17 diciembre, 2010

Dieciséis cucharadas de aceite y un huevo. Osvaldo Bayer

Hay denominados seres humanos como Musa Azar, personaje tremebundo si los hay, bestial asesino con zoológico, y también hay otros como el subcomisario Patti, el representante típico de la galería argentina de asesinos, el que mataba de un tiro en la nuca a prisioneros atados en el suelo. Dos de la galería patriótica. Pero frente a ellos está Adelina, Adelina Monzón, una Madre de Plaza de Mayo, con dos hijos asesinados por los militares, una exponente silenciosa y humilde de lo que es la solidaridad humana. Nunca dejó de trabajar en busca de los desaparecidos, nunca dejó de concurrir a las cárceles para visitar a los presos políticos, nunca faltó a ninguna demostración de las que participaron las Madres. Adelina, delgada, silenciosa, a quien nunca se la vio llorar. Su hijo Luis Santiago Monzón tenía 23 años, trabajaba en un lavadero automático y lo raptaron fuerzas de la represión en Martínez, en mayo de 1977.

Otro hijo, el estudiante de medicina, Ismael Antonio Monzón, fue fusilado. En su libro Documentos, Daniel de Santis relata el si- guiente episodio: "Dicen sus familiares: pese a nuestros pedidos y gestiones, no se nos ha devuelto ningún cadáver. Los hemos reclamado por horas, días, noches en angustiosa espera. Cuando al día siguiente de los hechos algunos familiares reclamamos los cuerpos, fuimos violentamente expulsados, tiroteados y hasta siete de nosotros arrestados, por el delito de pedir lo que no es más que justicia o humanidad; además hemos sido fotografiados, sospechados cual criminales y maltratados. Casi ninguno de nosotros ha podido siquiera ver a sus muertos, reconocerlos, quienes han ingresado se han encontrado con un montón informe de cuerpos masacrados, mutilados, cortadas sus manos, pisados por la oruga de los carros de asalto, ya en estado de putrefacción. Había también muchas mujeres y niños del pueblo muertos a tiros". Víctimas del Ejército Argentino de bandera azul y blanca con sol.

Adelina estuvo allí y en todos los lugares donde podría haber noticias de sus queridos hijos. Los dos hijos menores, ante el peligro, se fueron de la Argentina. Adelina se quedó y desde que aparecieron las primeras Madres de Plaza de Mayo tomó parte de sus marchas. Se la vio también en la manifestación contra la guerra de Irak frente a la embajada de Estados Unidos y se estaba preparando para la nueva Marcha de la Resistencia del próximo 10 de diciembre a la que ella le daba mucha importancia. Pero no pudo ser, Adelina murió casi repentinamente en estos días. Videla, todas los atardeceres, toma su whisky en el balcón de su casa mirando a la iglesia castrense y se persigna respetuosamente. Ma- ssera ya está haciendo ejercicios japoneses para recuperar su energía de toda la vida.

Adelina fue una amiga de los presos políticos. A todos los visitó. Empezando por los presos políticos de Alfonsín, aquellos presos condenados por la Justicia de la dictadura, a quien el radical ordenó que cumplieran la pena mientras a los asesinos feroces les dio la Obediencia Debida y el Punto Final. Los presos de Alfonsín, un episodio degradante después de 1983 que las clientelas prefieren olvidar. Adelina siempre les llevó a quienes estuvieron detrás de rejas una torta que, ella explicaba, la hacía "con un huevo y dieciséis cucharadas de aceite, ni una más ni una menos". A la torta siempre la acompañaba con una docena de facturas. Los guardiacárceles de siempre muchas veces le despanzurraban la torta para ver si llevaba algo escondido. Siempre lo han repetido los cancerberos uniformados con los presos políticos. Es el oficio que han aprendido en sus chatas vidas.

Recuerdo que Adelina nos acompañó cuando los organismos de derechos humanos fuimos a pedirle al ministro del Interior, Federico Storani -en la presidencia de De la Rúa-, una rebaja de penas para los presos políticos de esa época. Storani y sus ad láteres pusieron inconvenientes,y yo los interrumpí diciéndole a Storani: "Pero, usted, fue uno de los que levantó la mano en diputados para votar Obediencia Debida y Punto Final". Storani puso una cara muy sufrida y mirando el infinito me respondió: "Sí, pero esa vez casi se me va el alma".

Parece que el alma da para todo después de darles vía libre a torturadores, asesinos, secuestradores de la más baja estofa. Todavía estamos esperando que Storani, su jefe Alfonsín y toda la radicalada hagan su autocrítica frente al Congreso de la Nación y ante el pueblo.

Al salir, recuerdo que Adelina me dijo con un gesto triste: "A estos políticos, el pueblo los va a echar a patadas". Y no se equivocó, aunque la huida se haya hecho en helicóptero.

Sí, Adelina tuvo que llevar durante algún tiempo más sus tortas de un huevo y dieciséis cucharadas de aceite a sus queridos presos. Una presa política de la cárcel de Ezeiza, Ana María Sívori, cuenta de ese tiempo: "Adelina no dejó nunca de ir a las cárceles, siempre estuvo firme, hasta cuando ya salíamos en transitoria; iba de visita los martes y después los viernes. Firme, atravesando esos doscientos metros de la entrada de la maldita cárcel, incluso con frío, con lluvia y sorteando pozos de agua. Siempre con su torta. Y después partía hacia las otras cárceles".

Para ella era la mejor manera de recordar a sus dos hijos, muertos tan jóvenes. Y de las cárceles iba a las fábricas tomadas por los obreros. Visitó los supermercados La Toma, en Rosario; Grisinópolis en esta ciudad y a la heroica Brukman. Viajó a Neuquén para apoyar a los trabajadores de Zanon, pero ya allí cayó enferma y fue traída por las Madres en avión. Fue una verdadera pena porque habíamos hablado antes del problema de las veinte familias del paraje Mallín Ahogado, en El Bolsón, Río Negro. Hacía trece meses esas familias habían ocupado una tierra fiscal no usada y luego de trabajar la tierra y hacer construcciones, ahora el gobierno provincial trata de desalojarlas mientras permite que otras tierras fiscales sean ocupadas por clubes de rugby o asociaciones de golf. El grupo de familias en el que hay once niños, dos mujeres embarazadas, ancianos y habitantes de pueblos originarios lleva el nombre de Tierra y Dignidad. Se quiere expulsar ahora a estos trabajadores de la tierra pese a que la Ley Nº 279 de Tierras de Río Negro establece que "la tierra es un instrumento de producción, considerada en función social" y como si fuera poco, agrega: "Que la tierra sea propiedad del hombre que la trabaja, siendo asimismo base de su estabilidad económica, fundamento de su progresivo bienestar y garantía de libertad y dignidad".

Libertad y dignidad. Así se comportan esos trabajadores de la tierra de Mallín Ahogado.

Adelina se ofreció a ir hasta esa lejana Patagonia para apoyar a los luchadores de la semilla y me dijo que llevaría una bandera de la Guerra Civil Española contra el triste dictador Franco, bandera que llevaba escrita las palabras "Tierra y Libertad".

La tierra que el general Roca robó a los mapuches, tehuelches, pehuenches y ranqueles para dársela a sus paniaguados -él mismo se quedó con veinte leguas cuadradas y se convirtió en un estanciero acaudalado-, debe volver a quienes la trabajan y alimentan a sus familias. Pero no, las autoridades rionegrinas pareciera que se dejan ordenar por aquellos que señalan que la tierra tiene que pertenecer a "los que tienen plata". Como lo dijo aquel famoso, por su estrechez mental, ministro de Economía Rodrigo, quien luego de dar a conocer sus medidas dijo jactanciosamente: "Ahora van a poder viajar solamente los que tienen plata".

La tierra tiene que tener un valor solidario con los que la trabajan.

Así lo entendía Adelina y por eso horneaba su torta de dieciséis cucharadas de aceite y un huevo para los luchadores. Pero se nos fue. Nos besamos las palmas de la mano y le enviamos el beso con un soplo denuestros pulmones, para que le llegue más rápido. Adelina, el alma bella que queda prendida en la palabra solidaridad.

11 diciembre, 2010

Carlos Gardel, el zorzal criollo

Como parte de la gira que estaba realizando, Gardel estuvo en Venezuela desde el 25 de abril hasta el 23 de mayo de 1935, por lo que se puede afirmar que el Cantor pasó en este país el penúltimo mes de su vida.

El recibimiento

El jueves 25 de abril de 1935 Gardel llega al Puerto de la Guaira, procedente de Puerto Rico, en la motonave “Lara”.

Era un jueves inolvidable para millares de venezolanos. Una multitud, calculada en más de 3.000 personas, esperaba en los muelles desde las 9 de la mañana a “El Divino Carlos” como lo había bautizado la prensa desde días antes.

A las once y siete minutos bajó Gardel del vapor “Lara” Fue recibido por Luis Plácido Pisarello. Don Luis Plácido Pisarello, ciudadano argentino, con muchos años radicado en Venezuela fue el gestor directo de la visita de Gardel a Venezuela.

Una limousine estaba preparada para trasladar al ilustre visitante y en ella partió junto a sus guitarristas. Tanto fue el desborde popular que Gardel debió refugiarse en la fábrica de vidrios de Maiquetía. Allí bebió un refrigerio, calmando la sed impuesta por el calor reinante. Acompañado de sus guitarristas: Riverol, Barbieri y Aguilar, así como también de Le Pera, y tras sortear las dificultades que produjo el hacinamiento ocasionado por la multitud de admiradores, los viajeros lograron ser trasladados al hotel “Miramar” en Macuto.

Ahí es recibido por un grupo de más de cien mujeres, ante la sorpresa de los organizadores, ya que el almuerzo típico en el Hotel no había sido anunciado públicamente, para dar a los viajeros unas dos o tres horas de descanso. Gardel soporta los empujones y pellizcos de las damas hasta que es puesto a resguardo y llevado a la terraza del hotel donde están los representantes de la prensa. Además de Pisarello, estuvieron en el almuerzo Edgar J. Anzola director de la emisora de radio Broadcasting Caracas y Eloy Pérez Alfonso, excelso narrador de carreras de caballos y quienes fungieron de anfitriones del artista durante su estadía en Venezuela.

El periodista Manssur Dekash (MD) del diario caraqueño “El Heraldo” pudo entrevistar a Gardel (CG) brevemente:

MD: - Cuándo nació en usted la afición al tango?
CG: - Eso fue en Buenos Aires. Usted lo sabe, surge en los muchachos al nacer. Lo mismo que en Sevilla no hay muchacho que no toree con la toalla a un toro imaginario, allá no hay quien no cante tangos. Profesionalmente comencé a cantar en los teatros, a fijarme en la gente que tenía un estilo propio y adquirí fama en mi país.

MD: - Qué le parece España?
CG: - Gran país España! Qué público tan comprensivo y tan acogedor. En cuanto acabe mis compromisos con el cine en Nueva Cork voy a volver. Conocí Madrid, Barcelona, Bilbao, San Sebastián. Pero yo quiero conocer Andalucía. Soñar bajo aquel cielo azul. Mientras no conozca Andalucía, no creeré que conozco el mundo bien. En cuanto pueda voy a España, porque esto de las películas me tiene embargado por completo. Este viaje ha sido como una escapatoria de colegial. No me quedan sino dos meses más y tengo que ir a Colombia, La Habana y México.

MD: -Cual de sus películas le gusta más?
CG: -De las hechas hasta ahora “Melodía de Arrabal”, pero tengo puestas todas mis esperanzas en “El Día que me Quieras”. Es una gran película de gran emoción sentimental y de un acierto formidable en la música.

MD: - Pues aquí, gustó más “El Tango en Broadway”. El público lo encontró más logrado, más definitivo, más, como si dijéramos, encontrándose a sí mismo como actor que en las otras películas.
CG: - Es posible. Usted sabe que los artistas somos unos pésimos jueces de nosotros mismos. Casi nunca coinciden nuestros juicios con los del público. Y como el público es quien forma nuestra fama, no cabe duda de que es él el que tiene razón.

MD: -Y de sus tangos cuál le gusta más?
CG: -A eso sí que no puedo contestarle. Me gustan unos u otros según el estado de ánimo en que me encuentro en ese día. Por eso yo nunca hago programas de mis actuaciones anticipadamente. Voy cantando lo que me siento con ganas de cantar.

MD: -Qué me puede decir de los millones de mujeres que lo aman en el mundo entero?
CG: -No hombre, no crea usted eso…! Yo he llegado a pensar que eso son infundios de mis compañeros de arte para hacerse reclamo. Naturalmente que yo, como todo el que se exhibe en público, he tenido mis éxitos amorosos. Pero no crea usted nada de eso de que lo agobian a uno las mujeres y le escriben tal cantidad de cartas todos los días, que preciso tres secretarias para contestarlas.

En este punto intervino Pisarello y pidió dejar almorzar y descansar a Gardel para emprender viaje hacia Caracas.

Desde el Hotel “Miramar” Gardel y su comitiva se dirigieron hasta la estación de trenes de La Guaira –ubicada frente a la Aduana-, donde la comitiva emprendió viaje en tren, conducido por el señor Francisco Delgado Martínez, y soportando un caluroso trayecto de dos horas -de 1:30 a 3:30 p.m- hasta Caracas, por más que a Gardel como es obvio le asignaran un vagón especial para el viaje.

El señor Martínez contó en una oportunidad que Gardel ese día vestía “traje gris, bufanda liviana de colores y sombrero claro de fieltro”. También recordó que el Cantor se asomó varias veces a la ventanilla del tren, admirando el paisaje y retribuyendo el entusiasta saludo del público.

En Caracas

Al arribar a la estación Caño Amarillo en Caracas, el tren fue literalmente invadido por admiradores impacientes y Gardel debió ser resguardado por sus acompañantes. La Banda de Música “Ayacucho Nº 1” interpretaba pasodobles y valses criollos.

El recibimiento fue apoteósico. El gentío que se había agolpado en la estación del ferrocarril, estaba dispuesto a cualquier cosa con tal de ver a Carlos Gardel. En un momento dado fue tal la presión del público, que los instrumentos de la Banda volaron por los aires, rodando decenas de personas por el suelo y resultando muchos con magulladuras y lesiones.

Las plantas del jardín de la estación ferroviaria fueron pisoteadas. Debió intervenir la policía y en los forcejeos, hasta el propio Alfredo Le Pera fue golpeado por error por un agente del orden. Y así, en medio de ese gran tumulto, los viajeros lograron refugiarse en los automóviles que les aguardaban, y partieron hacia sus alojamientos en el Hotel “Majestic”. Hoy no existe pero en la época, era “el más moderno y mejor situado”, según las promociones de turismo.

El trayecto, que no llega a mil metros no se pudo terminar en carro, el cual fue averiado por el público. Gardel bajó del mismo y llegó al Hotel caminando y a ratos en andas, sobre los hombros del público, durante varias cuadras.

Actuaciones en Caracas

Al día siguiente, 26 de abril, es la fecha indicada para la primera actuación con gran promoción de la prensa escrita y radial en el Teatro Principal, aún en pie en una de las esquinas de la Plaza Bolívar. Allí se presenta con todo éxito a lo largo de ocho actuaciones.

Ese día, llovía a cántaros sobre Caracas, pero ello no constituyó ningún obstáculo para los apasionados admiradores. A las 9:15 de la noche se produjo el debut. Era la costumbre alternar la actuación del cantante de turno con la exhibición de una película. Ese día se proyectó un corto metraje de Walt Disney llamado “El perro robado” y luego estrenaron “Por Partida Cuádruple”, una película cómica de Charlie Chase. Los precios para esa noche del debut eran “Patio”, 6 bolívares, “Balcón”, 4 bolívares y “Galería”, 2 bolívares. El cambio de divisa entonces era alrededor de 3 bolívares por dólar americano.

El primer tema que cantó Gardel la noche del 26 de abril fue “Cobardía” de Charlo y Amadori. Luego del tema inaugural interpretó: “Carnaval”, “El Carretero”, “Insomnio”, “Tomo y Obligo”, “Por una cabeza” y “Mi Buenos Aires querido”. Pero más tarde, ante la insistencia y los aplausos interpretó varios otros temas.

El cambió de clima afectó la garganta de Gardel y debió suspender sus actuaciones para ser atendido en la “Policlínica Caracas” por el doctor Pedro González Vera.

La reaparición se produce el domingo 5 de mayo, cuando realiza una magistral interpretación de “Mano a Mano” con el consecuente éxito de proporciones gigantescas.

La última función en el Principal la realizó el jueves 9 de mayo, costando la galería medio bolivar (0,50). Esta rebaja de precio fue solicitada por el propio Gardel para que la gente de escasos recursos también pudiera verlo en escena.

Las ocho actuaciones en el Teatro Principal se realizaron con la boletería totalmente agotada, para un aproximado de 14.500 personas que vieron a Gardel durante sus actuaciones en ese recinto.

El lunes 13 de mayo, realizó una función en el Teatro Rialto, también frente a la Plaza Bolívar, en la misma calle del “Principal”. Desde las tres de la tarde el público hizo interminables colas para entrar a las dos funciones que el Zorzal brindó ese día. El martes 14 de mayo, se presentó de nuevo en el Teatro Rialto con idéntico éxito, en lo que significó su última actuación pública en Caracas.

El miércoles 15 asistió a una audición en la emisora de radio Broadcasting Caracas y cantó un programa escogido por el público oyente.

El jueves 16, cantó en el Teatro Lamas de La Guaira. Es la localidad donde está ubicado el puerto.

En Valencia

El viernes 17 de mayo, Gardel debutó en el Teatro Municipal de Valencia, sumando más éxitos a su itinerario.

El Presidente lo invita

Estando en esta ciudad, recibe una invitación del Presidente de la República, General Juan Vicente Gómez, para que vaya a cantar en su presencia, en la ciudad de Maracay, capital del vecino Estado Aragua. Allí el Presidente, quien nunca quiso establecerse en Caracas, tenía fijada su residencia en la zona de “Las Delicias”. Era una amplia casona colonial, rodeada de frondosa vegetación, que aún, pese al tiempo transcurrido se mantiene en pie y es llamada “La Macarena”.

Gardel acudió a la invitación, acompañado por sus tres guitarristas. Lucía vestimenta gauchesca e interpretó siete temas, entre los cuales intercaló “Pobre gallo bataraz”, estilo que logró conmover al viejo caudillo, aficionado a las riñas de gallos.

Actuaciones en Maracaibo y Cabimas

Cumplido el compromiso con el general Gómez, Gardel y su comitiva se trasladan a Maracaibo, en el Estado Zulia, contratado por la empresa “Metro”. Llega allá a bordo del vapor “Libertador” y es recibido con bombas pirotécnicas, sirenas de barcos, bocinas de automóviles y centenares de admiradores. El sábado 18 se produce el debut, con la papelería totalmente vendida.

El lunes 20 de mayo, Gardel va a Cabimas, en el mismo Estado Zulia, epicentro de la producción petrolera nacional. Allí es contratado por el Circo Internacional Passini y Cía. Con precios que van desde Butaca por 7 bolívares, a Platea por 3 bolívares, Gardel agota la boletería una vez más. Y canta fuera de programa numerosas canciones.

Entonces, tomando en consideración que el clima de Caracas lo había afectado y por lo tanto el fuerte calor del Zulia podía provocarle una recaída, decide dar por terminadas sus actuaciones. Lamentablemente un grupo de inadaptados, enardecidos por la actitud del cantor promueven un incidente de proporciones mayores, destrozando sillas y todo lo que encuentran a su paso. Se dice que el circo quedó totalmente destruido. Gardel y sus acompañantes salen de la ciudad en la noche. Retornan a Maracaibo y el 22 ofrece dos audiciones en el Teatro Baralt como despedida del pueblo Venezolano.

El 23 de Mayo parte hacia Curazao en la nave “Medea”.

Bibliografía:

MORENA Miguel A. - Historia artística de Carlos Gardel - Corregidor Bs.As. 1990
STURLA Jorge - Reportaje “Gardel en Venezuela” - Publicado en la revista “Viejo Almacén” Número Cero, Junio 1975 Ediciones Venarg, Caracas.
YANES Oscar - “Memorias de Armandito: Historias ocultas, trágicas y divertidas de la vida venezolana” Colección de libros Revista “Bohemia” Nº 87, tomo 2 - Caracas, 1988.

06 diciembre, 2010

Osvaldo Bayer

"El verdadero poeta se entrega a su época,
cae en su servidumbre"
Elías Canetti

ÉTICA Y ESTÉTICA DEL PODER.
En esta entrevista Osvaldo Bayer analiza las complejas y estrechas vinculaciones que surgen del ejercicio intelectual en relación a las nociones de ética y poder. Constituyen el eje central de este reportaje temas como la continuidad histórica del concepto "ética y estética del poder", el posicionamiento que un intelectual adopta frente a un modelo económico de gran concentración y exclusión de mayorías, como así también, los nexos establecidos con el nuevo mapa comunicacional . A su vez, estos núcleos conforman el corpus vital y filosófico de un trabajo reflexivo, desarrollado por Bayer desde una vasta práctica real, sustentada en investigaciones históricas y periodísticas, el cual apela a tender puentes entre el desarrollo de la conciencia crítica y el espíritu de una época que aún agita sus cavilaciones entre la rebeldía y la esperanza.

Poder y ética: el mutualismo de la voluntad general.

- Desde su perspectiva, ¿cómo define usted los conceptos de poder y de ética?

- El poder debería ser siempre sólo representación de la voluntad general. Y entonces allí sí se conjugarían poder y ética como términos que se soportan . Poder sólo es soportable y tal vez aceptable en tanto se rija por aquello de : "la libertad mía termina donde comienza la de mi semejante".
Consenso, sí, pero en tanto ese consenso no avasalle los principios inmanentes e imprescriptibles de la ética : derecho a la vida, a la igualdad, a la libertad, a la justicia.

- ¿Es la ética siempre una, igual e inmutable?

- Debería ser siempre la misma mientras es respetada. Pero si es avasallada, como en el caso de las tiranías, vale el derecho a la rebelión, el derecho de volver a restablecer el derecho.

- ¿Existe algún tipo de vinculación entre ética, poder y movimientos sociales?

- Todo tiene que estar vinculado entre esos tres principios. Los movimientos sociales son el motor, tienen que ser el motor, para que se llegue a la paz de las comunidades y de sus relaciones entre sí, sobre la base de los principios que detallábamos : derecho a la vida, a la igualdad, a la libertad, a la justicia. Filósofos, políticos, sociólogos y pensadores vieron en la lucha de clases ese motor que iba a llevar a la felicidad y a la dignidad ; otros, la vieron en la unión de todos aquellos rebeldes y revolucionarios que aparecieron y aparecen en la historia diciendo no a la servidumbre y a los abusos del poder.

- Desde una concepción histórico-política, ¿cuáles son los elementos que definen materialmente al poder?

- Esencialmente tres : el poder económico, el político y el religioso ; estos dos, en general, dependientes del primero. La llamada democracia burguesa, es decir, que se representa a través de partidos políticos, es la que mejor clarifica esto del dominio económico. Por lo general, el ciudadano sólo puede elegir entre dos partidos políticos ninguno de los cuales tiene en su programa la socialización de la economía, sino que se diferencian apenas por distintos modos de conservar el status : republicanos y demócratas en Estados Unidos ; conservadores y laboristas en Inglaterra ; socialdemócratas y demócratas cristianos en Alemania ; socialistas obreros y populares, en España ; socialistas y conservadores, en Francia ; peronistas y radicales ( y ahora aliancistas ) en la Argentina. Es decir, entre conservadores y populistas . En el llamado socialismo real, por la falta de democracia interna, se llegaron a conformar sectores que ejercieron el poder sin posibilitar a las bases la discusión ni de ejercer el antiautoritarismo democrático.

- ¿Existe una "continuidad histórica" en relación al ejercicio del poder?

- Absolutamente, sí. Aunque muchas veces dominaron en forma cambiante intereses sectoriales de la economía, por ejemplo, entre los agraristas y los industrialistas. Pero también hubo luchas internas por llegar a ese poder, por parte de los representantes de las diferentes religiones, como lo fue en la Alemania del siglo XV y XVI entre católicos y protestantes, quienes también - si se hace un profundo análisis - respondían a los intereses de los dueños de la tierra y del país.

El único poder que manda es el que escucha.

- ¿Qué es, o cómo se define un intelectual?

- El intelectual tiene que ser un hombre esencialmente independiente. Independiente en la creación, independiente en su relación con la sociedad. No por eso creerse dueño de la verdad. Por eso, ante todo, humildad, en el intelectual ; darse cuenta de aquello : "sólo sé que no sé nada" . Aprender de la sabiduría de la vida popular como de la de los grandes cenáculos de la ciencia y la filosofía. Ser, dentro de la búsqueda de la más profunda sabiduría - que siempre es pesimista -, el más ingenuo de los optimistas, porque sólo el optimismo nos puede guiar hacia el paraíso aunque nunca lo divisemos.

- ¿Un intelectual es siempre pragmático?, ¿es siempre vanguardia?

- El pragmatismo del intelectual debe ser el defender a los más débiles de la sociedad y denunciarlo. Nunca ser bufón del poder de turno ni el siempre adaptado al régimen.

- ¿Cuál debe ser la función del intelectual frente al poder y frente a un modelo económico de exclusión de grandes mayorías sociales.?

- El intelectual tiene que ser un constante crítico del poder, debe buscar disminuirlo, ridiculizarlo, demostrar que el único poder que no se equivoca es aquel que no manda, sino escucha.
En relación al modelo económico, no puede ni ignorarlo ni debe apoyarlo. No debe sentirse élite sino que debe ser el que acompaña a las protestas justas de los necesitados y olvidados. Intelectual debe significar pasión por la sabiduría. Es decir, humildad, profundidad, bondad .

- ¿Cómo cree usted, que se estructuran las relaciones entre sociedad civil e intelectuales?

- Las relaciones entre sociedad civil e intelectuales, en la actualidad, no es otra cosa que el distinguir a aquellos que justifican - con mil artilugios - a esa sociedad civil. Los intelectuales aplaudidos y premiados son los que en sí no han puesto nunca en peligro al poder, aunque aparezcan sabios y solitarios. Y más aceptados todavía si son o se hacen los tristes. Hacen el papel de sumos sacerdotes, por eso, algunas veces, amenazan con que va a sonar la hora del escarmiento. Es lo que también pasa en las iglesias, que sirven para posternarse y escuchar una filípica, pero nada más ; todos saben que las cosas luego seguirán igual, que serán perdonados y, en sí, justificados para seguir en la misma línea del egoísmo. En la Argentina, los que valen como los grandes intelectuales conocidos jamás sufrieron un minuto de cárcel ni se les prohibió ningún libro ni tuvieron que dejar el país en el exilio. Son especies de sumos sacerdotes cuya presencia sirve para proteger al poder, aunque parezcan seres sufrientes.

- ¿Es ético que un intelectual sea "funcionario".?

- No tengo nada en contra de que un intelectual sea funcionario. Pero sí lo tengo de los intelectuales que son funcionarios de dictaduras o de gobiernos profundamente corruptos.

- ¿Qué relación existe entre lo puramente académico y el poder?

- Lo académico siempre tiene que significar duda y debate, y tiene que estar alejado de todo poder de turno. Tiene que ser foro de sabiduría y no de catapulta para cargos o dádivas políticas. Eso no quiere decir que a veces, los intelectuales aplaudan tal o cual medida de gobierno o lo censuren si la consideran negativa o positiva para los principios éticos.

El cuerpo y el alma de una sociedad.
- ¿Cómo define los conceptos de "ética y estética del poder" desde su doble función, es decir, como intelectual y escritor?

- Respondería con la adaptación de un adagio popular, al revés : "cuando se ejerce el poder no sólo hay que parecer honesto, sino serlo". La mejor estética del poder es la ética. Más todavía, la única estética del poder debe ser la ética. Y por eso, ejercer cada vez menos poder, llegar sólo a representar las voluntades éticas.

- ¿Cuál es su actitud frente al poder, desde los mismos conceptos : ética y estética?

- No hay más profundo pecado contra la belleza que las actitudes de simulación de los demagogos, los totalitarios, los delincuentes que tratan de aprovechar el bien común para vivir mejor. Son palabras, poses, actitudes ridículas. Compárese el presidente que toma el subte para ir a la casa de gobierno con aquel que su sueño máximo es conducir una testa rossa.
Las manos limpias, qué mejor obra de arte?, igual que las manos llenas de tierra por su trabajo, y qué espanto las manos húmedas de recibir dinero que pertenece a los demás.

- ¿Qué relaciones pueden establecerse entre ética y estética?

- Son el cuerpo y el alma. No pueden estar separadas mientras hay vida. Aún la fealdad nos muestra la bondad y aún la obscenidad nos está haciendo pensar, por contraposición, la belleza eterna de la austeridad y del altruísmo.

Los trabajadores: la reacción frente a la impunidad.

- Frente al poder, ¿existe una única expresión del concepto de ética, o éste está ligado a los diferentes movimientos y luchas de los trabajadores?

- No puede haber ética ( honestidad en este caso ) en un político que defiende un estado de cosas que deje libradas las riquezas a los fuertes en desmedro de los pobres. Siempre serán oportunistas aunque no roben, y el oportunismo es una deshonestidad. Lo de las luchas de los trabajadores es una teoría revolucionaria pero no la única. También el cambio puede conseguirse a través de la lucha de movimientos populares que proclamen la lucha contra regímenes que se basen en el privilegio y la corrupción. Los trabajadores marginados pueden ser el motor de la futura reacción contra la impunidad actual.

Poder y medios de comunicación: democracia versus intereses particulares.

- En relación al poderío desplegado por los medios masivos de comunicación, luego del fenómeno de alta concentración de los mismos ¿Cuál debe ser la actitud de un intelectual?

- Defender el pluralismo en la dirección de los medios. Los medios, ningún medio, debe pertenecer a empresas privadas. El ejemplo alemán - desde la finalización de la guerra hasta 1983 - es un ejemplo terminante a seguir . Todas las radios y la televisión eran de derecho público. Es decir, sus directorios se integraban con representantes de los partidos políticos con representación en el Bundestag, más representantes de organizaciones populares : de las iglesias, de mujeres, barriales, universitarias .Esta especie de parlamento elegía a un director quién se hacía responsable por el equilibrio de la información . En un segundo canal, el directorio estaba integrado por representantes de los distintos gobiernos provinciales, para fomentar el federalismo . Los terceros canales pertenecían a los Estados-provincias y estaban integradas sus direcciones de la misma manera proporcional que el canal nacional . Y esos canales eran por encima de todo, canales culturales . Así no había publicidad y ninguna interrupción en lo que se emitía . Lo mismo con respecto a las radios . Uno realmente gozaba y se instruía con esos canales y no tenía que soportar el lenguaje pérfido y obsceno de la publicidad.
Desgraciadamente, con el advenimiento de Helmut Kohl todo eso se cambió y hoy el dominio es privado, así que uno puede ahogarse en la publicidad más absurda y en la pornografía en los horarios más insólitos. Ahora el gusto y la cultura están en manos de las grandes cadenas de los grandes consorcios. Si bien siguen existiendo los canales de derecho público, se hace casi imposible competir con los privados en cuanto estos se llevan a los mejores trabajadores de la escena televisiva y radial, y además se cae en la concesión de lo más fácil y demagógico para el público. Como digo, el ejemplo alemán en esos años muestra que es posible la organización de los medios de comunicación sobre bases democráticas y no sobre el poder de los intereses particulares.

Por Conrado Yasenza

24 noviembre, 2010

Ana María Matute ganadora del premio Cervantes 2010

La escritora española Ana María Matute ganó este miércoles el Premio Cervantes 2010, que ha reconocido así a una autora maestra en el arte de contar cuentos, ajena a modas literarias y amante del bosque, lo medieval y la mirada infantil.

Ana María Matute, de 85 años de edad, se convierte así en la tercera mujer en recibir el premio, considerado el Nobel de las letras hispanas, tras la española María Zambrano (1988) y la poetisa cubana Dulce María Loynaz (1992), como destacó la ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, al anunciar su nombre.

La escritora acaba de publicar un recopilatorio de su narrativa breve, incluyendo sus famosos cuentos y artículos periodísticos, bajo el título de “La puerta de la luna”, y prepara una nueva novela.

El premio Cervantes, dotado con 125.000 euros, ha cumplido con la norma no escrita de ser entregado alternativamente a escritores españoles y latinoamericanos, ya que en 2009 fue a parar al mexicano José Emilio Pacheco.

Un jurado de once personas, en el que participó el ganador del Cervantes en 2008, el español Juan Marsé, seleccionó, en seis votaciones y por mayoría, el nombre de Matute, que en los últimos días sonaba con fuerza para hacerse con el galardón.

En una reciente entrevista con el diario El País a propósito de la publicación de “La puerta de la luna”, Matute afirmó que si le daban el premio “daría saltos de alegría”, aunque no mostraba en sus declaraciones gran esperanza en recibirlo, tras llevar años sonando como posible ganadora.

“No escribo para ganar premios, gano premios porque he escrito libros”, afirmó entonces.

Sin embargo, Ana María Matute ha ganado muchos galardones en su extensa carrera literaria, incluyendo el Premio Planeta en 1954 por “Pequeño Teatro” y el Nacional de Literatura 1959 por “Los hijos muertos”. Finalista del premio Nadal en 1947 por “Los Abel”, lo ganó en 1959 con “Primera Memoria”. También ha obtenido el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil por “Solo un pie descalzo”, en 1984.

En 1998 ocupó el asiento K de la Real Academia Española de la Lengua, a la que había ingresado dos años antes y en la que fue la tercera mujer en entrar en 300 años, tras la escritora Carmen Conde y la historiadora Carmen Iglesias. Después llegarían la científica Margarita Salas y la escritora Soledad Puértolas, que entró hace unos días.

Matute fue una narradora precoz: a los cuatro años, y tras estar a punto de morir por una infección de riñón, escribió e ilustró su primer relato. Desde entonces continuó trabajando en la literatura y con 17 años envió a la editorial Destino su primera novela, ‘Pequeño teatro’, publicada años más tarde tras ganar el Planeta.

De familia barcelonesa acomodada, Matute tiene un hijo, Juan Pablo, nacido en 1954. En su obra, la infancia y la Naturaleza siempre han ocupado un importante papel, y los cuentos, que ahora ha recopilado, son uno de los géneros en los que mejor se ha movido la autora, que llegó a trabajar para la editorial Destino publicando en este género.

Matute pertenece a la generación literaria de los años 50, aunque su obra, lírica y a la vez realista, se enmarca de forma independiente, eligiendo a veces esa mirada infantil o juvenil como forma de distanciamiento de una dura realidad, marcada por una infancia dentro de la Guerra Civil española (1936-1939).

Entre las obras de la escritora barcelonesa destacan, además de las mencionadas, “Luciérnagas” (1993), “Olvidado rey Gudú” (1996), “Aranmanoth” (2000) o “Paraíso inhabitado” (2008), la que aseguró que sería su última novela, aunque de nuevo está “madurando” una nueva historia.

Prestigioso galardón en las letras hispanas, el Cervantes ha ido a parar en años anteriores a autores como el español Juan Marsé, que lo ganó en 2008, el argentino Juan Gelman (2007), Jorge Guillén (1976, en su primera edición),el Cubano Alejo Carpentier (1977), el argentino Octavio Paz (1981), el español Francisco Ayala (1991) o el último Premio Nobel de Literatura, el peruano Mario Vargas Llosa (1994).

El premio Cervantes, concedido por el Ministerio de Cultura anualmente, no puede ser dividido, ni declarado desierto, ni concedido a título póstumo.

Matute recibirá el 23 de abril de 2011 el premio de manos del rey Juan Carlos I en una ceremonia en la localidad madrileña de Alcalá de Henares, cuna del autor de “El Quijote”.
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“Yo me he caído de alguna galaxia”

Señora académica, ¿ve a menudo a su colega Cela?
Alguna vez nos cruzamos en la Academia, tomamos un café…

¿Qué le parece la que ha liado al hablar del centenario de Lorca?
No hablaré de eso. Yo sólo hablo de literatura

Ah. Pues, ¿qué le parece la literatura de Cela?
Me parece un gran escritor

¿Y qué le parece como persona?
Quiero mucho a Cela. En el fondo, es intrínsecamente bueno. En un momento terrible de mi vida, hace muchos años, él y su primera mujer, Rosario Conde, fueron para mí como un padre y una madre. Fueron los únicos que me ayudaron. No lo olvido. Soy agradecida y no diré una palabra contra Cela.

Lo que dijo sobre Lorca y los homosexuales…


¿Qué significa Lorca para usted?
Yo tenía ocho años cuando, un día, en el colegio, antes de la guerra, una maestra nos trajo un poema. Era de Lorca, aquel de “la Luna se fue a la fragua”. ¡Me impresionó! ¡Era tan diferente a todo! Cuando lo mataron, me estremecí. Era una figura extraordinaria.

¿Por qué fue terrible el pasaje de su vida al que aludía?
Prefiero no hablar de ello.

Pues volvamos a la Academia. ¿Qué tal está ahí, como única mujer entre hombres?
Es un lugar muy agradable con gente muy agradable. Me dicen que estoy ahí por mis méritos, no por ser mujer. Pero yo esto allí como en todas partes: sin saber muy bien por qué. Yo me he caído de alguna galaxia.

Me parece que se siente usted de otro mundo, más que de éste.
Sí. Desde niña me sentí en otra parte: veía el mundo como desde un palco, nunca desde dentro. Yo era una niña con muchos miedos, era tartamuda…

¿Y cómo se curó?
Me curaron los bombardeos de la guerra. Mis padres, mis hermanos y yo nos cogíamos de las manos y nos pegábamos a la pared maestra, a ver caer las bombas alrededor.

Habría también momentos gratos…
Había un castigo que consistía en encerrarme en un cuarto oscuro. ¡Pero para mí era muy agradable! Allí dentro yo vivía una vida agradable. Los contornos de los armarios cambiaban de forma, la realidad se transformaba…

¿Vive usted todavía en su infancia?
A mí me empujaron fuera de la infancia, pero algo de mí sigue allí. La infancia no es una etapa de la vida: es un mundo completo, autónomo, poético y también cruel, pero sin babosidades.
Cuándo llega la noticia de que un niño ha matado a otro, ¿qué piensa?
Me da pena, porque significa que no hemos avanzado nada. Siempre ha habido niños que han matado. Estamos como en el siglo X.

Como en “Olvidado Rey Gudú”, su última y muy vendida novela.
Las ideas y las ideologías pasan y mueren. Lo que no cambia son los sentimientos: el ansia de poder, la envidia, los celos, el odio, el amor… Son hoy igual que en el siglo X, y todo eso está en mi novela, con forma de cuento de hadas.

Aunque con personajes más brutos.
Ay, hijo, ¿no conoces tú hoy a gente de apariencia muy fina pero que son bestias increíbles? Yo sí, yo sí, yo sí.

¿Ha sido usted cruel alguna vez?
Cuando me enfado puedo decir cosas muy crueles de las que me arrepiento mucho luego…

¿Por ejemplo?
Una vez, de niña, le dije a un niño que no le quería, y era mentira. No iba a volverle a ver. No sé por qué lo dije, pero aún pienso en él a menudo…

¿Tiene sentido de culpa? ¿Reza?
Rezo cada noche a mi ángel de la guarda, que aún no sé cómo se llama. Busco su nombre hace años. Yo fui católica, luego me hice atea, pero eso era muy poco divertido… y, bueno, ahora me lo amaño a mi manera.

¿Cree en la vida en el más allá?
No puedo creer que mi parte no corruptible acabe con el resto. Necesito y deseo creer que eso perdura, no sé cómo ni dónde.

Perdura en los libros, ¿no?
La verdad es que “Olvidado Rey Gudú” es el libro que desde niña quise escribir, y ahí está todo lo que soy, está Europa, la cultura de la que vengo.

¿La Europa de Maastricht?
Cuando oigo hablar de eso me suena rarísimo. Dicen: “ahora que somos europeos”. Oiga, eso usted: yo he sido europea siempre, desde que leía a Andersen de niña.

¿A qué parte de Europa viajaría este verano?
He viajado ya tanto… Hijo, lo que me gusta es quedarme en casa, en ese sillón, haciendo el crucigrama de La Vanguardia, de Fortuny. Dígale que me lo paso fenomenalmente, que es un cachondón. Son difíciles, pero he cogido el tranquillo y los saco.

(Entrevista de Víctor-M. Varela)-La Vanguardia (19/06/1998)
© Ana María Matute 2007 | www.anamaria-matute.com

20 noviembre, 2010

17 noviembre, 2010

Modérese, José Pablo, modérese. Osvaldo Bayer

El viernes 26 de mayo de 2006, en el suplemento "Los que no fueron tapa", el filósofo didáctico José Pablo Feinmann me dedica una contratapa llena de sol titulada "Diga ‘whisky’, Osvaldo". Una nota plena de agudeza y bondad para con mis defectos. Pero que me dejó al desnudo, entregado a los diablos, con las manos atadas. ¿Por qué, don José Pablo, no siguió escribiendo de filosofía? Por qué justo viene a ventilar mis amores con Marlene? Sí, con Marlene Dietrich, la rea, la turra, la buena, la linda, la hermosa, la diosa, la Diosa. Ella que viene todas las noches cuando me va llegando el sueño, me besa la frente, y yo entro en el dulce sueño. Sí, desde que José Pablo alcahueteó a los lectores esos apasionados castos besos en la frente, Marlene no ha venido más. Ya no puedo dormir, me levanto, miro el cielo estrellado en el patio y le pido por favor. Pero ella no viene más. Y para colmo, desde la nota de José Pablo Feinmann, todas las noches me visitan los ex amantes de Marlene y me ponen contra un rincón y amenazan con despanzurrarme. El más enojado conmigo es el pacifista Erich María Remarque, sí, sí, el de Sin novedad en el frente, quien me grita con acento del Rhin: "Así que vos, viejo ortiba, me querés birlar a la Nena..." Me hacen acordar estas escenas a cuando yo tenía siete años y debía confesarme y comulgar con el padre Camilo Portomeñe, gallego y franquista, quien cuando estuve arrodillado entre sus piernas vio que de mi libro de misa se me había caído una estampita y me preguntó: "¿Quién es?" Y yo, apresuradamente la quise esconder y le respondí: "La Virgen María, padre", pero él, desconfiado, me la arrebató y era Marlene Dietrich desnuda. Todavía recuerdo el bife a la medida que me zampó y, mientras me daba unos pellizcos que me llegaban a los huesos de los brazos, me repetía con los ojos encendidos: "Te vas a ir al infierno, macaco, te vas a ir al infierno".

Pero todo lo contrario, con ella toqué el cielo con las manos. Con ella llegó el séptimo cielo. Sin necesidad de filosofía, don José Pablo. Poesía, poesía pura, de piel, de color de ojos, de pestañas que se cierran y se abren sonriendo, de labios que... sí, sí, que besan en la frente y pueblan mi cabeza sin pecado de sueños que van desde las noches navegadas por el Paraná a los campos santafesinos sembrados del lino azul o a escuchar los ecos de la voz de Loreley por el Rhin mientras se oyen los remos que se meten en el agua.

Claro, usted, José Pablo Feinmann, el filósofo, sabía esto y me lo ha querido guanaquear, dándolo a la prensa. Desde su nota ya ella no ha venido más pero sí sus amantes. Jean Gabin, borracho, me ha soltado los peores insultos en marsellés; Maurice Chevallier me largó un gargajo donde antes me besaba ella. Ella. Rudi Siebert, su marido, me quiso azotar, histérico, diciéndome: "Ella nunca me fue infiel, ¿me entiende?" El idealista de la incredulidad, Josef von Sternberg, su director, me agravió: "Usted, cafiaspirina, jamás la va a poder dirigir y someterla como yo y hacerle cantar: ‘Yo soy la fresca Lola’, ‘Estoy preparada para el amor desde la cabeza a los pies’, ‘Atentti con las mujeres rubias’ y la inolvidable ‘Lola, Lola’. Rea berlinesa, absolutamente turra, malhablada, puta y putona, putísima". Y von Sterbenrg me pone nervioso y no quiero escucharlo más cuando me espeta: "Sabe Bayer cómo me decía ella –y aquí baja la voz–, me decía siempre papito". Pienso con envidia: "A mí nunca me llamó así". Cuando von Sternberg se va, triunfante, me acuerdo de aquella crítica de cine de 1932: "Marlene Dietrich es la fascinación misma, como jamás lo fue ni lo será ninguna otra mujer. El juego narcotizante, mudo, de su rostro y de sus piernas, la voz oscura y pecaminosa, hace nacer en nuestros cuerpos una calidez que nos obliga a levantarnos". Bueno, pero no hay que seguir, dejémoslo ahí. Porque si no me voy a poner como Jean Gabin. Sí, es cuando recuerdo aquella escena donde ella, Marlene, que viste frac y sombrero de copa, canta, se aproximaa otra bella mujer y la besa en la boca... Y después dirá desafiante: "Lo único que diferencia a la mujer del hombre es que ella se puede quedar embarazada". Sí, y pasemos de largo esa parte de sus memorias donde ella, con cierto reproche a sí misma, escribe: "El mejor de todos mis hombres fue Erich María Remarque. Cómo me acariciaba, qué dulces eran sus frases. Y pensar que le fui infiel en ese tiempo... con nueve hombres y tres mujeres". Y luego cantaba aquello de: "Hombres me rodean como polillas a la luz, y si se queman, que se jodan". Y en casa va a usar sólo pantalones. Pero también era una mamá. De ella se ha escrito: "Marlene y los hombres. Ella les hace regalos, les cocina y limpia para ellos, hasta les plancha sus camisas. Los consuela maternalmente y, por supuesto, mucho sexo y amor, pero no les admite celos". Erich María Remarque le seguirá escribiendo las más inspiradas cartas de amor: "... Corazón de mi corazón. ¡Tú vives! Mariposa, dulce saludo del verano en mi frente llena de fuego por ti". Claro, pero una vez se va a enterar que ese día en que él le había escrito eso, ella le había cocinado ragout a Jean Gabin y le había maseajeado sus pies de marinero. Pero Marlene no admite reproches, sabe que luego a los dos les cantará esa de cowboys, mientras –en su papel– se coloca los dólares en el escote y se manda cuatros whiskies al hilo: "Pregunta qué es lo que quieren los muchachos en la taberna". Después vendrán John Gilbert, Greta Garbo, Douglas Fairbanks jr.. Y Ernest Hemingway.

Ella se quejará, a pesar de todos sus amores, de los hombres. Nunca perdonará que la primera vez, el hombre que le tocó la gran oportunidad ni se quitó los pantalones. Era una exquisita. No, no se le podía hacer eso a Marlene. No.

Por eso, nada más que el beso sutil en la frente todas las noches, al entrar en el sueño. Pero sólo entre nosotros dos. No para los diarios. Y menos escrito por un filósofo. No, José Pablo. Continuá por favor con tus enseñanzas filosóficas, que sos el que mejor sabe hacerlo. Sólo un pequeño pedido de un soñador: un poco más de Kant, José Pablo, un poquito más de Kant. ¿Te suena aquello de "La paz eterna"? No te parece maravilloso. La paz eterna. (Además, con Marlene. Te imaginás algo así. La paz eterna con Marlene. Esa podría tal vez ser la fórmula mágica para construir el camino al paraíso. Qué te parece esta propuesta: demos un curso juntos: vos, sobre Kant, y yo, sobre Marlene.)

Con respecto al monumento a Roca, no quiero ninguna centella divina que lo destruya, sino la convicción de las pruebas. Fue un racista, un egoísta, un hombre de la Muerte. Ya lo quitará de allí el verdadero pueblo, a pesar de sus representantes que, cuando me ven, rajan. (Uno de ellos: "Sabe Bayer, es que el General le puso General Roca al Ferrocarril Sur, ¿me entiende?) No, no lo entiendo, lo que debe valer es el valor de la vida y no el Remington.

Ah, y una cosa, José Pablo: cuando me quieren sacar una foto donde yo sonría, no digo "whisky". Digo: "salud y anarquía". Que tal vez podría cambiar por: "Salud, anarquía y un poquito de Marlene".

Página/12, 03/06/06

12 noviembre, 2010

La historia no perdona. Osvaldo Bayer

La historia no perdona, el tiempo va clarificando indefectiblemente. Acabo de volver de Puerto San Julián, la pequeña y nostálgica ciudad patagónica. Allí hablamos sobre su historia y me hicieron conocer la iniciativa popular de hacer un homenaje a Albino Argüelles, ya sea con un monumento que lo recuerde o con el nombre de una calle. Albino Argüelles fue secretario general de la Sociedad Obrera de San Julián, herrero de oficio y afiliado al Partido Socialista. Fue quien organizó las columnas de peones rurales patagónicos en la huelga de 1921, en la cual se pedían mínimas mejoras en las condiciones de trabajo. Cuando llegó la tropa represora del capitán Elbio O. Anaya, les pidió parlamento a los dirigentes huelguistas, los apresó y luego de hacerlos castigar duramente ordenó su fusilamiento. En el recuerdo, Albino Argüelles quedó como un hombre limpio, responsable, que no abandonó en ningún momento a los hombres de campo. Era considerado el más inteligente de todos los dirigentes obreros. Su muerte fue un asesinato vil y disfrazado por el capitán Anaya en su parte militar como "muerto mientras trataba de huir". La acostumbrada ley de fugas que en tiempos más actuales se convirtió en "desaparición" de personas. De concretarse este homenaje San Julián sería la tercera población que reivindique a los protagonistas de esas huelgas épicas de hace setenta años. Río Gallegos reivindicó a Antonio Soto, poniendo su nombre a una calle, y la localidad de Gobernador Gregores tiene una escuela con el nombre del legendario entrerriano José Font, llamado por la paisanada Facón Grande. La única iniciativa que no pudo ser concretada fue la de propiciar en las escuelas de Santa Cruz la lectura de La Patagonia Rebelde, que describe las heroicas huelgas y su cruel represión. La iniciativa fue votada por unanimidad de los bloques de la Legislatura -menos el voto en contra de la legisladora radical Sureda, hija de un represor- pero fue vetada por el gobernador peronista Puricelli, hoy ultramenemista y funcionario del gobierno nacional. La medida represiva sólo logró aumentar el interés de los patagónicos sobre su historia tan negra y escondida. La alegría obtenida en San Julián continuó a mi regreso a Buenos Aires cuando se me informó que había sido promulgada la ordenanza que fija el día 30 de abril en la Capital como "Día del Coraje Civil". El proyecto del concejal Eduardo Jozami -un nombre para recordar- fue votado por todos los bloques menos por el menemismo. Y como no podía ser de otra manera, es un homenaje a las Madres de Plaza de Mayo que justo el 30 de abril de 1977 salieron a la calle a pedir por sus hijos desaparecidos. En Holanda, en España, hay nombres de plazas y calles con ese título de orgullo para los argentinos: Madres de Plaza de Mayo. Pero aquí siguió el miedo: los jueves a las 15:30, todos lo pueden constatar cuando pasa gente que mira para otro lado durante la marcha de esas heroínas. Es que los "indiferentes" no quieren tener memoria, no quieren acordarse cuando murmuraban el clásico "por algo será" o el "viejas locas", el título de honor que les dio nuestro valiente general argentino Albano Harguindeguy desde las protegidas ventanas de la Casa de Gobierno.

Pero hasta en esta promulgación que nos llena de orgullo hubo el gesto mezquino, estreñido, del intendente Domínguez. La viveza ramplona consistió en dejar pasar el 30 de abril de este año -cuando la hubiera podido aprobar ya el 26 de ese mes-, de manera de no tener así que embanderar los edificios públicos en homenaje a esas luchadoras incansables. No la pudo vetar porque el coraje que les sobra a las Madres le falta precisamente a este señor que vaya a saber qué problema tiene de conciencia sobre su conducta ciudadana del pasado o por el sólo hecho de jamás haber acompañado a las Madres en su lucha noble y altruista. No podemos dejar de recordar las humillaciones que sufrieron las Madres en los años del oprobio, amén del asesinato de tres de ellas en manos de los marinos de Massera y Astiz. Hasta las crónicas de la dictadura no ahorraban burlas y mofas contra estas mujeres que eran todo valor y valentía. Por ejemplo, aquella del 15/6/78 de Noticias Argentinas que decía: "Medio centenar de mujeres que afirman ser madres, esposas o novias de ciudadanos desaparecidos desfilaban ayer en la Plaza de Mayo, frente a la Casa de Gobierno, bajo una pertinaz llovizna y ante un compacto y heterogéneo grupo de periodistas extranjeros venidos a la Argentina para informar sobre el Campeonato Mundial de Fútbol. Varias decenas de personas comentaban animadamente el episodio en corrillos formados en el centro de la Plaza de Mayo y la mayoría de las expresiones estaban destinadas a criticar a los manifestantes y a los periodistas. Un señor maduro y bien vestido comentó refiriéndose despectivamente a los periodistas extranjeros que 'si quieren filmar manifestaciones en su país les rompen las cámaras, acá no sólo lo pueden hacer libremente sino que después salen diciendo barbaridades.' Muchos, acostumbrados a la presencia de las mujeres comentaron despectivamente 'Otra vez las locas de los desaparecidos'". Y el 23/6/78: "En cierto momento las madres discutieron airadamente con algunos de los presentes que les reprocharon 'no haber dado una enseñanza a sus hijos que desaparecieron o están bajo tierra, justamente porque no eran ningunos angelitos'. La presencia de los periodistas extranjeros también fue motivo de algunas voces de censura como que 'no debían prestarse a desprestigiar al país con mentiras o infundios y menos haciéndose eco de lo que dicen estas mujeres que están locas'. Cuando la manifestación se disolvió tres individuos de mediana edad, bien vestidos, que instaban a los presentes a gritar 'Argentina, Argentina' a la vez que tildaron de 'brasileños' a los que no lo hicieron, se alejaron del lugar en un automóvil Ford Falcon. Casi al mismo tiempo, una de las madres estalló en una crisis de nervios y llanto pero un jovencito de 24 años le gritó: 'No venga a llorar aquí en Plaza de Mayo, vaya a llorar a Luján'. Un holandés se acercó a la mujer y le entregó una flor. 'No ven que esto es un teatro bien orquestado', dijo un hombre de unos 50 años que había estado en todos los corrillos demostrando contra las manifestaciones. El holandés dijo que hay que consolar a los que sufren. Una transeúnte al escucharlo se largó a reír diciéndole: 'Aquí no sufre nadie. Somos finalistas y estamos todos contentos. Lo que pasa es que el domingo vamos a reventar a todos los holandeses'. Y así, en medio de risas del público, el holandés se retiró". Y en la crónica de dicha agencia -publicada en El Día de La Plata del 30/6/78- se lee el repudio de "un señor de mediana edad, ante un periodista de la NBC de Estados Unidos, exclamó indignado: 'Estos vienen aquí a sacar la basura. ¿Por qué no van a filmar a los miles de homosexuales que desfilan es su país cotidianamente?'". Apenas pocas semanas después el obispo argentino Octavio Dersi, rector de la Universidad Católica, afirmaba: "Conozco que países como Estados Unidos y otros de Europa reprochan a Latinoamérica la violación de derechos humanos y ellos tienen violaciones mayores legitimando el aborto. Pocos hablan de esa violaciones, como tampoco de las que se comenten en Cuba o en los países comunistas. No se ve una acción contra ellos pero sí contra la Argentina donde el país se ha defendido frente a la violencia y la guerrilla".

Tres reacciones parecidas: la del señor que habla de los homosexuales; la del obispo que ve un crimen mayor en el aborto que en la desaparición y la tortura, y la del intendente Domínguez, que les roba a las Madres unos días para que no se festeje este año el "Día del Coraje Civil". Pero si ellas triunfaron sobre los represores, ¿cómo no le van a hacer frente a estas mezquindades?

01 noviembre, 2010

Bruno. Osvaldo Bayer

Treviso (norte de Italia). Camino por el Prato di Fiera, hay aire de primavera aquí. Ya hay flores. Me vienen los recuerdos del sábado pasado. Uno de los momentos más increíbles de mi vida. En la Feria del Libro de Buenos Aires presentamos Carcoveando, un libro de relatos escritos por chicos de la villa de emergencia De la Cárcova, sí, la villa de José León Suárez, que esta ahí nomás, cercana a los basurales de la “Operación Masacre” descripta por nuestro querido Rodolfo Walsh. Sí, los chicos de una de las villas más carecientes, de esa escuela que tiene setecientos alumnos y no cuenta siquiera con un teléfono, fueron capaces de escribir un libro donde se mezclan las fantasías más inesperadas con las realidades fotográficas de la vida diaria. ¿La idea? De Claudia y Myriam, dos maestras de allí que los empujaron, los tomaron de la mano, les mostraron otros horizontes, los sacaron de la vida diaria de la villa y los llevaron al bosque de las ideas, a las alturas de los sueños y a la realidad de que ellos también saben expresar en palabras. Myriam y Claudia, sí, con chicos de ojos brillantes como estrellas y piel morena como la tierra. En la Feria del Libro. Dije allí que el ser humano nunca se va a dar por vencido y va a crear poesía donde los fusiles sólo quisieron la muerte como siempre. En aquel escenario de la masacre comenzaron a brotar las semillas pese a la muerte, al fuego, al egoísmo y los preconceptos. Y de la Feria del Libro, estos autores jóvenes como el amanecer irán “carcoveando” el 5 de junio al salón Jorge Luis Borges de la Biblioteca Nacional. Cuando se entere Borges va a murmurar: “la fantasía se ha adueñado del Barrio Norte”. Y hubiera escrito un cuento: “Los pibes de la esquina celeste”.

Pero de la alegría de lo justo a la profunda tristeza de lo inexplicable. En la madrugada del lunes el llamado: ha muerto Bruno.

Levanto la cabeza. Miro los libros, que me observan en la eterna espera. Los lápices, las hojas en blanco. Ha muerto Bruno, a los veinte años. Veo que hay apenas tres o cuatro hojas escritas. Con frases para el futuro, planes, sueños. Me levanto; sólo puedo insistir, no me rindo. Ya sólo me queda regar las plantas, que me observan, siempre más verdes.

Estoy ya en Treviso, camino por el Prato di Fiera. Todo esto lo vio adolescente a Bruno. El joven increíble que leía, discutía, soñaba y proyectaba. Era el libertario soñado por la utopía. Entusiasta, hacedor, con ganas de meter la vida en todo. También en las sociedades pacatas de intereses y codazos. Sí, él eligió el secundario “científico” y no el humanista aunque solo no podía salvar el mundo y necesitaba para hacerlo el pensamiento humanista. Esa búsqueda lo hizo abandonar sus estudios por un breve tiempo y dedicarse a recorrer Europa para conocer la vida. Lo vieron muchos llegar con miles de jóvenes a Heiligendamm, en Alemania, a protestar contra la reunión de los Ocho, el G-8, de los que manejan el mundo. Lo vieron a Bruno, en el momento en que avanzaban más de 800 policías y soldados contra la protesta juvenil, él, Bruno, en ese momento les salió al encuentro y sin ninguna defensa les gritó a los uniformados –pleno de humor y desprecio– esa palabra italiana que lo dice todo: vaffanculo. Todos se quedaron perplejos ante la valentía de ese muchacho con aire de poeta. Lo hubieran podido destrozar. Pero él se quedó inmutable, sonriente, demostrando que la decisión de un ser humano puede ser más digna y tenaz que mil gatillos y corazas. Esa palabra vaffanculo tendría que utilizarse en cada manifestación popular contra la represión del poder.

Después Bruno recorrió diversos países trabajando en las más humildes labores para ganarse la vida y para conocerla bien desde abajo. Ya en Treviso iba a recibir la injusticia bruta. Los cabezas rapadas fascistas lo iban a sorprender a él y a un amigo y los golpearon con ferocidad. Poco después se iba a repetir lo mismo en una plaza.

Luego reinició sus estudios pero no ya en Treviso, una ciudad cada vez más derechizada donde se vive un constante racismo contra los trabajadores extranjeros. Reinició sus estudios en Trieste, una ciudad distinta, con una población más internacionalizada. Para él fue una nueva vida. Uno de sus amigos lo describe así: “Era un placer ver a Bruno cuando estaba presente. Siempre demostraba alegría. Era inteligente, simpático, hablaba cuatro idiomas, músico, tolerante y amante de la libertad”.

Esa cualidad de amar la libertad iba a ser fatal para él en esa Italia que marchaba hacia el Berlusconismo. Su último viaje fue a Berlín, como intérprete del alemán ante sus propios colegas de estudio y sus profesores. Allí se sentía en el centro del mundo, por la historia de esa ciudad de la historia de la crueldad máxima del nazismo, pero al mismo tiempo, ciudad de la revolución de los obreros, soldados y campesinos del ‘19, con Rosa Luxemburgo, ese ser increíblemente justo y noble, asesinada a culatazos por los esbirros del poder.

De regreso lo esperaba el Norte de Italia con su irreversible retorno a la derecha. El triunfo de Berlusconi y sus aliados fue aplastante. El neofascismo volvió a salir a la calle. Bruno no comprendió cómo en Italia, que había dado tantos pensadores pacifistas que aconsejaban como única salida futura la paz, la sociedad cayera en un racismo tan desnudo y eligiera como líder máximo a un todopoderoso, representante del capitalismo más descarnado. El diario alemán Suddeutsche Zeitung tituló: “Paliza mortal”. Simplemente así: “La extrema derecha italiana no pone ningún límite a sus excesos. Italia teme una nueva ola de violencia política”. E informa la muerte a trompadas y patadas del joven Nicola Tommasoli a manos de cinco miembros de la juventud neofascista. Lo mataron porque sí. Ocurrió esto en Verona, la ciudad de Romeo y Julieta. “La ciudad del amor –dice el diario– que se ha convertido en símbolo del miedo que transita por las calles italianas.” “El miedo ante el odio, la intolerancia, la decadencia social”, explica en sus columnas y prosigue el diario: “Se puede sentir la inseguridad en todas las grandes ciudades italianas, en los míseros barrios pobres de los inmigrantes en las orillas romanas del Tíber, en las orgías alcohólicas en las calles que rodean a la Universidad de Bolonia, y los video-celulares de torturas sadistas entre estudiantes, todo esto hace temer la decadencia italiana.” Para eso, más seguridad, más policía, más Berlusconi. El mismo diario alemán sostiene que “en Italia reina un clima cultural y político en el que florece el odio y la intolerancia con los más débiles”. Ni pobres ni extranjeros es la divisa como si ellos fueran los culpables y no el sistema.

El diario italiano La Repubblica denuncia que el creciente neofascismo tiene como lema: “Caza al distinto” y publica fotos escalofriantes con jóvenes con carteles: “Veneto Fronte”, “Skinheads” y con banderas fascistas con símbolos de imitación de la cruz svástica. Muchos de ellos son fans de clubes de fútbol. Se dicen herederos de los legionarios romanos y son apasionados por el boxeo. El diario La Tribuna titula el 7 de mayo “Alarma negra”. Cruces svásticas, cruces celtas, cabezas rapadas... Lo curioso –o no– es que la mayoría de los neofascistas proviene de escuelas católicas.

Todo este clima fue determinante para Bruno, que no podía comprender la violencia. Estos hechos fueron minando su optimismo y cayó en la melancolía de que tal vez, pese a toda la lucha de parte de la humanidad, es ya imposible de lograr el Paraíso en la Tierra que él soñaba.

Tal vez, si Bruno hubiera conversado con las maestras Claudia y Myriam de la villa de José León Suárez habría desistido de su última voluntad.

Esto fue lo último que Bruno escribió a sus amigos, esta poesía de Hermann He-sse. Que lo dice todo. Todo lo que él nos quiso decir en su adiós.

Noche en vela

Porque no duermes...
Aquello que quieres
decirme en esta hora
¡no lo digas!
–mira abajo el fondo del lago
–que se vuelve oscuro
–y cómo se persiguen las nubes
–reflejándose en el negro terciopelo
¡No lo digas!
Esta es una mala noche
lo sé,
en esta hora aflora
en lo profundo de tu pecho
todo aquello que te apremia.
¡No lo preguntes!
De tu boca aparece
ahora la palabra que te hace infeliz
¡No la digas!
Esta es una mala noche
me lo dirás mañana.
No lo sabemos
quizás, tal vez...
mañana todo será milagrosamente fácil,
esto que ningún corazón puede soportar,
esto que hoy me hace tan infeliz.
¡No lo preguntes!
Esta es una mala noche.
Bruno era mi nieto.

13 octubre, 2010

Arbolito. Osvaldo Bayer. Por la identidad

”Este pueblo lleno de niños y árboles no merece llevar el nombre de un genocida...” Osvaldo Bayer clavó su mirada en el millar de personas ubicadas en el anfiteatro de Rauch, una pequeña ciudad del centro-sur de la provincia de Buenos Aires. “Ese coronel prusiano era de una crueldad terrible. A los indios les hacía el degüello corbatita para ahorrar en balas. Yo no podría vivir en una ciudad llamada así.” Bayer esperaba este momento desde 1963, cuando propuso por primera vez su iniciativa. En aquel entonces la pasó mal: gobernaba el país José María Guido y su ministro del Interior justamente era Juan Rauch, el bisnieto del citado coronel. Así, cuando regresó a Buenos Aires, Bayer fue detenido por la policía. Cuarenta años después volvió a la ciudad en compañía de Arbolito, la banda que debe su nombre al justiciero que le cortó la cabeza al militar. “Cuanto más justo sería que la ciudad se llamara así”, remató el autor de La Patagonia rebelde.
Precedidos por un canto con cultrum de dos miembros de la Comunidad Mapuche “Peñimapu”, los Arbolito se despacharon con gatos, chacareras, cuecas, candombes y huaynos. Unos treinta seguidores del grupo llegados de Mataderos, San Martín, Flores, San Telmo y Caballito, más el entusiasmo de los estudiantes de la ciudad anti-Rauch, produjeron un ritual tan extraño como inolvidable. La canción “Arbolito”, justamente, terminó de concretar el objetivo de la visita del grupo y del sabio anarquista.

“Oye, mi niño, parece ha cambiado la suerte / son esos hombres de arriba cargados de muerte / traen sus armas que queman la piel si te dan / quieren quedarse la tierra, los bosques y el mar... Arbolito, tu lanza, nuestro camino / Arbolito, las pampas son tu destino...”, cantó Agustín, arrancando el único y más que simbólico aplauso de Alberto, descendiente directo de tehuelches. Llegaron después, discurso de Bayer mediante, el hermoso “Huayno del desocupado” (“Chupa tu matecito, el hambre se va / sólo por un ratito el hambre se va / las manos rechazadas / la cabeza cansada / y Dios que no se ha vuelto a mirar acá”), “La arveja esperanza” y “Si me voy antes que vos”, de Jaime Roos.

La jornada tuvo también su toque de actualidad. “La idea de hacerle una estatua a Rauch –con esa cara de oler mal– en el medio de esta hermosa plaza proviene de épocas de la dictadura”, había denunciado Osvaldo en una atípica conferencia de prensa anterior al recital, que incluyó aplausos, pocas preguntas y la intervención de algunos “rauchistas”. “Es muy romántica su idea pero, ¿cambiamos algo con eso?”, preguntó uno de ellos. Respondió Bayer: “Entonces no juzguemos a Videla, no juzguemos a Suárez Mason. Después de todo, hubo desaparecidos, pero no estábamos tan mal. Es decir, hay explicación para todo... Pero hay algo que se llama ética y sin ella no se da un paso adelante pensando en nuestros hijos y nietos. Los hacemos vivir en una ciudad que lleva el nombre de un asesino”. El acto repercutió en los 14 mil habitantes de la ciudad. Al otro día, la radio y la televisión locales reprodujeron las diferentes opiniones de la gente respecto del tema. Muchos reaccionaron contra Bayer, más que contra su idea. “¿Quién es este intelectual para meterse con nuestras raíces?”, dijo un oyente de una radio FM. “Ahora me levanto y me encuentro con que mi pueblo se llama Rosita”, expresó otro, bastante molesto. Otros se enteraron in situ que Federico Rauch había sido un genocida. “Realmente no sabía que había matado a 400 indios”, dijo una mujer. Algunos, en cambio, vieron bien que se proponga el cambio de nombre de la ciudad. Y hasta circuló la idea de realizar un plebiscito. Pero Jorge Petreigne, flamante intendente de Rauch –que ya gobernó durante la última dictadura militar-, vivió el fin de semana largo como si nada hubiese pasado. Y su padre historiador, Jorge Petreigne, reivindicó el accionar del coronel prusiano. La verdad histórica, comprobadísima, la habían develado Bayer y su brazo musical, Arbolito.

08 octubre, 2010

Juan. Osvaldo Bayer

Juan ha recibido el premio que se merecía. La alegría de ver su nombre en las tapas. El premio a las letras que forman las palabras. A las palabras que envuelven los sueños. Juan, el poeta de las calles, de los barrios, de las plazas. Del dar la mano. Juan tiene mano de orfebre, de sembrador, la mano que acaricia la vida, pero que se vuelve puño en los tiempos humillados.

Me acuerdo de cuando lo conocí. Por los años cincuenta. Unas reuniones de poetas, escritores con esperanzas más que jóvenes. Optimistas de pura sangre. Revistas literarias, que no se dan nunca por vencidas. Aparecen, reaparecen, se pierden, surgen, siempre nuevas. Ya era poeta, Juan. Nosotros éramos literatos, periodistas, ensayistas, novelistas, cuentistas. El era poeta. En los años sesenta los sorprendí caminando adelante, a unos veinte metros de mí, a él y a Raúl. Claro, Raúl González Tuñón. Quién otro. Estoy seguro de que iban recitando “La costurerita que dio aquel mal paso”. Evaristo Carriego. El poeta que debe haberlos despertado del sueño a los dos.

Juan, después, los sesenta. No sólo siguió escribiendo poesía todos los días. Sino que también se metió con todo en la lucha contra una sociedad que creaba villas miseria en las pampas más ubérrimas de la Tierra. La lucha, sus búsquedas. Sus libros siempre presentes, uno tras otro. Cada vez más comprometido. Dando la frente a los uniformes de turno. Pero Juan se daba tiempo también para remar en el cielo buscando estrellas y amaneceres, ninfas y silencios.

Juan ahí, tomando la revolución por la puerta delantera, sin interpretaciones academicistas. Pero siempre poeta. Con sus ojos más allá.

Pero la Muerte, de pronto. La Muerte de uniforme. Generales, almirantes, brigadieres, comandantes, comisarios generales, secretarios privados. Y los civiles marianizados de siempre con sus sonrisas genuflexas. Y Juan siguió en las trincheras de la vanguardia.

Hasta que vino la derrota. El dolor profundo. Me escribiste a Berlín, Juan, desde Roma, el 27 de mayo de 1979. No te dabas por vencido. Me comunicaste que seguías trabajando “en un proyecto político que tiende a crear una síntesis a partir de la derrota, un proyecto que, antes o después, me regresará al país”. Y buscabas la razón de tu tristeza y me decías: “La pelea por conseguir una política más sensata, la pérdida de tantos compañeros, el secuestro de mi hijo, de su compañera, del nieto por nacer, me distrajeron de mi condición de desterrado, me hicieron rotar por un limbo extraño, contradictorio, fantasmal y, muchas veces, alucinado”. Y agregabas algo para emocionarse en esos años de tantas luchas: “En poco más de un año escribí cinco libros de poemas con un par de obsesiones recurrentes. Una, el amor, una mujer amada; otra, la derrota, la muerte de los compañeros, mi hijo. Supongo que todo eso me distrajo también de mi condición de desterrado. Sólo ahora la empecé a admitir. Lo que escuché durante esa semana me llevó a reflexionar y escribir, que es mi manera de reflexionar sobre el exilio, nuestro exilio”.

Te contesté de inmediato desde Berlín, donde vivía yo el injusto destierro, así: “Querido Juan: no puedo decir alegría, más bien algo así como un agradecido deseo nostálgico de recordar, de recordar tu rostro de antes y de imaginarme el de ahora, con la belleza que da el sufrimiento a los nobles; eso es lo que sentí al recibir tu carta. He seguido tu lucha. Te he comprendido en todos tus pasos. Yo no puedo ser juez de un hombre de lucha, de un hombre de la permanente vanguardia, de un hombre que es la negación del oportunismo y el ejemplo puro del buscador nunca resignado. Juan: te he seguido más que en todo eso, en tu poesía. Las hemos leído mil y una vez en las reuniones de solidaridad aquí en Europa. La última, en Berlín, el público escuchó tus versos –magníficamente leídos por dos actores alemanes– como quien se halla en un oficio divino. Por eso, Juan, ves que todo está allí, en tu obra, para siempre. No la podrán ni destruir ni matar ni secuestrar ni torturar ni encarcelar. Está y estará allí, permanente. Ese convencimiento tiene que ser tu reposo, tu tranquilidad. Porque la lucha pasada, presente y futura, está en tu poesía. Que el reposo no te remuerda pensando en que la mejor poesía tiene que ser la acción. Porque por sobre tu ejemplar vida de luchador resplandece la poesía. Descansa ahora de la acción, no como resignación, sino como paso al vuelco total hacia la poesía. Las próximas generaciones esperan: van a querer saber de la poesía de la resistencia. Y tienes que estar vos, ya con la cabeza allí, en eso, fuerte, más fuerte que nunca acerado por los seres queridos que ellos hicieron desaparecer, por sus voces que escucharás todos los días, por los compañeros perdidos ya más allá del límite del horizonte. Ahora, Juan, la concentración de las fuerzas en la creación, que para ti es perennemente poesía. El limbo fantasmal y alucinado tiene que dar paso ya a la sonrisa segura, generosa, del triunfo del poeta sobre los enemigos del canto del gallo, sobre los enemigos del sol”.

Ahí mismo le propuse escribir un libro que se llamara “Exilio”. Juan aceptó de inmediato.

Cuando leí hace unos días que Juan había obtenido una distinción así, volví a repetir lo que siempre me llena de satisfacción: el triunfo final de la ética. Alguien tan perseguido como Juan, con el eterno dolor de haber perdido a su hijo y a su nuera embarazada por obra de la bestial represión militar, era reconocido ahora como un poeta fundamental del presente. En cambio, los que lo persiguieron ya están malditos por todas las generaciones. Quisieron matar la poesía y surgió la pluma que derrotó todas las armas, todos los instrumentos de tortura, la desaparición.

Así dice Juan en Exilio: “No era perfecto mi país antes del golpe militar. Pero era mi estar, las veces que temblé ante los muros del amor, las veces que fui niño, perro, hombre, las veces que quise, me quisieron. Ningún general le va a sacar nada de eso al país, a la tierrita que regué con amor, poco o mucho, tierra que extraño y que me extraña, tierra que nada militar podrá enturbiarme o enturbiar”.

Y así fue. A Juan le acaban de dar un ramo de flores. Hemos aplaudido los que lo conocemos y los que lo leen.

Juan, poeta y luchador por la sonrisa de los niños. Juan Gelman.

18 septiembre, 2010

Desde los pibes alemanes a la noche de los lápices. Osvaldo Bayer

Etchecolatz empezó a sentirse mal, estaba en su casa y sintió dolor de cabeza y dijo que era un perseguido político. Sinvergüenzadas argentinas. El peor de los asesinos estaba en su casa y se hace el perseguido. "Político", nada menos. El verdugo más cobarde de nuestra historia se autodenomina político. La política del tiro en la nuca. Lleva siempre la escarapela argentina en la solapa. Azul y blanco. Trasfondo de nuestra filosofía social. Los asesinos están entre nosotros. Es el autor de la acción más alevosa imaginable. La prisión, tortura, muerte y desaparición de los adolescentes de la Noche de los Lápices. De adolescentes. Y lo que todavía no se ha dicho: los militares y uniformados argentinos les ganaron a los nazis. En una acción muy parecida, los argentinos mostramos mucho más poder, autoridad, la más absoluta ilegalidad en la represión.

En febrero de 1943, en plena guerra, un núcleo de estudiantes alemanes de la ciudad de Munich editó volantes contra la guerra. Su moral no les permitía soportar más eso de matarse unos a otros, bombardear ciudades asesinando madres y chicos, con la destrucción absoluta de la vida. Esos volantes los arrojaban desde los pisos de arriba al patio de la universidad. Fueron observados por el portero que los denunció de inmediato. Los estudiantes –cinco varones y una chica– recién comenzados los veinte años, fueron sometidos a un juicio, encontrados culpables de traición a la patria y guillotinados al tercer día. Todo salió en los diarios, después fueron ejecutados otros estudiantes y también el profesor Huber, quien los había apoyado. Sus bellas cabezas cayeron rodando en un tacho. Habían leído demasiada poesía, habían leído el sufrimiento en los ojos de los demás y en sus propios ojos. La guerra, no podían ni querían seguir siendo bestias. Sus cabezas fueron separadas de sus cuerpos. Pero los nazis oficializaron todo y publicaron todo, hasta el nombre del juez y del verdugo. El juez Roland Freisler quien posteriormente condenó a la horca a los rebeldes del 20 de julio. Todos con su responsabilidad en el crimen.

En La Plata ocurrió algo muy similar. Pero los héroes de la resistencia civil argentina eran más jóvenes, apenas adolescentes. Habían luchado por la rebaja del boleto estudiantil. Para que los que vivían lejos pagaran igual que los que vivían cerca. Justicia, camaradería, solidaridad, la bella palabra. Se reunían y cantaban por la calle: "Luchar, luchar, por el boleto popular", "Eso, eso, eso, boleto de un peso". Cuando llegó la dictadura pasaron a ser sospechosos. Activistas. Terroristas. Fueron secuestrados por la policía comandada por un general de la Nación, el general Camps, un enfermo mental que aplicó con un entusiasmo total las reglas de la muerte argentina: secuestro, robo de las pertenencias, humillación, tortura hasta la aniquilación, hambre, y por fin desaparición. Cada vez peor, cada vez mejor. Destruir al ser humano integralmente. Aplastarlo como a un insecto. Y total silencio ante los familiares y amigos. Desaparecido. No están ni vivos ni muertos, están desaparecidos, como se expresó ante los periodistas extranjeros el señor presidente de la Nación Argentina, teniente general Jorge Rafael Videla. Etchecolatz, Camps, Videla. Figuras de exposición en una muestra argentina que comienza con Roca. Es toda una línea. Lo que pasa es que los mapuches son chilenos. Ahí está la clave. Es decir, los militares argentinos se quedaron en la sombra, no admitieron nunca el crimen. Hasta hoy, Etchecolatz nunca lo reconoció. No sé, desaparecieron. Se habrán ido a Suecia. No, no me enteré.

En su libro, de precisión jurídica, María Seoane y Héctor Ruiz Núñez establecen que seis jóvenes prisioneras embarazadas fueron arrojadas a los calabozos de los muchachos de La Noche de los Lápices para que éstos las atendieran sin tener elementos ni conocimientos. Aquí sí los argentinos les ganamos a los nazis. Los prisioneros alemanes de Munich, tras seis días de calabozo alimentados con una ración mínima, fueron llevados a la guillotina y ahí ejecutados. Aquí, entre nosotros, fue todo más florido: picana, látigo, hambre, escupitajos, manoseo y violación para María Claudia y Clara, todo mezclado con desconocidas embarazadas humilladas hasta el hartazgo. Es que somos católicos apostólicos romanos. Los representantes de la Iglesia Católica en La Plata les dijeron a los desesperados padres: "No busquen más a sus hijos". "Recen". Monseñor Plaza.

Sophie Scholl, la joven mujer alemana de "La rosa blanca" –ese bello nombre tenía la organización antinazi de Munich– puebla hoy con su foto todos los rincones universitarios sensibles a su lucha y a su joven muerte.

Poco a poco los jóvenes rostros de los queridos María Chiocchini, María Claudia Falcone, Francisco López Muntaner, Claudio de Acha, Horacio Angel Ungaro, Daniel Racero y Pablo Alejandro Díaz van surgiendo del horizonte estudiantil y aparecen uno por uno en las aulas de los ámbitos secundarios. La semana pasada me llamaron para hablar de ellos en el patio del Colegio Nacional Pueyrredón. Más que mis palabras se oyeron los aplausos de las manos jóvenes. Hubo lágrimas. Emoción. Dolor. Pensaron en las muertes. De sus compañeros. Desaparecidos. Ese mismo día Etchecolatz se consideró un preso político.
La pregunta es: ¿por qué tanta brutalidad, tanta impunidad? ¿Cuáles fueron los maestros y profesores de nuestros militares y policías? Hoy, salvo los que se jubilaron, siguen siendo los mismos docentes en los colegios militares y policiales. ¿Dónde asimiló Camps el instinto de hacer desaparecer? ¿Dónde aprendió Etchecolatz tanta impunidad y crueldad? Y la cobardía de negar que lo hicieron. ¿La aprendieron o les viene de familia? ¿Buscaron esa profesión porque les calmaba los instintos? La pregunta no es porque sí, viene de estudios que se hicieron sobre los nazis famosos y sus instintos desde la vida familiar.

Los crímenes nazis estaban documentados por ellos mismos. Aquí hasta Videla los niega. Un aspecto del cinismo y la mendacidad que debemos tener en cuenta para medir la personalidad de quienes establecieron la "Muerte argentina", la desaparición. Hasta la Inquisición de la Iglesia Católica quemaba vivas a sus víctimas en plazas públicas y con la presencia de la Cruz. Nuestros verdugos escondieron todo. Esa es su máxima cobardía. Que los dos partidos políticos argentinos siempre reinantes trataron de disimular con las palabras "obediencia debida" y el batacazo del indulto. Pero no es tan fácil esconder la basura debajo de la alfombra. Están los alucinados del coraje, que jamás abandonan la escoba, a pesar de las ametralladoras y las picanas eléctricas.