, no tenía más tiempo". "Así que usted escribe lo que dice el archivo, no investiga nada". "¿Y qué quiere que haga?". Y no sé por qué me salió pero le dije: "usted es poco hombre", y le colgué. Pasaron los años, y me encuentro con Divinsky en la Feria del Libro de Frankfurt, que debe haber sido en 1976, estaba con un gordito. Y me dice: "te presento a Osvaldo Soriano". Y yo mientras tanto había leído el primer libro de Soriano, Triste solitario y final, y me había entusiasmado. Y me olvidé que el mismo había escrito una y otra cosa y le dije que me pareció extraordinario el libro: "usted va a ser un gran escritor", le digo. Entonces Soriano sonríe y me dice: "pero yo soy poco hombre..., usted me lo dijo por teléfono". Bueno, los años pasan... y desde ese momento fuimos los mejores amigos.

22 agosto, 2014

El río sin orillas




Es que la carne de vaca asada a las brasas, el "asado", es no únicamente el alimento de base de los argentinos, sino el núcleo de su mitología, e incluso de su mística. Un asado no es únicamente la carne que se come, sino también el lugar donde se la come, la ocasión, la ceremonia. Además de ser un rito de evocación del pasado, es una promesa de reencuentro y de comunión. Como reminiscencia del pasado patriarcal de la llanura, es un alimento cargado de connotaciones rurales y viriles, y en general son hombres los que lo preparan. Además de ciertas partes carnosas de la vaca, prácticamente todas las vísceras son aptas para la parrilla: intestinos, riñones, mollejas, corazón, ubres de la vaca y testículos del toro. El asado se cocina a fuego lento y puede llevar horas, pero esa cocción demorada es menos una regla de oro gastronómica que un pretexto para prolongar los preliminares, es decir la conversación fogosa, las llegadas graduales de los invitados que, trayendo alguna botella de vino para colaborar, van cayendo a medida que sus ocupaciones se lo permiten, incorporándose a la charla animada, no sin pasar un momento por la parrilla para inspeccionar el fuego o cruzar un par de frases con el asador. Es falta derespeto dar consejos o mostrar aprensión sobre la autoridad del que esta asando, aunque cada uno de los presentes tiene su propia teoría sobre cómo deben hacerse las cosas. El asado reconcilia a los argentinos con sus orígenes y les da la ilusión de continuidad histórica y cultural. Todas las comunidades extranjeras lo han adoptado, y todas las ocaciones son buenas para prepararlo. Cuando vienen los amigos del extranjero, cuando alguien obtiene algún triunfo profesional, cuando hace buen tiempo. Cuando los albañiles estan haciendo una casa ponen el techo, atan una rama verde en el punto mas alto de la construccion y hacen un asado. A pesar de su carácter rudimentario, casi salvaje, el asado es rito y promesa, y su esencia mística se pone en evidencia porque le da a los hombres que se reúnen para prepararlo y comerlo en conpañía, la ilusión de una coincidencia profunda con el lugar en el que viven. La crepitación de la leña, el olor de la carne que se asa en la templanza benévola de los patios, del campo, de las terrazas, no desencadenan por cierto ningún efluvio metafísico predestinado a esa tierra, pero si en cambio, repitiendo en un orden casi invariante una serie de sensaciones familiares, acuerdan esa impresión de permanencia y de continuidad sin la cual ninguna vida es posible. Al anochecer, se encienden los primeros fuegos. Un olor a leña, y después de carne asada es lo que sobresale cuando empieza a oscurecer en el campo, en las orillas del río, en los pueblos y en las ciudades. Repartido en muchos hogares, no siempre equitativos, el fuego único de Heráclito arde plácido o turbulento, iluminando y entibiando ese lugar, que, ni más ni menos prestigioso que cualquier otro, es, sin embargo, único también, a causa de unos azares llamados historia, geografía y civilización; el fuego arcaico y sin fin acompañado de voces humanas que resuenan a su alrededor y que van transformándose poco a poco en susurros hasta que por último, ya bien entrada la noche, inaudibles, se desvanecen.
Juan José Saer
Fragmento de El río sin orillas

09 agosto, 2014

El nieto de la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo se hizo un ADN voluntario porque tenía dudas de su identidad. Es hijo de Laura Carlotto, hija de la dirigente humanitaria, secuestrada por la dictadura en 1977 y luego asesinada. El nieto recuperado nació en junio de 1978 y fue bautizado Guido, como su abuelo.



El nieto varón de la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, hijo de su hija Laura Carlotto, asesinada durante la dictadura, fue recuperado luego de 37 años de búsqueda incesante de sus familiares. 

Así lo informó esta tarde el secretario de Derechos Humanos de la provincia de Buenos Aires, Guido Carlotto, en diálogo con Télam. 

‘Estamos muy felices por la noticia. Por cuestiones legales, lo único que puedo contar es que se trata de un músico y que se realizó el estudio de ADN voluntariamente‘, dijo Guido Carlotto a la espera de la conferencia de prensa que se llevaría a cabo en la sede de Abuelas hoy a las 17. 

Laura Carlotto, secuestrada y asesinada por la dictadura militar, era estudiante de Historia de la Universidad Nacional de La Plata, pertenecía a la Juventud Universitaria Peronista (JUP). 

A fines de noviembre de 1977 Laura fue secuestrada embarazada de tres meses. La joven, según testimonios de sobrevivientes, fue mantenida con vida en el centro clandestino de detención La Cacha, en La Plata, hasta dar a luz en el Hospital Militar de Buenos Aires el 26 de junio de 1978. 

El niño, cuyo nombre para la familia es Guido y hoy tiene 36 años, permanecía desaparecido hasta hoy.

19 julio, 2014


17 julio, 2014

El cristal de Juan José Saer

Los buenos libros hacen un camino lento, profundo, duradero. También los buenos escritores, que van creciendo con el tiempo. Ya nos pasó a los argentinos con Roberto Arlt, con Macedonio Fernández. Y es, me parece, lo que está pasándonos con Juan José Saer quien, como un ateo casi religioso, endiosaba un culto, el de la palabra, el de la letra escrita. Alguien que trabajó la forma (la que era todo para él, como debe serlo para un artista verdadero) y que puso no sólo su gran inteligencia sino también su cuerpo en ella, sus manos, su respiración asmática, palpable en el ritmo de la frase; alguien que volvía y corregía hasta pelar el hueso, despejaba y despojaba para que quedara la palabra a flor de piel, la piel viva, en lo que bien podría llamarse una escritura ardiente. Vueltas a leer, sus narraciones deslumbran por esa obstinación: pasa con El limonero real, con El entenado, acaso sus mejores logros. Ciertos ensayos releídos de El concepto de ficción abruman por la claridad de las ideas (siempre personales y a contramano de la opinión dominante). Sus combates contra el límite del género, el realismo vulgar, los modelos fáciles de la representación estética, las ingenuidades frente a la propia realidad, la explotación totalitaria del oficio dejan mucho para reflexionar y aprender a los escritores y a los lectores que vendrán. Varias veces confesó una visión formada a partir de lo que el lenguaje dice de sí mismo: "Hasta los dieciséis o diecisiete años, la poesía constituyó el noventa y nueve por ciento de mis lecturas". Desde ese fondo "pavesiano", vio y vivió la literatura hasta el fin, como una inmensa y bella tarea humana. Por eso, mi exposición en el Malba llevará una cita del Diario de Cesare Pavese, pensada, se diría, para Saer: "Si lograras escribir sin tener que suprimir nada, sin volver sobre lo escrito, sin realizar retoque alguno... ¿seguirías escribiendo con gusto? Lo hermoso consiste en pulirte y en prepararte con toda calma a transformarte en cristal".Fuente: Mario Goloboff

12 julio, 2014

Nochero. Juan José Saer


  
    El hombre, de unos treinta años, se ha detenido hace un momento ante la vidriera de la confitería: parece absorto en la contemplación de las golosinas, acomodadas con meticulosidad para hacer resaltar cierta combinación de gustos, formas y colores. Los bombones, alineados sobre bandejas plateadas, envueltos en papel metálico verde, azul, colorado, según el relleno tal vez, o si no sin envoltorio ninguno, ocupan, en profusión ordenada, el centro de la vidriera; masas cuidadosamente colocadas dentro de unas bandejitas de papel blanco, duro y acanalado, cuyos bordes, terminados en una especie de puntilla gruesa que recuerda vagamente una prenda interior femenina, escoltan, alineadas alrededor, el centro ocupado por los bombones. El hombre fuma: la mano izquierda, metida en el bolsillo del sobretodo de cuero rígido y brilloso, que parece recién comprado, roza, sin que el hombre sea consciente de ello, los dos o tres billetes plegados unos dentro de los otros en el fondo del bolsillo.
En realidad, los ojos del hombre no miran las golosinas de la vidriera, sino el perfil de la nena que está casi pegado al vidrio. La nena, que por alguna razón se ha demorado a la salida de la escuela, ya que el delantal blanco se le divisa por debajo del ruedo del tapadito y lleva un portafolios de tela en la mano, tiene nueve o diez años y su mirada recorre, más como si estuviese haciendo un inventario imparcial que con verdadera avidez, el orden rococó que se despliega ante ella, detrás del vidrio. En la cara del hombre, limpia y bien afeitada, comienza a dibujarse una sonrisa imprecisa, un poco torpe, y se ve bien que está preparándola con anticipación para cuando la nena se dé vuelta, o tal vez piensa recorrer, de un momento a otro, sobre la vereda gris, los pocos pasos que lo separan de ella con el fin de dirigirle la palabra. La gente pasa, apurada, en el anochecer helado, por la vereda y por la calle, cerrada al tránsito todavía, sin prestar la más mínima atención a la escena discreta que transcurre junto a la vidriera de la confitería. Hace demasiado frío; el día nublado se hunde ya en la noche sin estrellas, y dentro de pocos minutos los negocios empezarán a cerrar, de tal manera que las escasas personas que se han visto obligadas a salir a la calle se apresuran con el fin de llegar lo antes posible a sus casas para comer algo rápido antes de que empiecen los primeros programas nocturnos en la televisión.

26 junio, 2014

ANA MARÍA MATUTE

La escritora Ana María Matute, autora de Olvidado Rey Gudúy Primera memoria, ha fallecido a los 88 años de edad en Barcelona.

Ganó el Planeta y el Nadal y escribió obras tan recordadas como "Los hijos muertos" y "Olvidado Rey Gudu", pero era sobre todo una gran fabuladora y una escritora de imaginación desbordante.
Premio Nacional de las Letras Españolas en 2007 y Premio Cervantes 2010, Matute se caracterizó siempre por hablar sin pelos en la lengua. Relató su controvertida infancia en los medios y criticó sin cortarse a su primer marido. Solo había dos cosas de las que no hablaba en sus entrevistas: del libro que estaba escribiendo en ese momento y de política. La autora siempre dijo que no sabía de ese tema y por eso no se pronunciaba.

07 junio, 2014

Leche de la Underwood. Juan José Saer




Por delicadas que sean, las mañanas
envilecen; lo destructible vacila
y lo que pareciera, frente a nosotros, perdurar,
no nos acoge, menos cruel que indiferente. Animal
anónimo, por más que grites, nadie escucha,
y ni por lejos la lengua es la que conviene.
Existe, tal vez, en alguna parte, un idioma,
nadie niega, pero habría que desandar,
salir, si fuese posible, del centro de la noche,
y empezar de nuevo con otra clase de balbuceo.
Tantas tardes que resbalan:
ya no se sabe
en qué mundo se está, y sobre todo si se está
en un mundo. Se muerde
un fantasma de manzana, mientras sigue merodeando,
como desde un principio, lo oscuro. Destellos
de un sol de invierno en la ciudad
transparente; brillos, rápidos o lentos,
que algunos blanden como pruebas
abandonándose, soñadores, su tibieza. Entre tantas
estrellas, esperanzas: relentes
de un reino animal.

01 mayo, 2014

Alejandra Pizarnik


"Alguna vez, tal vez, 
encontraremos refugio en la realidad verdadera"
Alejandra Pizarnik

23 abril, 2014

Cambalache. Osvaldo Bayer

Como todos los días, al amanecer, voy a buscar los diarios al buzón, que me deja el “canillita” con auto. Además de dos diarios está también una revista semanal. Las leo. Una hora después termino la lectura. No puedo creer. Camino unos pasos y me viene a la memoria una letra de tango. Lo canto a media voz aunque quisiera gritarlo. “Cambalache”, del filósofo de la calle Discépolo:

Siglo veinte, cambalache
Problemático y febril...
.................
Vivimos revolcaos en un merengue
Y en un mismo lodo,
Todos manoseaos.

Vuelvo al diario. Leo su titular: “Joven, sin posibilidades y amargado”. Y el subtítulo: “Alarma, hoy, en el Día de la Juventud, en todo el mundo la crisis financiera empuja a los menores de 25 años a la marginación”.

El artículo se basa en un estudio de la ILO, la Organización Internacional del Trabajo con sede en Suiza. Señala que en Europa, el número de jóvenes desocupados aumenta mes a mes. España, por ejemplo, anuncia una desocupación del 40,3 por ciento de jóvenes menores de 25 años. Y eso que, en el 2007, esa cifra llegaba apenas al 17,5 por ciento. Dice la crónica: “La cifra avanza en forma dramática” y cita al diario español El País, que habla de “una generación cero con muy pocas perspectivas y sin ninguna chance de empleo”. Y no sólo ocurre esto a los que han abandonado sus estudios y tienen poca preparación en oficios sino también a los jóvenes académicos a quienes “les esperan múltiples problemas para encontrar un empleo después de finalizar sus estudios”. Además, explica la ILO, “mismo los que obtienen un empleo, en el 2010, no tienen seguridad para planificar su futuro ya que el noventa por ciento de los trabajadores españoles menores de 25 años sólo reciben contratos con plazo limitado que pueden ser fácilmente rescindidos”.

A esa generación de jóvenes, en círculos especializados, la denominan “Ni, ni”, es decir, “ni estudian ni trabajan”. Acerca de esto, el sociólogo Philipp Woldin escribe: “Se trata de una generación sin estímulo, que ya no tiene sueños de futuro y que se ven ellos obligados a vivir con sus padres. España teme que debido a la crisis económica crezca una ‘generación perdida’ de jóvenes”. Las consecuencias, según los expertos, “para esa generación serán miedo al futuro y falta de motivación y, por supuesto, una larga dependencia del hogar paterno”.

La ILO advierte que en el 2008, en el mundo entero, 152 millones de jóvenes debieron conformarse con una entrada de apenas 1,25 dólar por día, lo que corresponde a un 28 por ciento de la cuota mundial de desocupados.

Pero, y aquí viene lo notable, “el mayor aumento de esa desocupación como consecuencia de la crisis financiera ocurre en los países desarrollados y de ellos, más en los europeos, donde la cuota de jóvenes desocupados aumentó del 13,1 por ciento, en 2008, a 17,7, en 2009. La que mejor se mantiene en los países desarrollados es Alemania, donde esa cuota alcanza al 11 por ciento.

Las consecuencias son, y lo dice el informe de la ILO: aumento de la criminalidad, problemas psíquicos y aumento del consumo de drogas.

18 abril, 2014

"En aquél Macondo olvidado hasta por los pájaros, dónde el polvo y el calor se habían hecho tan tenaces que costaba trabajo respirar, recluidos por la soledad y el amor y por la soledad del amor en una casa dónde era casi imposible dormir por el estruendo de las hormigas coloradas, Aureliano y Amaranta Ursula eran los únicos seres felices, y los más felices sobre la tierra (...)"

Gabriel García Márquez
Cien años de soledad (fragmento)

05 abril, 2014

La araña

El piso duro y frío de baldosas coloradas lo hace estre­mecer cuando apoya en él la espalda desnuda. Deja los ci­garrillos y los fósforos sobre su pecho. Mira el cielorraso. No piensa en nada. Su piel entibia casi en seguida las baldo­sas. Cierra los ojos y respira lento, inmóvil, haciendo crujir ligeramente el celofán del paquete de cigarrillos depositado sobre su pecho. Llega, hasta sus oídos, sin estridencias, el ru­mor de febrero, el mes irreal, concentrado, como en un gru­mo, en la siesta. Se incorpora, apoyándose sobre el antebra­zo, y los cigarrillos y los fósforos saltan de su pecho, uno a cada lado de su cuerpo, chocando contra las baldosas colo­radas. Se incorpora todavía un poco más y queda sentado, mirando a su alrededor. Están la mesa y las sillas, las pare­des blancas, el rectángulo de la ventana por el que la luz de la siesta, indirecta y ardiente, llena la habitación de una lu­minosidad mitigada. Contra la pared está el cenicero, de ba­rro cocido, y entre su cuerpo y la pared, en desorden, las al­pargatas. Y sobre el cenicero, negra, inmóvil, adherida al barro ahumado, súbita, la araña.
Aunque la punta de la alpargata casi la toca, sigue in­móvil, como si fuese un dibujo negro, una mancha Rorschach estampada en la cara exterior del cenicero. Pero es de­masiado gorda para dar esa ilusión. Y emite, porque está viva, algo, un fluido, una corriente, que permite, incluso sin haberla visto, saber que está ahí. Cuando la alpargata la to­ca retrocede un momento —parece como que va a retroce­der pero no hace más que poner en movimiento las patas traseras— y después salta hacia un costado, despegándose del cenicero. No ha terminado de tocar el suelo que ya la plan­ta de la alpargata, que el Gato blande, la aplasta contra la baldosa colorada. El centro del cuerpo negro se ha conver­tido en una masa viscosa, pero las patas continúan movién­dose, rápidas. El Gato, la alpargata en alto dispuesto a de­jarla caer por segunda vez, permanece inmóvil: de la masa viscosa ha comenzado a salir, después de un momento de confusión, un puñado de arañitas idénticas, réplicas redu­cidas de la que agoniza, que se dispersan, despavoridas, por la habitación. En la cara del Gato se abre camino una son­risa perpleja, maravillada, y después de un segundo de va­cilación, la alpargata vuelve a golpear contra la baldosa, re­sonando. Ahora la mancha ha quedado inmóvil y definitiva, adherida a la baldosa colorada. El Gato mira a su alrededor: de las recién nacidas, producto de la rápida multiplicación que acaba de operarse, ni rastro.



Nadie nada nunca, fragmento
Juan José Saer

24 marzo, 2014


03 marzo, 2014

Juan. Osvaldo Bayer

El 8 de diciembre de 2007 se publica en la Contratapa de Página/12 esta nota escrita por Osvaldo Bayer, en ocasión del Premio Cervantes a Juan Gelman, titulada simplemente “Juan“.
 
“Juan ha recibido el premio que se merecía. La alegría de ver su nombre en las tapas. El premio a las letras que forman las palabras. A las palabras que envuelven los sueños. Juan, el poeta de las calles, de los barrios, de las plazas. Del dar la mano. Juan tiene mano de orfebre, de sembrador, la mano que acaricia la vida, pero que se vuelve puño en los tiempos humillados.
Me acuerdo de cuando lo conocí. Por los años cincuenta. Unas reuniones de poetas, escritores con esperanzas más que jóvenes. Optimistas de pura sangre. Revistas literarias, que no se dan nunca por vencidas. Aparecen, reaparecen, se pierden, surgen, siempre nuevas. Ya era poeta, Juan. Nosotros éramos literatos, periodistas, ensayistas, novelistas, cuentistas. El era poeta. En los años sesenta los sorprendí caminando adelante, a unos veinte metros de mí, a él y a Raúl. Claro, Raúl González Tuñón. Quién otro. Estoy seguro de que iban recitando “La costurerita que dio aquel mal paso”. Evaristo Carriego. El poeta que debe haberlos despertado del sueño a los dos.
Juan, después, los sesenta. No sólo siguió escribiendo poesía todos los días. Sino que también se metió con todo en la lucha contra una sociedad que creaba villas miseria en las pampas más ubérrimas de la Tierra. La lucha, sus búsquedas. Sus libros siempre presentes, uno tras otro. Cada vez más comprometido. Dando la frente a los uniformes de turno. Pero Juan se daba tiempo también para remar en el cielo buscando estrellas y amaneceres, ninfas y silencios.
Juan ahí, tomando la revolución por la puerta delantera, sin interpretaciones academicistas. Pero siempre poeta. Con sus ojos más allá.
Pero la Muerte, de pronto. La Muerte de uniforme. Generales, almirantes, brigadieres, comandantes, comisarios generales, secretarios privados. Y los civiles marianizados de siempre con sus sonrisas genuflexas. Y Juan siguió en las trincheras de la vanguardia.
Hasta que vino la derrota. El dolor profundo. Me escribiste a Berlín, Juan, desde Roma, el 27 de mayo de 1979. No te dabas por vencido. Me comunicaste que seguías trabajando “en un proyecto político que tiende a crear una síntesis a partir de la derrota, un proyecto que, antes o después, me regresará al país”. Y buscabas la razón de tu tristeza y me decías: “La pelea por conseguir una política más sensata, la pérdida de tantos compañeros, el secuestro de mi hijo, de su compañera, del nieto por nacer, me distrajeron de mi condición de desterrado, me hicieron rotar por un limbo extraño, contradictorio, fantasmal y, muchas veces, alucinado”. Y agregabas algo para emocionarse en esos años de tantas luchas: “En poco más de un año escribí cinco libros de poemas con un par de obsesiones recurrentes. Una, el amor, una mujer amada; otra, la derrota, la muerte de los compañeros, mi hijo. Supongo que todo eso me distrajo también de mi condición de desterrado. Sólo ahora la empecé a admitir. Lo que escuché durante esa semana me llevó a reflexionar y escribir, que es mi manera de reflexionar sobre el exilio, nuestro exilio”.
Te contesté de inmediato desde Berlín, donde vivía yo el injusto destierro, así: “Querido Juan: no puedo decir alegría, más bien algo así como un agradecido deseo nostálgico de recordar, de recordar tu rostro de antes y de imaginarme el de ahora, con la belleza que da el sufrimiento a los nobles; eso es lo que sentí al recibir tu carta. He seguido tu lucha. Te he comprendido en todos tus pasos. Yo no puedo ser juez de un hombre de lucha, de un hombre de la permanente vanguardia, de un hombre que es la negación del oportunismo y el ejemplo puro del buscador nunca resignado. Juan: te he seguido más que en todo eso, en tu poesía. Las hemos leído mil y una vez en las reuniones de solidaridad aquí en Europa. La última, en Berlín, el público escuchó tus versos –magníficamente leídos por dos actores alemanes– como quien se halla en un oficio divino. Por eso, Juan, ves que todo está allí, en tu obra, para siempre. No la podrán ni destruir ni matar ni secuestrar ni torturar ni encarcelar. Está y estará allí, permanente. Ese convencimiento tiene que ser tu reposo, tu tranquilidad. Porque la lucha pasada, presente y futura, está en tu poesía. Que el reposo no te remuerda pensando en que la mejor poesía tiene que ser la acción. Porque por sobre tu ejemplar vida de luchador resplandece la poesía. Descansa ahora de la acción, no como resignación, sino como paso al vuelco total hacia la poesía. Las próximas generaciones esperan: van a querer saber de la poesía de la resistencia. Y tienes que estar vos, ya con la cabeza allí, en eso, fuerte, más fuerte que nunca acerado por los seres queridos que ellos hicieron desaparecer, por sus voces que escucharás todos los días, por los compañeros perdidos ya más allá del límite del horizonte. Ahora, Juan, la concentración de las fuerzas en la creación, que para ti es perennemente poesía. El limbo fantasmal y alucinado tiene que dar paso ya a la sonrisa segura, generosa, del triunfo del poeta sobre los enemigos del canto del gallo, sobre los enemigos del sol”.
Ahí mismo le propuse escribir un libro que se llamara “Exilio”. Juan aceptó de inmediato.
Cuando leí hace unos días que Juan había obtenido una distinción así, volví a repetir lo que siempre me llena de satisfacción: el triunfo final de la ética. Alguien tan perseguido como Juan, con el eterno dolor de haber perdido a su hijo y a su nuera embarazada por obra de la bestial represión militar, era reconocido ahora como un poeta fundamental del presente. En cambio, los que lo persiguieron ya están malditos por todas las generaciones. Quisieron matar la poesía y surgió la pluma que derrotó todas las armas, todos los instrumentos de tortura, la desaparición.
Así dice Juan en Exilio: “No era perfecto mi país antes del golpe militar. Pero era mi estar, las veces que temblé ante los muros del amor, las veces que fui niño, perro, hombre, las veces que quise, me quisieron. Ningún general le va a sacar nada de eso al país, a la tierrita que regué con amor, poco o mucho, tierra que extraño y que me extraña, tierra que nada militar podrá enturbiarme o enturbiar”.
Y así fue. A Juan le acaban de dar un ramo de flores. Hemos aplaudido los que lo conocemos y los que lo leen.
Juan, poeta y luchador por la sonrisa de los niños. Juan Gelman.”

Osvaldo Bayer

12 febrero, 2014

30 años sin Julio Cortázar

  
El autor de cuentos como "Casa tomada", "El perseguidor" y la novela Rayuela falleció el 12 de febrero de 1984; el mundo celebra el centenario de su nacimiento durante 2014
Rodeado de célebres colegas, yace el argentino Julio Cortázar en el cementerio francés de Montparnasse, donde hace 30 años fuera sepultado, luego de morir oficialmente de leucemia, aunque haya rumores de que una transfusión sanguínea lo había infectado con VIH.
Simone de Beauvier, hasta Maurice Le Blanc, pasando por Charles Baudelaire, Samuel Beckett, Eugene Ionesco, Guy de Maupassant, Jean Paul Sartre y Susan Sontag, el peruano César Vallejo y el mexicano Carlos Fuentes, comparten la misma tierra con Cortázar.
Sobre la lápida de mármol siempre hay flores, a veces libros y algunos agradecimientos de lectores que han hecho de su obra una fiel acompañante de sus vidas.
De ello dan cuenta fotografías y testimonios compartidos en Internet por su legión de "cronopios", así como algunas crónicas en medios internacionales, que han considerado a la de Cortázar, como una de las tumbas más vivas de Montparnasse.
Y se espera lo sea aún más este año cuando se cumplen 30 años de su muerte y 100 de su nacimiento, razón por la cual se ha decretado en Argentina el Año Cortázar, a lo largo del cual habrá diversas celebraciones editoriales, académicas y de lectura en su país, pero también en España, Francia y México, por citar algunas naciones sumadas a la efeméride.
Vida y obra
Julio Cortázar nació en Bruselas, Bélgica, el 26 de agosto de 1914, pero creció en Argentina.
En 1932 Cortázar descubrió en una librería de Buenos Aires, el libro titulado Opio, del novelista Jean Cocteau, el cual se dice cambió por completo su visión de la literatura y le ayudó a experimentar el movimiento surrealista. Publicó su primera colección de poemas Presencia, bajo el seudónimo de Julio Denis, en 1938.
Alrededor de 1941, el autor participó en las manifestaciones de oposición del movimiento argentino, conocido como peronismo, encabezado por el general Juan Domingo Perón, quien ganó las elecciones presidenciales.

09 febrero, 2014

Muere doña Dedé Mirabal, la única hermana sobreviviente a la tiranía de Trujillo

Doña Bélgica Adela -Dedé-, única de las hermanas Mirabal que sobrevivió a la dictadura de Trujillo, falleció ayer a las 3:00 de la tarde a los 88 años de edad. Sus restos serán expuestos hoy a partir de las 12:30 p.m. en la funeraria Blandino de la avenida Abraham Lincoln del Distrito Nacional.

Mañana sus restos serán trasladados al Museo Ojo de Agua, en la provincia Hemanas Mirabal, donde tenía su residencia, y serán expuestos a partir de la 10:00 de la mañana, luego serán llevados a Salcedo donde a las 4:00 p.m. se le dará cristiana sepultura. Era la única sobreviviente de una familia de cuatro hermanas consideradas heroínas de la patria. Las demás, Miverva, Patria y María Teresa fueron asesinadas el 25 de noviembre de 1960 por la dictadura de Trujillo.

Le sobreviven sus hijos Jaime Enrique y Jaime David Fernández Mirabal, ministro de Deporte. Jaime Rafael, falleció recientemente. También los hijos de sus hermanas asesinadas por la dictadura de Rafael Leonidas Trujillos, a los que ella crio, el empresario Jesús Manolo y la diputada Minou Tavárez Mirabal, hijos de Minerva; Nelson, Noris y Raúl González, de Patria, y Yaquelín Guzmán, de María Teresa Mirabal.

HOY DIGITAL

07 febrero, 2014

Abuelas Plaza de Mayo
Argentina

29 enero, 2014

Hechos. JUAN GELMAN


mientras el dictador o burócrata de turno hablaba
en defensa del desorden constituido del régimen
él tomó un endecasílabo o verso nacido del encuentro
entre una piedra y un fulgor de otoño

afuera seguía la lucha de clases/el
capitalismo brutal/el duro trabajo/la estupidez/
la represión/la muerte/las sirenas policiales cortando
la noche/él tomó el endecasílabo y

con mano hábil lo abrió en dos cargando
de un lado más belleza y más
belleza del otro/cerró el endecasílabo/puso
el dedo en la palabra inicial/apretó

la palabra inicial apuntando al dictador o burócrata
salió el endecasílabo/siguió el discurso/siguió
la lucha de clases/el
capitalismo brutal/el duro trabajo/la estupidez/la represión/la
muerte/las sirenas policiales cortando la noche

este hecho explica que ningún endecasílabo derribó hasta ahora
a ningún dictador o burócrata aunque
sea un pequeño dictador o un pequeño burócrata/y también
explica que
un verso puede nacer del encuentro entre una piedra y un
fulgor de otoño o

del encuentro entre la lluvia y un barco y de
otros encuentros que nadie sabría predecir/o sea
los nacimientos/casamientos/los
disparos de la belleza incesante

Hechos
(Del libro Hechos, 1974-1978)