16 julio, 2013

Un periodista con rostro y alma. Osvaldo Bayer

 
  Cuando se comete una injusticia en forma solapada y con sorna en plena democracia uno siente haber entrado en una región vacía y plena de hipocresías. Lo que está ocurriendo con el periodista Herman Schiller ya entra en la región de las máximas hipocresías. Se hace sentir el poder omnímodo en una mezcla de sonriente desparpajo y del que da puntapiés sin mostrar la cara.
Un periodista de ley, Herman Schiller. Lo conocemos todos, desde hace años tenía una audición más que excelente, de periodismo abierto, franco, honesto y de un coraje a toda prueba. En Radio Ciudad. La radio de la ciudad de Buenos Aires. Se había convertido en la voz de los sin voz. Allí iban todos los sábados voceros de villas de extrema pobreza, representativos de barrios más que humildes, madres representantes de mujeres que enfrentan la vida en soledad, gente de mano abierta que se preocupa por los niños con hambre y sed de amor y de alegrías, periodistas preocupados por lograr más equilibrio en la dignidad de la ciudad. Sí, toda esa gente. Todos los que siempre han ayudado a vivir contra lo injusto y lo perverso del sistema. Los honestos representantes de los olvidados en una sociedad tumultuosa e incoherente. Herman Schiller les daba cabida a todos ellos en su audición Leña al fuego. Desde hace trece años. Y de pronto le cerraron la puerta. Macri y los suyos le pusieron llave al cerrojo y empezaron a hacerse los sordos, a mirar sonrientes para el cielo mientras la sequía mata a las flores.
Estamos en una ciudad increíble. Nuestra Capital de los argentinos. Sí. Señoras y señores, argentinos y argentinas: en marzo de este año, la Legislatura de Buenos Aires por unanimidad de sus sesenta diputados aprobó la declaración 20/2012 valorando de “interés cultural de la Ciudad” al programa radial de Schiller. Y el 12 de abril legisladores metropolitanos le hicieron notar “con suma preocupación” al director de esa radio, Baltasar Jaramillo, y a Carlos Ares, director de Proyectos Especiales del Sistema de Medios Públicos, que no habían respondido al acta de los representantes del pueblo que pedían la continuidad “del programa de mayor audiencia de la radio”. Hasta ahora no hubo respuesta y parece que Macri tampoco se enteró de nada. O se hizo. El silencio contra los profundos argumentos. ¿Eso es democracia? Un político inteligente dejaría el programa y lo escucharía para conocer los argumentos de los que él considera sus enemigos. Que no lo son, sino ciudadanos con los mismos derechos que tienen los dueños de los countries esos que ni siquiera escuchan ningún programa de la radio de la Ciudad. Siempre, para un gobernante es mejor escuchar las voces de críticos serios que las alabanzas de los aduladores. Mauricio Macri no le renovó el contrato a Schiller. Así de simple. Idioma argentino. Si al rey no le gusta, jodete. Jódase el oyente porteño y pase a escuchar al Chiche Gelblung en radio Mitre. Ahí te dicen boludo, pelotudo, calentona y no te vienen a hablar de que los niños de villa Curzito no tienen leche.

08 julio, 2013

Un día occidental y cristiano. Osvaldo Bayer

Camino por las orillas del Rin en este invierno alemán lleno de flores. Sí, en mi exilio, en enero, estas caminatas las hacía pisando nieves que quedaban dos o tres meses sobre la tierra. Ahora la temperatura de este invierno es de 15 grados y han empezado a florecer los cercos en enero. Impensable. Dios debe estar practicando ciertas inhalaciones con la nariz para tener esta imaginación actual. O a lo mejor le gusta recibir los gases que producen los terráqueos. Voy pensando en la nueva discusión que se ha iniciado en Alemania, si reinstalar o no las centrales atómicas, cuando en la calle un sacerdote católico me entrega un sobre. Lo abro. Adentro hay una cruz con cadenita para el cuello. Todo muy bien trabajado. La cruz es verde, tal vez por la esperanza. Me siento en uno de los bancos que miran al Rin. Me sorprendo al leer la carta. Es de la Obra San José de Ayuda a los Indios de Estados Unidos. Indios, sí, está la palabra Indianer, en alemán. Esto sí que nunca me lo había imaginado. ¿Cómo? ¿Ayudar a los indios norteamericanos? El documento dice textualmente: "Nosotros nos dedicamos a ayudar a los pobres niños dolientes de los indios Lakota, en la región de Dakota del Sur, en el centro de Estados Unidos. Le pedimos a usted su ayuda". Y explica: "Lakota, el nombre de ese pueblo originario, significa en su idioma ‘Amigo y aliado’. Esta Obra de la Iglesia Católica se ha creado para ayudar a los indios Lakota-Sioux, donde niños pobres y hambrientos reciben de la Obra San José una posibilidad de poder seguir viviendo gracias a la Escuela San José para Indios donde se les da educación y formación". Y agrega: "Pero cuesta mucho dinero alimentar, vestir, dar protección médica y escuela" y a continuación piden la ayuda del pueblo alemán para sostener a los niños Lakota-Sioux de Estados Unidos. La comunicación religiosa oficial informa que "El sufrimiento de la población indígena en Dakota del Sur tiene una tradición. Porque en esa región se sucedieron hechos dramáticos que trajeron al pueblo originario penurias y miserias, expulsión de las tierras en las que habían vivido siempre, el no cumplimiento de tratados y la esclavitud". Por supuesto –sin decirlo– se refiere a la conquista de los "blancos". Pero más adelante lo hace saber cuando da el nombre "de los legendarios luchadores indígenas de la libertad" como Reed Cloud y Sitting Bull y las masacres de indios de Wounded Knee o Little Big Horn. Pero no sólo eso, el documento también señala que en esos territorios existían enormes manadas de búfalos, que eran el medio de subsistencia de los Lakota-Sioux. "Los búfalos fueron muertos a tiros, miles y miles, por los cazadores blancos, sin piedad, para comerciar sus cueros. Esos animales fueron exterminados y esa injusticia es hasta hoy una mancha de deshonra en la historia de Estados Unidos, un pecado nunca reconocido ni pagado." Y después en el documento católico hay una frase que sorprende: "En esta época en que se usa constantemente la palabra globalización, ¿no podría valer también en cuanto a la globalización del amor al prójimo?". Termina el documento: "muchas familias de los Lakota-Sioux se quiebran ante la carga insoportable de una existencia sin esperanzas, caracterizada por la lucha diaria por el pan y a causa de la desocupación". La Obra católica se despide del lector con la palabra pilamaya, que quiere decir "gracias" en idioma Lakota.