15 junio, 2012

Juan José Saer (III)

El concepto de ficción

Nunca sabremos cómo fue James Joyce. De Gorman a Ellmann, sus biógrafos oficiales, el progreso principal es únicamente estilístico: lo que el primero nos trasmite con vehemencia, el segundo lo hace asumiendo un tono objetivo y circunspecto, lo que confiere a su relato una ilusión más grande de verdad. Pero tanto las fuentes del primero como las del segundo, o entrevistas y cartas son por lo menos inseguras, y recuerdan el testimonio del «hombre que vio al hombre que vio al oso", con el agravante de que para la más fantasiosa de las dos biografías, la de Gorman, el informante principal fue el oso en persona. Aparte de las de este último, es obvio que ni la escrupulosidad ni la honestidad de los informantes pueden ser puestas en duda, y que nuestro interés debe orientarse hacia cuestiones teóricas y metodológicas.En este orden de cosas, la objetividad ellmaniana, tan celebrada, va cediendo paso, a medida que avanzamos en la lectura, a la impresión un poco desagradable de que el biógrafo, sin habérselo propuesto, va entran do en el aura del biografiado, asumiendo sus puntos de vista y confundiéndose paulatinamente con su subjetividad. La impresión desagradable se transforma en un verdadero malestar en la sección 1932 1935, que, en gran parte, se ocupa del episodio más doloroso de la vida de Joyce, la enfermedad mental de Lucía. Echando por la borda su objetividad, Ellmann, con argumentos enfáticos y confusos, que mezclan de manera imprudente los aspectos psiquiátricos y literarios del problema, parece aceptar la pretensión demencial de Joyce de que únicamente él es capaz de curar a su hija.

07 abril, 2012

Juan José Saer (II)

Verde y negro

A Raúl Beceyro



Palabra de honor, no la había visto en la perra vida. Eran a como la una y media de la mañana, en pleno enero, y como el Gallego cierra el café a la una en punto, sea invierno o verano, yo me iba para mi casa, con las manos metidas en los bolsillos del pantalón, caminando despacio y silbando bajito bajo los árboles. Era sábado, y al otro día no laburaba. La mina arrimó el Falcon al cordón de la vereda y empezó a andar a la par mía, en segunda. Cómo habré ido de distraído que anduvimos así cosa de treinta metros y ella tuvo que frenar y llamarme en voz alta para que me diera vuelta. Lo primero que se me cruzó por la cabeza era que se había confundido, así que me quedé parado en medio de la vereda y ella tuvo que volverme a llamar. No sé qué cara habré puesto, pero ella se reía.

-¿A mí, señora? -le digo, arrimándome.

-Sí -dice ella-. ¿No sabe dónde se puede comprar un paquete de americanos?

Se había inclinado sobre la ventanilla, pero yo no podía verla bien debido a la sombra de los árboles. Los ojos le echaban unas chispas amarillas, como los de un gato; se reía tanto que pensé que había alguno con ella en el auto y estaban tratando de agarrarme para la farra. Me incliné.

-¿Americanos? ¿Cigarrillos americanos

-Sí -dijo la mina. Por la voz, le di unos treinta años.


El Gallego sabe tener importados de contrabando, una o dos cajas guardadas en el dormitorio. Si uno de nosotros se quiere tirar una cana al aire, se lo dice y el Gallego le contesta en voz baja que vuelva a los quince minutos.

-De aquí a tres cuadras hay un bar -le dije-. Sabe tener de vez en cuando. Tiene que ir hasta Crespo y la Avenida. ¿Conoce?

-Más o menos -dijo.

Me preguntó si estaba muy apurado y si quería acompañarla. "Zápate, pensé; una jovata alzada que quiere cargarme en el coche para tirarse conmigo en una zanj a cualquiera" . El corazón me empezó a golpear fuerte dentro del pecho. Pero después pensé que si por casualidad el Gallego no había cerrado todavía y me veía aparecer con semejante mina en un bote como el que manejaba, bajándome a comprar cigarrillos americanos, todo el barrio iba a decir al otro día que yo estaba dándome a la mala vida y que estaba por dejar de laburar para hacerme cafisio. Para colmo, en verano las viejas son capaces de amanecer sentadas en la vereda.


23 marzo, 2012

Carta abierta de Rodolfo Walsh en el primer aniversario del golpe

1. La censura de prensa, la persecución a intelectuales, el allanamiento de mi casa en el Tigre, el asesinato de amigos queridos y la pérdida de una hija que murió combatiéndolos, son algunos de los hechos que me obligan a esta forma de expresión clandestina después de haber opinado libremente como escritor y periodista durante casi treinta años.
El primer aniversario de esta Junta Militar ha motivado un balance de la acción de gobierno en documentos y discursos oficiales, donde lo que ustedes llaman aciertos son errores, los que reconocen como errores son crímenes y lo que omiten son calamidades.
El 24 de marzo de 1976 derrocaron ustedes a un gobierno del que formaban parte, a cuyo desprestigio contribuyeron como ejecutores de su política represiva, y cuyo término estaba señalado por elecciones convocadas para nueve meses más tarde. En esa perspectiva lo que ustedes liquidaron no fue el mandato transitorio de Isabel Martínez sino la posibilidad de un proceso democrático donde el pueblo remediara males que ustedes continuaron y agravaron.
Ilegítimo en su origen, el gobierno que ustedes ejercen pudo legitimarse en los hechos recuperando el programa en que coincidieron en las elecciones de 1973 el ochenta por ciento de los argentinos y que sigue en pie como expresión objetiva de la voluntad del pueblo, único significado posible de ese "ser nacional" que ustedes invocan tan a menudo.
Invirtiendo ese camino han restaurado ustedes la corriente de ideas e intereses de minorías derrotadas que traban el desarrollo de las fuerzas productivtas, explotan al pueblo y disgregan la Nación. Una política semejante sólo puede imponerse transitoriamente prohibiendo los partidos, interviniendo los sindicatos, amordazando la prensa e implantando el terror más profundo que ha conocido la sociedad argentina.

16 marzo, 2012

Juan José Saer (I)

Escritor argentino, natural de Serodino, provincia de Santa Fe y radicado en París desde 1968. Vivió en el campo natal y enseñó en su país y en la francesa universidad de Rennes.
Es autor de algunos cortometrajes cinematográficos y artículos de crítica literaria. En sus primeras obras se advierte la impronta del realismo y del Regionalismo americano: En la zona (1960), Palo y hueso (1965) y Unidad de lugar (1967) son colecciones de cuentos, que alternan con las novelas Responso (1964) y La vuelta completa (1967).
A partir de los relatos de Cicatrices (1969) registra la influencia del objetivismo de la llamada nueva novela francesa, con la desaparición de los personajes y el protagonismo de los hechos y las cosas. En esta línea figuran los cuentos de La mayor (1976), y las novelas El limonero real (1974), Nadie, nada, nunca (1980), La ocasión (1988), Glosa (1988) y Lo imborrable (1992). En El entenado (1983) evoca un episodio de la conquista de América. Ocasionalmente hizo poesía y la reunió en El arte de narrar (1977). En 1987 obtuvo el Premio Nadal. Murió el 11 de junio del 2005 en París.

12 marzo, 2012

Astor Piazzolla

La música era el foco absoluto en la vida de Astor Piazzolla. Quizá sus sentimientos más profundos al respecto los expresó a un periodista chileno en 1989: "La música es más que una mujer, porque de la mujer te podes divorciar, pero de la música, no. Una vez que te casas, es tu amor eterno... y te vas a la tumba con ella". Los sacrificios que hizo Piazzolla por la música fueron notables: ciertos aspectos de su vida privada, su seguridad económica y, al final, su salud. Su compromiso con la música le exigió cumplir múltiples roles: fue compositor, arreglador, ejecutante y director, todo al mismo tiempo.
"Una máquina de laburar", lo califica su hijo Daniel. Astor escribía muy rápido, con una captación casi instintiva de los aspectos técnicos, algo muy evidente en la velocidad con que hacía los arreglos. Cuando Máximo Perrotti le pidió un arreglo de "El choclo" para la orquesta de Radio El Mundo, él lo hizo en cuarenta y cinco minutos, mientras tomaba mate. Atilio Talín, su representante en años posteriores, a veces demoraba el envío de las partituras a directores cinematográficos porque temía que sospecharan de un trabajo terminado tan rápido.
En el curso de su carrera profesional Piazzolla escribió algo más de tres mil obras. La entidad francesa SACEM (Société des Auteurs, Compositeurs et Éditeurs de la Musique) lo reconoce formalmente en la categoría de compositores inusualmente prolíficos. Aún no existe un catálogo completo de sus obras, y será difícil completarlo, ya que con frecuencia Piazzolla regalaba sus partituras o simplemente se olvidaba de ellas. En uno de los asados habituales en Punta del Este en la década del ochenta, el periodista argentino Bernardo Neustadt y el músico José Bragato vieron que había echado al fuego viejas partituras; cuando Bragato trató de rescatarlas, Astor le dijo: "No te preocupes, Pepe, esto no sirve".
Cuando componía, era capaz de una concentración absoluta, que ni "terremotos, guerras o estados de sitio" podían quebrar, como dijo una vez. Describió en cierto detalle a su hija Diana el proceso de composición. Podía estar sentado horas enteras frente al piano, le confesó, sin escribir una sola nota. Luego, "en un instante, lo que yo llamo un instante casi de iluminación, de magia, de dolor y de placer, aparece la idea principal y respiro con tranquilidad". Las etapas posteriores, como "el desarrollo lógico de la obra, su coherencia interna, la orquestación", podían presentarle alguna dificultad, y nunca se sentía seguro de la calidad de la obra hasta que la ensayaba con sus músicos.
Habitualmente componía en el piano; Alberto Ginastera le había dicho que "el piano es la orquesta" y él se tomó en serio el consejo. Sin el instrumento, le resultaba casi imposible "imaginar una melodía en el aire"; tampoco era capaz de cantar o silbar lo que había escrito. Si precisaba que alguien se lo silbara (por ejemplo, cuando componía para el cine), a veces se lo pedía a su hijo Daniel.
Solía recurrir a la frase hecha, común entre artistas de toda índole, sobre la relación entre la "inspiración" y la "transpiración". Se consideraba un profesional que debía escribir algo cada día, "como si fuera un zapatero que hace su trabajo". A su amigo Quito González Azcona le dijo: "No olvides que la música no es un pasatiempo. Es una carrera igual que la medicina o la ingeniería." Sin embargo, en esa carrera el papel de la intuición era fundamental. "Bach componía fugas porque era un intuitivo, no porque fuera un bocho", le comentó a Speratti en 1968. Nunca subestimó la formación musical ni, por cierto, la importancia del estudio. Este era uno de sus leitmotiv permanentes. A Natalio Gorin le repitió con orgullo una observación que había hecho Osvaldo Pugliese: "Piazzolla nos obligó a estudiar a todos". La regla se aplicaba a todos los músicos, inclusive los de rock. Sting -le dijo a Gorin- tuvo el buen tino de acudir a Gil Evans para algunos de sus arreglos.
Carecía de amor propio cuando se trataba de pedir consejo. Oscar López Ruiz recuerda un par de ocasiones en que le solicitó que mirara sus partituras. En la primera oportunidad, en 1972, lo consultó sobre las partes de los bronces en su arreglo de "La primera palabra", la poderosa canción que compuso con Ferrer. Doce años más tarde, lo llamó desde Punta del Este para que revisara "Tango Suite", escrita para los guitarristas brasileños Sergio y Odair Assad. López Ruiz encontró que la obra era "difícil y complicada, pero perfectamente tocable para virtuosos como los Assad", e inmediatamente se la envió por correo a Punta del Este. De hecho, la sensibilidad de Piazzolla en cuanto a las demandas de composición para instrumentos distintos al suyo era notable, aunque no se sentía del todo seguro con respecto a los bronces.
Astor tenía una inusitada rapidez para aprender. Gran parte de sus conocimientos sobre la guitarra, por ejemplo, los tomó de Horacio Malvicino en la época del Octeto, para lo cual bastó un solo encuentro con este en su departamento. "Yo le mostré cómo era el instrumento, la forma, cómo estaban divididas las cuerdas, lo que podía [ser] difícil, lo que podía llegar a ser fácil... Tenía tanta capacidad que esa vez sola fue suficiente para aprender todo lo necesario."
Sería erróneo presentar a Piazzolla como un compositor en movimiento perpetuo; a veces una dolencia, otras la depresión, minaban su creatividad. Había momentos en que estaba totalmente "bloqueado": el período posterior a su separación de Dedé, los meses previos a su ataque al corazón de 1973. En el verano de 1981-1982, en Punta del Este, tuvo un hiato más breve: "Cerré el piano. Tenía pereza y me hacían falta motivaciones", le dijo a un periodista. No era esa la única razón: ese verano, el motivo real era el deterioro de su salud. En el verano de 1989-1990, pese a que estaba ansioso por dedicarse al último gran proyecto de su vida, tuvo un bloqueo semejante como compositor.
Fuera del tango, las dos grandes tradiciones musicales en las que se nutrió Piazzolla para la creación de su mundo sonoro como compositor fueron la música clásica y el jazz. Llegó a tener un conocimiento formidable del repertorio clásico; López Ruiz recuerda que en los viajes que hicieron juntos en auto en la década del sesenta, sintonizaba la radio en la emisora de música clásica y de inmediato reconocía lo que estaban tocando en ese momento.
La segunda fuente principal en la sensibilidad musical de Piazzolla fue el jazz, aunque al menos en una oportunidad confesó ser incapaz de componerlo. En la década del cincuenta figuras como Stan Getz, Chet Baker, Gil Evans, Gerry Mulligan, Lennie Tristano y George Shearing, y grupos como el Modern Jazz Quartet, dejaron su huella en él y en su obra, en especial la obra para el Octeto -que fue tal vez de todos sus conjuntos el más influido por el jazz-. Años después, en los festivales de jazz de Europa, América del Norte y Japón se codeaba con la mayoría de los jazzmen de la época y era considerado por estos miembro honorario de la tribu. Sin embargo, el jazz, como la música clásica, tenía sus límites. En agosto de 1966 fue a escuchar el cuarteto free jazz de Steve Lacy (que tocaba en Buenos Aires) y abandonó el concierto "desorientado", regresó a su casa para poner a Monteverdi y Vivaldi. "Necesité volver a lo puro y cristalino", manifestó.
En los años sesenta y setenta, la música folklórica latinoamericana tuvo prominencia internacional. No era un género que inspirara a Piazzolla para la creación de su propio mundo sonoro, si bien todas las formas de música despertaban su curiosidad. Varias veces manifestó su admiración por la gran folklorista chilena Violeta Parra, de cuyas canciones dijo que eran "formidables". (Incluso creó en 1974 una canción en su honor titulada "Violetas populares", con letra del poeta Mario Trejo, que ciertos críticos franceses consideraron políticamente revolucionaria, aunque en realidad no lo es.)
También admiraba mucho a un compatriota suyo de fama internacional, Atahualpa Yupanqui. En 1965, luego de escuchar a un joven acordeonista de la provincia de Corrientes, lo elogió en la revista Folklore: era Raúl Barboza, magnífico exponente y renovador del chámame. Lo había conocido brevemente uno o dos años antes, y se volvieron a ver de vez en cuando en París, donde Barboza se instaló en la década del ochenta.
Durante la vida de Piazzolla el rock anglo-norteamericano instauró su hegemonía global. Él deploraba la atracción creciente que despertaba el rock en la juventud argentina. Más de una vez dijo que la Argentina necesitaba un Ministerio del Buen Gusto, y el rock nacional que invadió el país en los ochenta y alcanzó cierto grado de notoriedad internacional no lo impactó en lo más mínimo. A una persona que lo entrevistó en Estados Unidos en 1986 le dijo que "el rock argentino es de muy baja calidad; no hay talento". A otra: "Imitamos mal a los norteamericanos e imitamos mal a los ingleses". En cuanto a los modelos extranjeros cuyos pasos seguía el rock nacional, admiraba lo que a su juicio era lo mejor del paquete internacional. Conversando en 1990 con Natalio Gorin, seleccionó a Queen, U2, Sting, y Emerson Lake and Palmer. "Este Keith Emerson es un tipo de conservatorio, un pianista de nivel mundial", le dijo.
En los años ochenta, muchos de los músicos de rock contemporáneos que a él le gustaban sentían igual simpatía por él. Sting describió (en lenguaje típico de roqueros) la música de Piazzolla diciendo que "era fabulosa para hacer el amor, si es que uno no sabe bailar el tango". Y Mickey Hart, de los Grateful Dead, declaró: "Su sonido hace que a uno se le pongan los pelos de punta". Estas opiniones nos recuerdan algo esencial: la mayor admiración por Piazzolla solía provenir de sus colegas músicos, cualquiera fuera el género al que se dedicaran.

Texto extraído del libro “Astor Piazzolla, su vida y su obra”
María Susana Azzi y Simon Collier

06 marzo, 2012

La memoria del corazón elimina los malos recuerdos y magnifica los buenos,
y gracias a ese artificio,
logramos sobrellevar el pasado.

Gabriel García Márquez

26 febrero, 2012

Madre Paz. Osvaldo Bayer

Paz, la palabra inatacable, sagrada, soberana. Todas las banderas de Europa, en sus balcones, llevan la palabra Paz en caracteres blancos. Tendríamos que atrevernos a ponerle Madre Paz, más completa, definitiva. Con mi mujer voy al acto ecuménico de la Plaza de las Mantequeras, en la aldea renana de Linz.
Llevamos la bandera que nos regalaron en Italia: los colores del arco iris y en medio la palabra PACE.
En la plaza renana hablan católicos y luteranos. Cantan. Hermoso acto de solidaridad, la emoción carga las voces. Sí, esta vez hay que aplaudir al Papa, con su llamado inequívoco por la paz, si esta vez está en el verdadero espíritu cristiano. Los pastores luteranos no dejan duda de que no quieren bombas sobre Irak, sería un asesinato en masa, una acción de cobardes y asesinos, propia de mentalidades fascistas que se han mantenido durante décadas y de pronto surgen como perros rabiosos cubiertos por la bandera de las barras y estrellas. El conocido teólogo Eugen Drewermann dice sobre Georg W. Bush: "Quien lee el Nuevo Testamento y cree que tiene el deber de hacer una guerra preventiva; quien toma legitimación del Sermón de la Montaña para asesinar cientos de miles de seres humanos no ha entendido al cristianismo o se aleja de él con la bota de las siete leguas. No se puede andar sobre cadáveres cuando se quiere seguir el camino de Cristo". Luego, define a Estados Unidos con estas cifras: Estados Unidos ha reducido sus gastos para combatir el hambre en el mundo a 1,7 miles de millones de dólares, justo lo que gasta en dos días para lo militar".

11 febrero, 2012

En búsqueda de lo humano. Osvaldo Bayer

El jueves pasado, en este diario, el rabino Daniel Goldman, con sentido del humor pero también yendo al fondo de la cuestión, puso en duda –con mucha calidad– la frase del escritor israelí Yoram Kaniuk, quien sostuvo: “Se puede ser o demócrata o religioso”, frase que yo califiqué de “profundas y valientes palabras”. Goldman no está de acuerdo ni con Kaniuk ni con mi opinión. Y después de un análisis pleno de profundidad y generosidad llega a su propio convencimiento de que “se puede ser demócrata y religioso”. Es una página escrita con gran amplitud de criterios, con mucho de benevolencia y humor. No me pudo convencer pero me hizo pensar. Gracias don Daniel Goldman aunque, para mí, la frase del generoso Yoram Kaniuk es para reflexionar y aplaudir.

Dejémoslo allí, para la polémica, aunque tal vez dentro de un siglo o algo menos el estado de ese mundo futuro pueda llegar al convencimiento de “o se es religioso o demócrata”. Y ahora, por lo menos, nos hace pensar.

En la Europa de hoy, después de tantas experiencias capitalistas, la profunda crisis sigue dándole empuje al debate. Los economistas de todas las tendencias han salido a la palestra. Es el tema de hoy (aunque pareciera ser el de siempre).

Pero en los diarios aparece justo una noticia que nos devuelve al pasado de las religiones. Un título a cuatro columnas del diario de Bonn, General Anzeiger: “Hace 370 años fue quemada en la hoguera la bruja reina de Bruchhausen”. Sí, la Iglesia Católica ordenó que fuera quemada viva esa mujer sospechada de “bruja”. Todo se inició porque la citada –de clase noble– se casó con un peón de campo contra todas las normas aristocráticas de la época. Hubo entonces que degradarla. Se la acusó de bruja. Luego de varias jornadas de brutales torturas fue condenada a la hoguera porque su conducta iba en contra de las normas de Roma.

29 enero, 2012

Osvaldo Soriano: a quince años de la muerte del escritor elogiado y discutido por igual

Un escritor al que no le interesaba la literatura -como solía decir-, que aprendió de su vida nómade siguiendo a su padre electrotécnico por las distintas ciudades del interior. Fue él, que nació un día de Reyes de 1943 en la calle Alem de Mar del Plata, mientras Borges y Bioy Casares imaginaban las historias de Isidro Parodi, que nunca terminó el secundario, que no cumplió el sueño de sus padres de ser ingeniero ni el suyo de ser futbolista. Soriano, el escritor, el periodista, el cinéfilo, el fanático, “El Gordo”, que creció entre los paisajes y amistades que podían ofrecerle Mar del Plata, luego Tandil, San Luis, Río Cuarto, Río Negro, jugando a las barajas, refugiándose en el cine y el fútbol. Se hizo de San Lorenzo, sin importar lo que eso significaba en una provincia, sin nunca pensar en otra camiseta. Quizás ya entonces se gestaban los gérmenes de esa intensa provocación que caracterizaría siempre a Osvaldo Soriano.

Ya pasaron 15 años. Soriano no está. Pero no deja de estar presente. Ni él, ni el periodista de Triste, solitario y final, ni su Andrés Galván y Tony Rocha, ni su Julio Carré, ni sus artistas, locos y criminales, ni sus rebeldes, soñadores y fugitivos, ni sus piratas, fantasmas y dinosaurios. No deja de estar, pese a los críticos y académicos que desdeñaron sus historias y su estilo.

Le gustaban los libros. Amaba a Arlt, a Cortázar y a Chandler. También a Simenon y a Greene, cuyas muertes, dijo, “lloró como un chico”. Su iniciación a la lectura fue con Soy leyenda, de Richard Matheson, en 1961. Y luego siguió: los clásicos del siglo XIX, los rioplatenses, los americanos, los clásicos de nuevo, implantando una lectura de orden caótico que lo seguiría toda su vida.

Así como empezó a leer, también empezó a escribir, en la oficinita de una metalúrgica de Tandil, mientras trabajaba de sereno. Se sentaba en la máquina y tipeaba hasta el amanecer sus “primeros cuentitos, muy cortazarianos”. Y nunca más pudo escribir de día. Ya en Tandil, entre reuniones de café de intelectuales socialistas, dejó de pensar en fútbol y decidió ser escritor. Ahí consiguió su primer trabajo como periodista en El Eco de Tandil. Y arrancó: llegó a Buenos Aires en 1969 detrás de una nota sobre Semana Santa encargada por Osiris Troiani, para después seguir con sus crónicas en Panorama y La Opinión, luego durante su exilio en medios europeos como Il Manifiesto y Le Canard Echainé, y en su retorno al país, en Página/12. Las vueltas de la vida: ya como periodista, volvió a recorrer las ciudades y pueblos del interior que había recorrido durante su infancia.

Fue en 1973 cuando irrumpió en la literatura con Triste, solitario y final. Apenas ocurrido el golpe de estado de 1976 se fue a Bélgica y de ahí a París, donde vivió hasta 1983, cuando regresó al país. “Las únicas dos veces que elegí realmente dónde vivir fueron la primera vez que llegué a Buenos Aires y cuando volví del exilio”, dijo alguna vez. Cuando salió de Buenos Aires nadie lo perseguía. Pero “era mejor estar equivocado con la dictadura que tener razón obedeciéndola”. Viajó y se quedó defendiendo a los exiliados y denunciando la desaparición de personas, que siguió acá, orgulloso, hasta sus últimos días, como cuando escribió para la conmemoración de los veinte años de la dictadura: “Fui, con las Madres de Plaza de Mayo, con Cortázar, Osvaldo Bayer, David Viñas, con miles de otros mejores que yo, uno más de lo que los militares llamaban ‘campaña antiargentina’”.

20 enero, 2012

Carta a Rodolfo Walsh. Osvaldo Bayer


Pese a que nací el mismo año que Rodolfo Walsh, siempre lo consideré un maestro. Pese a su asesinato por los sicarios de Massera, Rodolfo sigue hoy más vivo que nunca a través de sus escritos y su ejemplo. Por eso, en el aniversario de su muerte le escribí una carta sabiendo de antemano que me va a responder desde sus libros, cada vez que yo los vuelva a releer. Esta fue mi carta:

"Querido Rodolfo:

Tu carta a la Junta Militar lo previó todo, denunció todo, dijo todo. La escribiste aquí, en tierra y de frente. Basta comparar tus límpidas, escuetas verdades, con el último decreto de los militares que decretó la autoamnistía de los generales en huida, el firmado por aquel Bignone, el único oficial de la historia que entregó a sus propios soldados para que los asesinaran. Vos, con la palabra allí, de frente, sin moverte. Los generales con sus picanas, sus pentonavales, sus capuchas, que ya pensaban en la fuga. Desde el momento en que cerraste el sobre con tu misiva ya comenzaba la derrota del plomo. Tu palabra y tu ética, Rodolfo. Por eso tu nombre ya está en una esquina porteña. Tan pronto, contigo, la Historia hizo su selección. Vos el 'terrorista', listo a la discusión otra vez. Los occidentales y cristianos Videla, Massera y toda su cohorte de amanuenses ya en el techo de la basura de la historia, por los siglos de los siglos. Vos, sin títulos, sin premios. Es que marcaste a fuego, sin proponértelo, al resto de los intelectuales argentinos. Los hubo quienes se sentaron a la diestra del dictador a la mesa servida del triunfo de la picana y hubo otros que no oyeron ni vieron ni hablaron cuando los balazos te fueron llevando la vida. Habrás sonreído cuando leíste la nómina de intelectuales que ahora adhieren a tu recuerdo. Los que te negaron al tercer canto del gallo hoy se apresuran a aplaudirte. ¿Y que dirán aquellos científicos de las letras, faraones y mandarines de cátedras e institutos que te calificaron esteta de la muerte? Hoy se apresuran a poner tus libros en las vitrinas oficiales. Pero nunca le diste importancia a esas cosas. Con tu máquina de escribir te metiste en los intestinos del pueblo, en el dolor y la humillación de la pobrería, de los azuzados. Mientras otros se dedicaban a cuchilleros o hacían romanticismo con antiguos generales fusiladores, vos -decepcionando a los críticos literarios consagrados- te metías en la actualidad: ¡oh pecado!, y todas sus mafias. Algo imperdonable para el olimpo y los repartidores de prebendas. Pero ni reparabas en esto. Trascendías a todas las sectas de café y de cátedra. Estabas en la calle con los perros y los piojos, los jóvenes y los ilusos, eras el Agustín Tosco de las redacciones. Agustín Tosco ¿te acuerdas de ese muchachón en overol que hablaba de cosas como justicia e igualdad, dignidad y deber? Palabras que no figuran más: hoy todos nos empujamos por aparecer en tapa. Te tomaste en serio la palabra. Exageraste en eso de la verdad. Además siempre creíste que había llegado el momento de descifrar ya los jeroglíficos y las claves. Dedicabas tu tiempo a eso mientras los otros trepaban, trepaban. En una sociedad maestra del trepar soñabas con implantar normas que permitieran un país donde todos tuvieran una canilla con agua y maceta con malvones. ¿Por qué tu insistencia si ya se había demostrado que todos esos intentos terminaban como le fue a Rosa Luxemburgo, con un balazo en la nuca y con el rostro en un charco de lodo? Cometiste otro gran error que tampoco los mandarines de las letras podían perdonarte: hiciste la mejor literatura con un estilo directo, claro, preciso, como el de un maestro primario rural. Te entendían y te entienden todos. Rompiste el mito sagrado que un intelectual debe ser un travesti de las palabras y no un sembrador de quimeras y rebeldías. Tu más grande pecado fue hacer arte literario puro con sólo los siete colores primarios.

01 enero, 2012

Sí, por lo menos, soñar. Osvaldo Bayer

Desde Bonn, Alemania
Sí, aquí la nieve. Navidades blancas nos esperan. Bueno, no tan blancas, los nubarrones acechan. Pero, esperanzas, siempre. Deseos, nunca el pesimismo. Pero la realidad... Europa... la civilización europea. En medio de la interminable, infinita discusión, Europa, aquella que salió en sus mares, en carabelas, a “enseñar su cultura” y se llenó de ira, plata y esclavitud para deshacerse a sí misma en guerras, en horcas y trincheras. A pesar de los filósofos y su búsqueda de la “paz eterna” y de su religión que nos enseñaba la “bondad”. Sí, la bondad de los pobres hacia los ricos.
Recuerdo ese ’45, ahora sí, todo será democracia y llegar a la comprensión infinita entre los pueblos. Recuerdo la caída del mundo soviético, ahora sí que el capitalismo demostraría sus frutos, la generosidad rebalsaría los bolsillos, democracia para todos. La actualidad... con una nieve cada vez más chirle y los bosques cada vez más pálidos y reducidos. Pero los autos, sí, los autos. Pese a la crisis, más autos.
Gente sin trabajo. La peor de las epidemias. Pero en los barrios bien no han disminuido las compras. Los artículos de lujo siguen sonriéndonos desde las páginas de las revistas situacionistas y de la televisión privada. Y en las escuelas y las plazas, menos niños. Y los pocos que hay están ante la pantalla. La Alemania del ’45 se convirtió en un país capitalista modelo que dicta recetas. La Unión Soviética en la Rusia de Putin, un maestro en meter la mula hasta en las elecciones mientras en Asia y en Africa se destrozan a palos y con bombardeos estratégicos. Anoche la televisión alemana inundó con lágrimas patrióticas la visita de su ministro de Defensa a Afganistán, donde fue a rendir homenaje a los soldados alemanes caídos durante la ocupación de ese país asiático. Decenas de jóvenes muertos por el ansia occidental y cristiana de demostrar que la única fórmula de vida es la que trata de enseñarnos Occidente desde el tiempo de los romanos. La crueldad de enviar jóvenes uniformados a países desconocidos a hacer cumplir las reglas de Occidente que dicta Estados Unidos. Jóvenes uniformados muertos en todas las latitudes desde siempre. Para ser todos occidentales y cristianos.
La crisis económica que inunda los comentarios de todas las publicaciones. Las distintas fórmulas capitalistas para salir de la crisis que dentro de diez años nos llevarán a otra crisis. En un planeta cada vez más raquítico.
Los diarios alemanes traen en primera página un informe del gobierno: “Uno de cada siete alemanes está amenazado de caer en el nivel de pobreza”. Y es el país más seguro de Europa.
¿Seguimos esta descripción o paramos aquí y comenzamos a sembrar optimismo ya que estamos en las fiestas y a hablar de sonrisas y esperanzas? Sí, podríamos parar aquí con esta actualidad de desocupación y miedos de futuros de miserias, corridas y vidrieras rotas y visitar colegios con sus coros infantiles navideños o fiestas de ancianos que se reúnen para obtener fondos y ayudar a los niños huérfanos africanos. O felicitar a un núcleo de artistas plásticos que ofrecerán sus obras en beneficio de los vagabundos en las ferias de Navidad junto a bombones, tortas navideñas y luces de colores. Y sonreír y pensar con optimismo: el ser humano es invencible, nunca se da por derrotado. Pese a Putin, el presidente Obama, Berlusconi y Bin Laden.
Las campanas de las iglesias siguen tocando en vano. Que sigan tocando, por lo menos incitan a recordar, a levantar en vuelo a las aves, a meterse entre el ruido de los motores.
Sí, piso la nieve de esta aldea alemana con siglos de historia. Está como si nada hubiera ocurrido en el mundo. Su bosque blanco de nieve, sus techos resplandecientes de blancos puros. Y las luces de sus ventanas. Todo en orden por esas calles por las que cada veinticinco años desfilaba una generación de jóvenes uniformados a marchar “al frente”, contra el “enemigo”. Resuelvo no pensar más en la historia, sino sumergirme en la poesía y luego matizarla con música, sí, Schubert y Schumann. Luego, con un buen vino del Rin, ensayar algunas danzas con mi mujer. Todo un poco clásico. Justo me tocan el timbre, el correo: un libro sobre las villas miseria argentinas de un escritor amigo. Y ahora me golpean la puerta: dos damas bien vestidas que hacen una colecta para agrandar el hogar de vagabundos de la zona cuyo número ha aumentado con la crisis. “Vamos a tener un invierno muy crudo”, me dice una de las damas con acento maternal y mirada severa, “esa gente ya no puede dormir en la calle”. Las invito a pasar porque entra mucho frío por la puerta abierta, pero no aceptan porque me dicen que les queda mucha tarea todavía. La única respuesta sólo puede ser la mano que va al bolsillo. Anotación y firma. Todo correcto.
Me siento. No me queda otra cosa que cavilar. Empleo esa palabra porque me parece sabia. Cavilar, pensar, meditar, soñar... pienso, pero casi grito: ¡actuar! Y me asomo por la ventana para seguir la marcha de esas dos mujeres que pese al frío salen a la calle a pedir por vagabundos de los cuales no conocen ni el nombre.
El cartero, junto al libro, me ha entregado una revista argentina que recuerda el 2001 aquel. No puedo dejar de recordar las asambleas barriales. ¡Qué momento inolvidable! Los soñadores vinos todo un futuro: esas viejitas hablando por primera vez en esa masa que se juntaba por necesidad de soluciones. Esos jubilados que ya no hablaban de sus jubilaciones sino de chicos con hambre y que no había que conformarse solamente con hablar, esos jóvenes que pensaban armar colectivos para construir casas... qué imágenes. La repentización de las masas. Sonrío. Sí, hay algo también en el ser humano, hay algo que nos puede llevar a lo racional, lo moral, el hallazgo definitivo de la no violencia en la sociedad. A la ética de la mano abierta y no la de los “countries”.
Me miro con mi mujer, nos hacemos un guiño, ella vuelve a poner música de Schubert y yo levanto las manos para iniciar una danza de esas clásicas, con reverencias, pero también ensayando abrazos.
Fuente: Pagina12

24 noviembre, 2011

Argentinos, a las soluciones. Osvaldo Bayer

Después de las frenéticas jornadas preelectorales y poselectorales vuelve la calma a la sociedad. Es el momento de pensar en los problemas que buscan solución para lograr una sociedad sin violencias. Están siempre latentes, por ejemplo, las cuestiones de las tierras comunitarias de los pueblos originarios.

Uno de ellos es más que urgente. Se trata de algo todavía no solucionado: la tierra de los qom en Formosa. Sí. Los llamados tobas. Quien converse con el cacique electo por la mayoría de ellos, don Félix Díaz, se encontrará con un hombre sabio. Habla despacio, casi lento, con una voz un tanto triste pero con mucho de noble. Es parco y directo. A su comunidad, el pasado año se le quitaron 1300 hectáreas; 600 de ellas fueron dadas a la Universidad de Formosa y el resto a la familia Celía. La quita se hizo a balazos y garrotazos. Un qom cayó muerto, Roberto López, y hubo niños y ancianos heridos de gravedad, que todavía están hospitalizados. Tierras comunitarias que desde que se registra el tiempo pertenecieron a los pacíficos qom, que cultivaban la tierra y mantenían la naturaleza en su estado original. Una comunidad de siglos. Los qom con Félix Díaz a la cabeza vinieron a Buenos Aires y mantuvieron un campamento en plena avenida 9 de Julio durante meses. La protesta callada pero siempre presente. “Seguiremos siempre viviendo rodeados de bosques con nuestra propia cultura –me dice Félix Diaz–, con nuestra idiosincrasia, con nuestra organización. No estamos evangelizados, no tenemos la camiseta de ningún partido político. Se nos niega el acceso al agua. La Justicia nos niega respuestas, nos acusa de resistencia y de la quema de nuestros propios ranchos, cosa que no hicimos. Tenemos sólo nuestra palabra contra todo el poder político.”

28 octubre, 2011

El santo ácrata


En los años treinta, el periodista Luis Sofovich lo calificó de "el santo ácrata". Acracia era el país utópico con que soñaban los anarquistas, un mundo sin gobierno donde todo se resolviera por acuerdo mutuo, la ayuda mutua, la solidaridad. los ácratas eran -y son- quienes piensan que lo más sagrado es la libertad, y el poder significa la negación de la libertad, por ende, de la dignidad. El "santoácrata" fue el orador más formidable que conocieron las tribunas publicas de la Argentina en las grandes agitaciones sociales de las primeras décadas de este siglo. Se llamó Rodolfo González Pacheco, la encarnación del "hombre nuevo". Luis Sofovich, aquel eterno tecleador de las redacciones de Crítica y de Noticias Gráficas, hizo el siguiente relato acerca de él: "Era el más noble, altruista y bondadoso de los ácratas. Poeta, su inspiración nacía en su alma limpia y en su devoción por la belleza. La Pampa y sus hombres conmovían sus fibras más íntimas, pero también los hombres que sudaban junto a las fraguas y los que estaban sumergidos por la tragedia. La libertad era su religión y en esa creencia era un santo, canonizado por una vida sin sacrificios, sin claudicaciones". Aclamado hombre de teatro, Rodolfo González Pacheco conmovió a amplios sectores populares con sus obras Hermano lobo, Las víboras, La inundación, Hijos del pueblo, y otras. Su estilo continuaba la línea comenzada por Florencio Sánchez con su M' hijo el dotor. Pero si bien sus obras ocuparon durante muchos años los escenarios de las salas céntricas, él escribía sus obras principalmente para los "cuadros filodramáticos", los teatros con que contaban todas las "sociedades de resistencia", como se llamaban los sindicatos, y las bibliotecas populares, creadas por socialistas y anarquistas hasta en el más lejano rincón de las pampas. Una vez, en la Sociedad de Actores, le preguntaron: ¿Cómo se hizo anarquista". Y él contestó sonriente y nostálgico: "La culpa fue de unos agitadores que disfrazados de marineros y vendedores de casimires de contrabando llegaron una tarde a la estancia de mis padres, en los primeros años de este siglo. Yo era un hijo de papá, un aprendiz de gaucho, mujeriego en los bailes de rancho y pendenciero en las reuniones de pulpería. Respetado por los gauchos que veían en mí más que al mozo guapo a un protegido de los milicos, porque era hijo de estanciero. Aquellos falsos contrabandistas pidieron permiso para pernoctar, y de acuerdo con la costumbre hospitalaria de nuestra pampa se les dio carne asada y catres para pasar la noche en el galpón de los mensuales. Al siguiente día, cuando ellos se fueron, uno de los peones me trajo una colección de pequeños folletos que los forasteros se habían olvidado en el galpón, repartidos estratégicamente para que se pudieran hallar después de irse... Eran pensamientos de Bakunin, de Kropotkin, de Pietro Gori, de Malatesta. Al leerlos, fue la primera vez que advertí que en el mundo había algo más que guitarras, ginebra y carreras cuadreras. Que había gente que se preocupaba por sus congéneres. Y que mi vida era canallesca comparada con la nobleza y los sentimientos de esa gente con preocupaciones sociales". Esas consignas iban a ser su brújula hasta su muerte, en 1949, a los 66 años. Fue un nato sembrador de ideas. Un orador político por excelencia. Estuvo en todo el país para hablar. Recorrió también Chile, México, Cuba y España hablando, siempre hablando y discutiendo. Habló en todas las campañas: la de Sacco y Vanzetti; la de Radowitzky, la de los mensúes, la de los mineros; fue el principal agitador en la huelga teatral más grande de la historia argentina. Pero ante todo fue el creador de los "Carteles". Los "Carteles" de González Pacheco consistían en recuadros que se publicaban en los periódicos anarquistas y donde se tomaba tajante posición ante los acontecimientos públicos que se producían. Esos "Carteles" quedaron en las páginas de los periódicos que él mismo fue fundando. Por ejemplo, aquel semanario llamado La Mentira que, con ironía suspicaz, se autotitulaba Organo de la patria, la religión y el Estado, y que fundó junto a un oficial de policía: Federico A. Gutiérrez, a quien un anarquista italiano, el anciano Ragazzini, había convencido durante sus continuas estadas forzosas en el Depósito de Contraventores. Pacheco fue primera pluma también en Germinal, en Campana Nueva, en el vespertino La Batalla (sí, los anarquistas editaban todos los días La Protesta, matutino, y La Batalla, vespertino). Pero el régimen de los conservadores liberales no le permitió levantar demasiado vuelo durante la campaña que la izquierda argentina inició contra la Ley Social y la Ley de Residencia: con otros luchadores, González Pacheco fue enviado al presidio militar de Ushuaia, la "Siberia Argentina", como se lo conocía en aquel tiempo. De ese tiempo quedaron sus impresionantes "Carteles" sobre el trato a los presos: la cachiporra de plomo, el triángulo, el cavar pozos en invierno con las manos, las palizas diarias. Un baldón que también tienen los gobiernos radicales de Yrigoyen y Alvear, el dictador Uriburu, y los Justo, Ortiz y Castillo de la Década Infame, y los militares del '43. Pero si bien casi todos volvían quebrados y dispuestos a portarse bien, luego de vivir entre la brutalidad y la humillación, González Pacheco fundó, apenas regresado a Buenos Aires, Libre Palabra y más tarde El Manifiesto, hasta que entró a trabajar en La Protesta. Poco después creará La Obra, pero durante la Semana Trágica Yrigoyen ordenará la clausura de esa publicación y también de La Protesta. González Pacheco hizo caso omiso de la amenaza y la cárcel sacó a luz Tribuna Proletaria. Durante el gobierno de Alvear lo condenan a seis meses de prisión por haber elogiado la actitud del obrero alemán Kurt Wilckens, quien mata al teniente coronel Varela, fusilador de centenares de peones rurales patagónicos. Cuando a fines de la década del veinte se desata la violencia del anarquismo expropiador y Severino Di Giovanni comete el atentado contra la representación italiana fascista González Pacheco no sale -como muchos- a purificarse en las aguas del Jordán ni a lavarse las manos como Pilatos. Lamenta sí, las víctimas, pero hace el análisis del porqué de la violencia y las causas que originan esa violencia. Dirá en sus cartel La Cosecha: "Frente al dinamitazo del consulado italiano no nos desdecimos ni en una coma.Pensamos lo que pensábamos: el sistema de barbarie por el que arrean al mundo los gobernantes va a continuar produciendo estas explosiones. Son ellos, con sus violencias bestiales y sus podridos cinismos ante las más inefables aspiraciones del pueblo y sus más primarios instintos de libertad y justicia, los únicos responsables. No nos ponemos al margen ni le sacamos el cuerpo a ninguna sospecha, por más infame que sea. Nunca podrá herirnos nada tan hondamente, como nos hiere y desgarra la angustia ahora". Y más adelante señala: "El culpable, sea quien sea, es un producto de este sistema burgués delirante de violencia y cinismos. Ese sistema es el criminal que arrea a la carnicería de diez millones de humanos, como en la pasada guerra, que aventa hogares y templos, mutila y relaja espíritus, él. El es el que corrompe todo, con sólo mirar, la vida... Lloren los cocodrilos sicarios. Nosotros no lloramos. No le sacamos el cuerpo a ninguna responsabilidad, tampoco". Por supuesto, González Pacheco irá -en 1936- a defender al pueblo español contra los militares de Franco. Y a partir de 1943 verá impotente como los sindicatos dejan de dar sus obras y escuchar sus conferencias. En las asambleas ya no se canta "Hijo del pueblo te oprimen cadenas..." o "Arriba los pobres del mundo..." sino el "Perón, Perón..." En el marco de ésta realidad moría hace 45 años Rodolfo González Pacheco, el "santo ácrata". Pero, pese a todo, moría con fe en el futuro. Lo atestigua ésta, su frase: "Hay un modo de perder y hay un modo de ganar a los hombres para la libertad: metiéndolos en un puño, como reses en un brete, o despertando en ellos el dormido ser sagrado que todos llevan dentro. Uno es expeditivo y autoritario: el otro es fraterno y entusiasta... De ése seguirá cosechando fe en su destino el pueblo. Porque aquel manda y éste siembra".

Osvaldo Bayer
Página/12, 09/04/94

07 octubre, 2011

Osvaldo Bayer criticó al Premio Nobel. Lo que dijo Vargas Llosa “fue más de lo mismo”

“¿Qué hizo el liberalismo que ha gobernado siempre?”, preguntó al cuestionar la ideología que el escritor peruano exhibió en la Feria del Libro.

El escritor y periodista Osvaldo Bayer criticó al Premio Nobel Mario Vargas Llosa, respaldó al director de la Biblioteca Nacional Horacio González y cuestionó la intervención que realizó la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner.

Bayer aclaró por Radio Provincia que el pensamiento de Vargas Llosa, “no tiene nada que ver con su calidad literaria, que realmente es muy buena”, y subrayó que el escritor “tiene la libertad de decir lo que quiere”. Recordó que en este debate por la participación del escritor peruano en la inauguración de la Feria del Libro, “yo salí a defender a Horacio González que no pidió de ninguna manera que se lo censurara, como dicen Clarín y Nación. Lo que pidió –agregó- es que, como ocurre en todo el mundo, el acto inaugural de la Feria del Libro estuviera a cargo de un representante de la cultura argentina”. Osvaldo Bayer también precisó que no estuvo de acuerdo con “la intervención de la Presidenta de pedirle a González que retirara sus dichos porque realmente los escritores tenemos, al igual que Vargas Llosa, la libertad de decir lo que queremos”.

Subrayó que “lo que se quiso decir es que si habla que hable en otro acto, que le dan la mejor sala de la feria del Libro, que se alquile el Colón que tiene plata para eso o que hable en Boca Juniors porque nadie le quiere quitar la palabra… Escucharlo es mejor porque así se define más”.

En cuanto al discurso brindado ayer por Vargas Llosa, Bayer dijo que “fue más o menos lo mismo, dicho con mucha diplomacia” y, en contra de lo que dijo el Nobel de Literatura, elogió el “momento sorprendente” que está viviendo América Latina.

“Yo le preguntaría a Vargas Llosa qué hizo el liberalismo que ha gobernado siempre, qué ha hecho Inglaterra y EE.UU. con su liberalismo con las guerras agresivas que han llevado a cabo”, expresó en diálogo exclusivo con nuestra emisora.

Por último, enfatizó que Vargas Llosa “al principio él era un hombre de izquierda, después le empezó a ir muy muy bien, empezó a tener dinero y ahora se convirtió en liberal”. Agregó que “está todo dicho en su vida: se fue a España a vivir mientras otros tuvieron que irse al exilio y volvieron a sus países y siguen luchando desde la base”. (RADIO PROVINCIA)

Publicado en Nacionales, Opinión. Etiquetado con Bayer. Por ahorainfo.com.ar – 22 abril 2011

26 septiembre, 2011

Sobre Hannah Arendt y Rosa Luxemburgo. La banalidad del amor. Osvaldo Bayer


Sí. Tal cual. En vez de La banalidad de la Maldad, como subtituló la ensayista judía Hanna Arendt su libro sobre Eichmann, se ha estrenado una obra teatral en Alemania que lleva por título La banalidad del amor. Y justo se refiere a la relación entre la misma Hanna Arendt con el filósofo alemán Martín Heidegger, quien en 1933 se afilió al partido nazi. Una relación que nadie –la mayoría– ha podido entender todavía. La autora de la obra de teatro también es judía, se llama Savyon Liebrecht y trata de interpretar en la obra de ficción esa relación entre dos personas tan distintas en sus ideologías. La obra se ha estrenado con un gran éxito de público. No es para menos.

Antes de morir, Hannah Arendt declaró: "Me siento elevada hasta hoy por Heidegger como ser pensante y como mujer". Sí, una escritora que describió como pocos la miseria absoluta de pensamiento del nazismo.

El comienzo de esa relación fue la del profesor con la alumna. Heidegger era ya, a los 35 años, en 1924, un profesor de filosofía cuyos libros habían comenzado a trascender en todo el mundo. Ella, de 17 años, era su alumna. Profesor y alumna pasaron muchas horas muy enamorados en una cabaña no muy lejana de la casa de Heidegger, quien era casado con dos hijos. La relación amorosa fue muy intensa entre 1924 y 1926, hasta que después ella se fue a estudiar a otra universidad. En 1929 Hanna se casó con el escritor Günther Anders. En 1933 ella comienza a hacer una labor muy intensa en defensa de los judíos alemanes y Heidegger se afilia al partido nazi y es elegido rector de la Universidad Albert-Ludwig.

18 septiembre, 2011

¿Una nueva época argentina? Osvaldo Bayer

La última semana de estadía en Europa me sirvió para el pesimismo. Otra vez la crisis anunciada. ¿Hasta cuándo? ¿Cómo el ser humano no ha aprendido a administrar todo esto que se llama naturaleza y así eliminar la violencia, las penas, las carencias, la búsqueda por sobre todo del poder que casi siempre, o siempre, significa la muerte? Vemos la España de hoy, vemos Portugal, Grecia ni que hablar, la Italia de Berlusconi... aquí sólo caben la ironía, o la profunda tristeza y decirnos... el ser humano no aprende nada. Lo de Noruega ha dejado a todos mudos. Sólo queda mirar al costado o hacer un congreso de economistas, de políticos, pero sobre todo de psicólogos. Europa no aprende, pese a su historia. Por ejemplo, hoy, gracias a la caída del Muro, las mujeres polacas pueden ser sirvientas en Alemania. Sí, parece una frase calcada de Dostoievski. O de Kafka.

Europa... y sus esperanzas en el Mercado Común Europeo, con el euro como moneda. ¿Por qué ahora esto? En España, la juventud no tiene trabajo, el porcentaje más alto de su historia de jóvenes desocupados. Gran Bretaña, sí, la del imperio. Meta bala. ¿La solución? Más policía adiestrada. Conocemos esas soluciones. Gran Bretaña. Cameron, sus gritos en la Cámara de los Comunes, ya tiene sus muertos para la historia.

En Alemania, la preocupación es el euro. Ahí puede venirse todo al suelo, aquel sueño de la Europa sin fronteras. Con aquella historia aparentemente superada de guerras mundiales, con millones de muertos y ciudades arrasadas. Sí, una Europa sin fronteras. Pero al parecer no se entienden ni con gestos. ¿Obama protagonizará una nueva versión de El fugitivo? ¿O pasará a la historia nada más que como un “negro” que quiso pasar a la historia estadounidense como un blanco más? De las esperanzas a las pequeñeces ya conocidas. Los “republicanos” dicen sobre él: “Vaya un nombre más inicuo”. Y sonríen. “Ya lo sabíamos... ¿qué se puede esperar de un...?” Dejémoslo ahí. Se lo enlata y ya está.

Subrayo los últimos diarios alemanes antes de partir. Sí, los democristianos-liberales se derrumban en caída libre. El próximo gobierno será socialdemócrata-verde, o más bien verde-socialdemócrata. Según la figura que pongan al frente. Dejo el Viejo Continente más viejo que nunca. Todo es duda. Todo es incierto.

Llego a la Argentina de las elecciones. Hay tranquilidad en las calles. Sí, no ha habido violencia. Por lo menos eso ya es muy positivo. Aceptación de todos por los resultados. Autocríticas. Alegrías. Eso es positivo. Prepararse para la final de octubre. Bien, parece que estamos aprendiendo a vivir en democracia. Me paro en la misma esquina de Monroe y Arcos, donde cuando niño, adolescente, grande y ya mayor vi pasar las tropas, con sus generales a caballo, hacia la Plaza de Mayo. Ahora esto, la confianza en las urnas. No está mal como primer paso a la verdadera democracia. Que sólo se logrará con verdaderas medidas sociales.

Sueño con que el nuevo gobierno va a volver a organizar y apoyar las asambleas barriales. Un milagro libertario que experimentamos en la primera década de este siglo y que luego dejamos morir por falta de acción e inspiración. Luego, dar el primer paso hacia la verdadera democracia, que es la que busca la igualdad en libertad: la eliminación para siempre de las villas miseria y que cada hogar, que cada niño, tenga un pan sobre la mesa y un techo digno. Que una de las obligaciones fundamentales del nuevo gobierno sea promover las cooperativas de trabajadores. También esto con la tierra a los hombres de la tierra, y no de los banqueros que bajan el dedo y se les otorgan dos millones de hectáreas. Ciudades limpias con plazas bien verdes y con flores constantes, como las que tenía Buenos Aires antes: cuando yo era un niño, todas las tardes corríamos entre esos verdaderos jardines comunitarios. No como hoy, con las plazas porteñas con alambrados y que no son otra cosa que potreros de polvos y pozos. Y que por fin se descentralice Buenos Aires, que se lleve la Capital al interior, porque esto ya no es una ciudad, es una jaula de motores, de ruidos, de esperas interminables y de niños que ya no pueden jugar sino sólo estar estáticos ante la pantalla boba.

Sí, que se promueva a fondo la verdadera democracia y el compartir sus bienes. Sería muy bueno que se adoptara como lema “Libertad y Bien común”.

Sueño con escuchar música de Bach en atardeceres porteños silenciosos o tal vez la del propio Atahualpa Yupanqui, que sigue teniendo el olor de nuestro paisaje todo.

Y para eso, el respeto de las palabras de las organizaciones de base. Comenzar, por ejemplo, con limitar a cuatro años todos los mandatos de los dirigentes sindicales. Sin reelección posible. Demostrar que no hay nadie imprescindible y que todos tienen derecho de llevar a cabo las resoluciones de las bases. Para terminar con burocracias y magnates del poder.

Para lo cual, para intentar acabar para siempre con niños con hambre, gente sin techo, manos rudas sin trabajo, para llegar a ese producto final que sería la verdadera democracia, dar mucho más categoría a las escuelas, a los docentes. Y a la convocatoria de la voz popular para escucharla: congresos formativos, asambleas de base, reconocer a los verdaderos héroes del pueblo. Para ello, fundamental, la información. Seguir el debate sobre los medios para que por fin muestren el verdadero rostro de la sociedad y toda la información se fundamente en la ética. En el derecho de todos. Los medios con la voz del pueblo. De los que hacen la sociedad y no de monstruos que se tragan todo.

Parece todo esto –el sueño, las ilusiones– el resumen paradisíaco del pensamiento de los grandes propulsores de la paz eterna, escritos durante siglos y siempre olvidados en los depósitos de puertos a los cuales ya no llega ningún barco.

Intentarlo pasaría a nuestra historia como un bello capítulo. Como si estuviéramos leyendo aquellos escritos del joven Mariano Moreno, del idealista Juan José Castelli y del apasionado por la igualdad que fue aquel increíble Bernardo de Monteagudo, cuyo retrato tendría que estar en todos nuestros colegios.

Empecemos una nueva época. Poniendo el rostro y la palabra. La palabra como arma única contra el egoísmo.

Fuente: Página12-Agosto2011

10 septiembre, 2011

Los Martínez de Hoz al ataque. Osvaldo Bayer


No me puedo quejar. Hay que tener suerte. Los Martínez de Hoz me han iniciado juicio. Eso no le pasa a cualquiera. Ahora sí que me siento un elegido por el destino.

Es por el film Awka Liwen donde se analiza la Campaña del Desierto de Roca y mencionamos al fundador de la Sociedad Rural que fue, por supuesto, un Martínez de Hoz. El juicio alcanza también al codirector del film, Mariano Aiello y al historiador Felipe Pigna. Los que inician el juicio son los dos nietos de José Alfredo Martínez de Hoz, el conocido ministro de Economía de la dictadura de la desaparición de personas. A nosotros nos defenderá el conocido abogado de derechos humanos Beinusz Szmukler.

“¡Qué extraño!”, me digo, los tataranietos se sienten injuriados por lo que se sostiene del retatarabuelo y no por lo que hizo el abuelo, el mejor amanuense de la última dictadura más feroz de nuestra historia. La acusación contra nosotros es por “injuriar” al fundador de la Sociedad Rural. Lo escrito en esa acusación provoca hasta conmiseración en el lector, cuánto sentimiento cuando se habla de los hechos de un antepasado de hace ciento cincuenta años. Y nace una especie de sonrisa irónica cuando el lector piensa: ¿por qué tanto sentimiento por un lejísimo antepasado y no dolor y vergüenza por un abuelo que dominó en una brutal dictadura la economía mientras a su lado se torturaba, se desaparecía, se arrojaba vivos a prisioneros al mar desde aviones? Personaje que sigue teniendo juicios en la actualidad por acciones deshonestas, entre ellas la de Papel Prensa.

08 septiembre, 2011

Día Internacional de la Alfabetización


La Organización de las Naciones Unidas, ONU, celebra hoy 8 de septiembre el Día Internacional de la Alfabetización con muchos avances, “ya que el número de persona alfabetizados a nivel mundial ha llegado a cerca de cuatro billones”, señala un comunicado de la organización.

Sin embargo, la ONU señala que la alfabetización para todos, niños, jóvenes y adultos, es todavía una meta lejana.

“El continuo aplazamiento de esta meta es resultado de una combinación de factores, como el trazado de metas demasiado ambiciosas, los esfuerzos insuficientes o descoordinados, y la subestimación de la magnitud y complejidad de la tarea”, enfatizan.

Según la ONU, una de las experiencias aprendidas en las últimas décadas, es que para lograr la alfabetización universal no solo se requiere de mayores y mejores esfuerzos, sino de voluntad política para pensar y hacer las cosas de manera diferente a todos los niveles: local, nacional e internacional.

Fuente: El Nuevo Diario

31 agosto, 2011

El fin del pacifismo. Osvaldo Bayer

La Haine
¿Violencia, sí o no? (Una discusión necesaria) se titula un pequeño compendio del filosofo alemán Günther Anders que ha convocado a una polémica filosofico-cultural inesperada en una intelectualidad centro-europea resignada que recuerda el 68 como algo que no podrá volver, que no quiere mirar hacia atrás a la violencia desesperada de los años 70 de la Baader-Meinhof, que se ha cansado de hacer toda clase de acciones pacifistas contra el Estado Atómico y contra la sociedad antiecológica del consumo y el despilfarro. ¿Y por qué esa polémica ahora? Porque Günther Anders, el pensador pacifista por excelencia, el moralista, ha escrito a los 85 años, con sus dedos que apenas puede mover por la artritis: "La única salida es la violencia". .
Nacido en 1902, fue soldado en la Primera Guerra Mundial a los 16 años; alumno de Husserl y Heidegger, ya en 1928 es uno de los más audaces denunciadores del hitlerismo como producto del capitalismo alemán, y en 1933 debe marchar al exilio con su mujer, la filósofa Hannah Arendt (la autora de La banalidad del mal, Poder y violencia, Eichman en Jerusalén). En Estados Unidos trabajará como obrero en fábricas y allí experimentará el significado de la dependencia del hombre a la técnica. En 1950 regresa a Alemania donde seis años después publicará su obra fundamental: Lo anticuado del ser humano. Visita Auschwitz y dirá: "Si se me pregunta en qué día me avergoncé absolutamente, responderé: en esta tarde de verano cuando en Auschwitz estuve ante los montones de anteojos, de zapatos, de dentaduras postizas, de manojos de cabellos humanos, de maletas sin dueño. Porque allí tendrían que haber estado también mis anteojos, mis dientes, mis zapatos, mi maleta. Y me sentí -ya que no había sido un preso en Auschwitz porque me había salvado por casualidad- sí, me sentí un desertor"..

12 agosto, 2011

Entrevista al historiador Osvaldo Bayer


“Me hubiera gustado ser un anarquista como Severino Di Giovanni, pero no tengo ninguna capacidad”
La puerta de “El tugurio” se abre despacio con un chirriar estremecido y leve. En cámara lenta asoman los traviesos ojos de Osvaldo Bayer, rodeados por unas cejas alborotadas, siempre alertas para continuar dando batalla, y su cara enmarcada por el pelo y la barba blancos como el algodón. Cuando invita a pasar por el estrecho pasillo de esa casa del barrio de Belgrano, cada vez más angosto por el exceso de libros y carpetas que acumula el escritor, el precario equilibrio de esas pilas parece a punto de desmoronarse. “Sería una muerte soñada, moriría sepultado por los libros”, bromea Osvaldo mientras se dirige a la cocina en busca de su ineludible botella de Campari. Al verlo caminar a los 82 años, con una agilidad que esquiva con elegancia cualquier síntoma de vejez, es imposible no recordar lo que ha dicho Osvaldo Soriano: “Bayer es un hueso duro de roer. Sin él sería más fácil olvidar”. Nadie como él para desenmascarar a los asesinos, a los verdugos que han actuado desde el poder. Sólo este viejo pícaro y entrañable ha reivindicado, con una pasión que sigue intacta, a los humillados y ofendidos, a quienes en todas las épocas pusieron el cuerpo en las calles y fueron masacrados, tratados como delincuentes, torturados, robados y tirados en fosas comunes. Nadie como él desnudó la saña practicada especialmente contra los anarquistas, las mentiras y demonizaciones que se construyeron desde los medios de comunicación. Página/12 publicará a partir de mañana sus Obras completas, once libros que se podrán adquirir cada dos semanas, siempre los domingos, hasta noviembre (ver recuadro).

23 julio, 2011

Osvaldo Bayer y la lucha por los derechos humanos


"Las Madres fueron como una luz en el cielo negro"

El escritor y periodista es el eje de Ventana a la Plaza de Mayo. Las Madres y Osvaldo Bayer, el libro en el que se reproducen sus columnas para el periódico de la agrupación. Los trabajos de Bayer para el periódico abarcan dos etapas: 1984-1993 y 2003 hasta hoy.

Por Oscar Ranzani
El 18 de junio de 1976 Osvaldo Bayer se exilió en Alemania. Unas horas antes, recibió un mensaje amenazante del brigadier Santuccione en el aeropuerto de Ezeiza: "Usted jamás va a volver a pisar el suelo de la Patria", le dijo. Por suerte o mejor dicho, por justicia del destino, se equivocó: Bayer regresó al país el 22 de octubre de 1983, días antes de las elecciones presidenciales. Fue en el exilio que se enteró de "que habían salido unas mujeres a Plaza de Mayo, que eran madres de desaparecidos y ahí vi como una especie de luz en el cielo negro", recuerda. En Alemania conoció a las Madres que visitaron ese país en el marco de su lucha por la defensa de los derechos humanos y trabó con ellas una amistad indestructible. Bayer recuerda que las Madres eligieron como residencia su humilde departamento de Berlín antes que un lujoso hotel. "Yo les cocinaba pollo al horno con papas", recuerda, antes de comentar que, una vez que regresó a la Argentina, comenzó a colaborar en el Periódico Madres de Plaza de Mayo, a través de una columna bautizada "Ventana a la Plaza de Mayo", donde tomaba posición con respecto a "la política de derechos humanos de Alfonsín". Bayer sostiene que fue uno de los tantos "que luchó por los presos políticos que mantuvo Alfonsín y que nadie recuerda este episodio. Una cobardía, una falta de coraje civil tremendo", fustiga. "El mantuvo presos a los detenidos de la dictadura que habían permanecido en cárceles y que habían sido condenados por la ‘Justicia’ de la dictadura". El columnista de Página/12 destaca que luchó junto a las Madres por la libertad y que, incluso en una oportunidad, la actriz Liv Ullmann los acompañó en una visita a los presos políticos.

09 julio, 2011

Los que luchan. Osvaldo Bayer

La gran sorpresa. A los 83 años me tocan el timbre de “El Tugurio”, el querido sucucho donde vivo y donde hay sólo libros. Son jóvenes que me miran y sin rodeos me ofrecen participar de las próximas elecciones en nuestra organización de trabajadores de prensa. No puedo creerlo. Repaso mi memoria: hace justo medio siglo que fui secretario general del Sindicato de Prensa, como se llamaba antes nuestra entidad. Y les respondo: hay que darle paso a la juventud. Pero no. Analía García me insiste: es verdad, me dice, queremos que encabeces nuestra lista.
Me miro al espejo: tal vez tenga que teñirme el pelo y cortarme la barba, me digo. Pero comienzo a recordar a los amigos que lo dieron todo por un poco más de dignidad en la información del pueblo y en la organización de los que se comunican con la sociedad. Se me aparece en el espejo aquel joven Emilio Jáuregui, asesinado en la calle por los sicarios pagos de siempre. ¡Cuántas ganas de dignificar la vida, el trabajo, lograr una verdadera democracia. Y ahí está sentado en el sillón de siempre de mi vieja biblioteca el mejor amigo de aquella época de luchas y sueños, Rodolfo Walsh, quien me viene a explicar porqué hay que construir las bases de la CGT de los Argentinos, Rodolfo, el mejor. El de los sueños y el coraje. El periodista por excelencia, el que informa, no el que desinforma.

Me miro al espejo y se me aparece de nuevo Emilio Jáuregui, sonriente como la última vez. Y me explica lo que debe ser periodismo y democracia. Un pibe, y ya en eso, increíble. Y Rodolfo Walsh me lleva a una villa y me pregunta: ¿informaste alguna vez de esto? Ante mi silencio, me dice casi a los gritos: ¿y qué estamos esperando?

Emilio Jáuregui, Rodolfo Walsh, me digo, tendrían que estar sus retratos en todas las redacciones argentinas. Querían que se informara sobre la verdad de nuestra sociedad, nada más que la verdad. Eso es todo lo que soñaban. Los mataron a balazos. Nuestra sociedad. La Argentina: “Ved en trono a la noble Igualdad. Libertad, Libertad, Libertad”.

No puedo negarme. Es un privilegio que gente joven lo tome del brazo a un viejo de bastón y lo ponga adelante. Sí, los voy a acompañar y les voy a hablar de mi experiencia, de los errores que cometimos, del paso lento pero firme que hay que tener para salir adelante y no repetir derrotas. Para que la información ayude a terminar con una sociedad violenta como la nuestra. Para informar y movilizar y terminar con nuestro grandes problemas: acabar para siempre con ese ominosa cifra del tres y medio por ciento de nuestros niños con hambre, ser capaces de dar un techo digno a todas las familias y acabar con las villas, y lograr una sociedad que tenga trabajo para todos. Esa debe ser la información. Llevar a primera página los problemas sociales y cómo resolverlos. El debate. Difundir ideas. El no a la corrupción, el no al poder omnímodo y la figuración. Avanzar con la opinión de todos ante las verdades demostradas.Rodolfo Walsh y Emilio Jáuregui me sonríen y me dicen: eso.
Vuelvo y a los jóvenes que han venido a ofrecerme a participar de su lista, les digo: acepto. Estaré con ustedes, con bastón, pastillas contra la tos y me teñiré las canas. Pero con toda la experiencia y el recuerdo del ejemplo de los que cayeron por una sociedad más justa.

Volveré a ser joven.

20-09-2010

14 junio, 2011

Redefinir la palabra "progreso". Osvaldo Bayer

Es increíble cómo se silencia la vida de las pequeñas ciudades, de los pueblos, aquello que tiene un verdadero valor para la ética de la vida, para la belleza local, para la verdadera historia comarcal que, por su ejemplo, a pesar de ese silencio, siempre trascienden. Los medios, en su gran mayoría, dedican sus páginas a la crisis económica, a las internas políticas, a los cambios de entrenadores de fútbol y, ahora, si Riquelme o Caranta.

Para demostrar que existen cielos, que se habla del paisaje, que hay interés por la historia o que hay pocos pero existen que se ponen tristes o se desesperan por las estadísticas del hambre de nuestros niños nos meteremos en el corazón de la tierra.

Hoy hablaremos de un lugar bonaerense pura pampa. Lo que ocurrió podría pintarse en un cuadro con rostros de adolescentes riendo, aplaudiendo, entusiasmados. Es que lo que ocurrió en Rojas no ocurrió en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. ¿Autónoma de quién? Sí, vamos a decirlo en una sola línea: el Concejo Deliberante de Rojas aprobó por mayoría un proyecto por el cual se cambia el nombre de la calle Roca por el de Pueblos Originarios. Pero aquí viene lo sorprendente: al proyecto lo presentaron alumnos del colegio secundario de la ciudad. De la ciudad. Y los representantes municipales lo aprobaron por amplia mayoría. Con una conciencia y claridad que pueden notarse en las intervenciones de esos concejales. El anteproyecto fue elaborado por los alumnos y discutido con la ayuda de los profesores Liliana Barzaghi, Javier Membriani y Andrea Tamasi sobre la base del proyecto Identidad Latinoamericana que se propone “asumir la identidad de los medios de simbolización a través de los mecanismos democráticos de participación”.

31 mayo, 2011

Entrevista con el escritor y periodista argentino Osvaldo Bayer sobre las bases históricas de la literatura, los escritores jóvenes, el Bicentenario y la importancia de la Feria del Libro de Fráncfort para Argentina

¿Qué hechos de las últimas décadas han marcado más a la sociedad argentina? ¿Han sido retomados y procesados como temas en la literatura? Los dos hechos históricos de las últimas décadas que han marcado a la sociedad argentina son, sin duda, el “peronismo” y el método de la desaparición de personas de la última dictadura militar. Los dos temas han llenado nuestras bibliotecas y las mentes de nuestros intelectuales, tanto historiadores, como sociólogos y literatos. Interpretaciones históricas, sociológicas y literarias se suceden mes a mes, tratando de explicar tal vez lo inexplicable. Inexplicable, por ejemplo, porque tratar de definir al peronismo es tarea muy difícil. Va del pensamiento de John William Cooke, marxista, a Carlos Saúl Menem, ultra liberal-conservador. Tal vez la mejor definición del peronismo la logró el novelista Osvaldo Soriano, en su libro “Cuarteles de Invierno”, cuando un periodista le pregunta al boxeador, protagonista del libro: “Dígame, usted ¿a qué partido político pertenece, qué ideología política tiene?”. Y el interrogado le responde: “no, yo no tengo ninguna ideología política ni pertenezco a ningún partido político, yo soy peronista”. En el otro aspecto, gran parte de nuestra literatura actual trata de los grandes escritores desaparecidos, es decir, asesinados por la dictadura militar. El otro tema es las prisiones y persecuciones sufridas por miles de personas, por sobre todo, jóvenes. Y, por supuesto, el tema del exilio. Serán estos también, sin lugar a dudas, temas claves para las próximas generaciones. La pregunta de fondo es: “¿qué nos pasó a los argentinos para llegar al extremo de tanta crueldad en las represiones militares?”. Recuerdo que la misma pregunta se hacían los alemanes en la posguerra. Yo fui estudiante universitario en esos años en Alemania, y era el tema fundamental: ¿qué pasó con nuestros padres que pudieron caer en un régimen así y aplaudir a un sistema tan criminal? ¿Hacia dónde va la literatura argentina de los autores jóvenes y qué la diferencia de los autores algo más veteranos? Por supuesto, cada generación tiene sus temas, sus dilemas, sus preguntas. Su clima diferente. Un entorno que cambia constantemente. El mundo modifica aceleradamente sus costumbres, sus modalidades. Las fronteras ya no influyen como antes; las culturas y sus experiencias, se mezclan. Y principalmente la relación hombre-mujer, en sus sentimientos, es diferente. Esas diferencias emocionales marcan un panorama distinto en la literatura, por ejemplo. La mujer, en busca de su independencia. Y no es ya la que espera que alguien toque a la puerta para cambiar su destino. Los tiempos se han acelerado, las libertades están llegando a su absoluto, salvo aquellas circunstancias que dependen del sometimiento a las jerarquías y a las del poder económico. Las diferencias entre autores veteranos y jóvenes en la Argentina son las mismas que en cualquier país del mundo. El clima actual de la sociedad es distinto al que vivieron los hoy adultos. Hasta el lenguaje ha cambiado. Los jóvenes escritores ya no usan el “lunfardo” ni los modismos argentinos del interior del país, sino que manejan expresiones un tanto “rockeras”, del inglés-americano, acomodadas al decir de los nuevos lenguajes de las ciudades. Mismo la gran emigración de argentinos a España ha devuelto al “idioma argentino” expresiones del idioma madre que ya por generaciones no se usaban más en esta parte de América. ¿Quién lee en la Argentina y qué? El argentino, en sí, lee mucho. A pesar de la televisión y los juegos de pantalla. Por supuesto se leen los llamados “best seller” que anuncian los diarios, y los premiados en los grandes concursos. Y en este año, el bicentenario del 25 de mayo de 1810, el día de la Libertad, así llamado, se está leyendo mucha historia. Los diarios traen, muy baratos, ediciones de clásicos de ese tema. ¿Qué influencia tienen los “nuevos medios” electrónicos en la literatura argentina? La misma que en Europa. Lo que he comprobado es que los niños leen mucho menos que cuando nosotros, los de mi generación, teníamos esa edad. Lo compruebo en las bibliotecas públicas. Cuando yo era niño concurría casi todos los días a la biblioteca pública de mi barrio y la la de lectura infatil estaba llena de chicos que leían cuentos infantiles. Hoy veo que apenas concurren uno o dos niños, los demás están jugando a los “video-games” instalados en comercios de la zona. ¿Qué papel desempeña Buenos Aires como capital de la literatura, para bien y para mal? Por supuesto, en Buenos Aires están las grandes editoriales y multitud de librerías. Pero en el interior del país nacen los grandes escritores. Tienen tiempo para contemplar, para hilar pensamientos. Para poder medir cuál es el verdadero progreso. He concurrido a muchos congresos de escritores del interior del país. Siempre reina una ambiente de humildad, de querer expresarse pero no por eso querer tener razón. Hay más tiempo para el diálogo. Se sale del salón del debate y se ven montañas o hay un río con su eterno transcurrir. Roberto ArltRoberto ArltEn Buenos Aires, el tiempo está molido por los motores, por las máquinas, por la prisa en llegar. Claro, se van pergeñando así dos clases de literaturas: una la del color, tal vez, de la esperanza. La otra, la del remordimiento, la de la ira, la de sentirse arrollado por el poder. Muchas personas con ciudadanía alemana emigraron a la Argentina antes (los perseguidos) y después de la II Guerra Mundial (los perseguidores), amén de la inmigración anterior. ¿Qué huellas culturales y literarias ha dejado la inmigración de Alemania en la Argentina?

23 mayo, 2011

América. Osvaldo Bayer


América Scarfó nos dejó para siempre. Murió el sábado pasado. Tenía 93 años. Recibí la noticia con la tristeza de saber que era la última de una época de lucha libertaria. Mi sentimiento no era otra cosa que una melancolía mezcla de enorme cariño y admiración. Fue la compañera de Severino Di Giovanni. El anarquista fusilado por el dictador golpista de uniforme: Uriburu. El 1º de febrero de 1931. Un día después era también fusilado el hermano más querido por América: Paulino Orlando Scarfó. En 48 horas le habían arrancado a la adolescente de 17 años sus dos más grandes cariños. Quedó sola, en un mundo absolutamente enemigo.

Los poetas le cantaron a América Scarfó. A finales de los ’30, el querido Raúl González Tuñón escribirá: “América Scarfó te llevará flores y cuando estemos todos muertos, América nos llevará flores”. Es que había quedado en todos el rostro de América el día en que mataron a su amado Severino: no lloraba, estaba sumamente triste, pero firme. Lo iba a seguir amando toda su vida, como me dijo cuando la fui a entrevistar, allá a comienzos de los setenta. Yo había logrado descubrir dónde estaban las cartas de amor que le había escrito Severino y que en el allanamiento de la quinta de Burzaco se había llevado la policía. Las cartas de amor más bellas que he leído en mi vida. No sólo los uniformes fusilaron a Severino sino que también hicieron “desaparecer” sus cartas de amor. Pero así como los desaparecidos de los setenta reaparecieron en sus Madres, así las cartas reaparecieron ante la búsqueda sin fin del historiador. En sus líneas de despedida, antes de recibir las balas militares, Severino le escribe a América: “Carissima: más que con la pluma, el testamento ideal me ha brotado del corazón hoy, cuando conversaba contigo: mis cosas, mis ideales. Besa a mi hijo, a mis hijas. Sé feliz. Adiós, única dulzura de mi pobre vida. Te beso mucho. Piensa siempre en mí. Tu Severino”. Antes de esas últimas líneas, se le había concedido a Severino despedirse de América, que también estaba detenida.

América le dio el último abrazo, él la besó. Le pidió a ella que cuidara de los hijos de él y de Teresina, su esposa. América le dijo: “voy a seguir con tu recuerdo hasta mi muerte”. El la miró con mucha tristeza y le respondió: “¡Oh, Fina, tu sei tan giovane!”. Se besaron de nuevo. América salió mirándolo a Severino. Por ello tropezó con una rejilla y Severino le gritó: “¡ten cuidado!”.

Los más destacados periodistas de Buenos Aires estuvieron en el fusilamiento. La mejor crónica fue la de Roberto Arlt, que no puso ningún comentario propio sino sólo la descripción de ese teatro irracional de la fuerza bruta contra las ideas.

16 mayo, 2011

El Santo de Ushuaia. Osvaldo Bayer

"Mil y mil veces maldita, tierra aborrecida del crimen, del sufrimiento y del sicario. Bajo el azote helado de tus huracanes gime el hombre; la angustia roe las almas de las víctimas; los abnegados, los Radowitzky, agonizan, mártires de la chusma del máuser, y, sobre el hórrido concierto de sollozos se oye siniestra la carcajada del verdugo."

Así comenzaba un volante del diario anarquista La Protesta, para el 1º de Mayo de 1918, el Día de los Trabajadores. Estoy en Ushuaia, en el edificio del antiguo penal, y hablo sobre Simón Radowitzky ante una concurrencia formada principalmente por gente joven. Nunca hubiera soñado antes que iba a tener esa posibilidad. En los años setenta publiqué un libro que se titulaba Simón Radowitzky, ¿mártir o asesino?, que fue a parar a la hoguera de la dictadura de los Videla y Massera. ¿Quién era ese Simón Radowitzky que había sido una figura legendaria del movimiento obrero en las tres primeras décadas de este siglo y que había pasado veintiún años de su vida en la cárcel, la mayoría de ellos en el penal de Ushuaia, una de las páginas más negras de la historia penal del género humano de la cual tendríamos que avergonzarnos los argentinos? Y que se mantuvo no sólo durante el gobierno de los conservadores liberales sino también durante los tres gobiernos primeros del radicalismo. Los que más cantaron a Simón Radowitzky, llamado el "mártir de Ushuaia" fueron los payadores criollos en los mitines y asambleas obreras.

"Traigo aquí para Simón
este manojo de flores,
del jardín de los dolores
del alma y del corazón:
traigo para aquel varón
valiente y decidido,
este manojo que ha sido
hecho con fibras del alma,
en un momento sin calma
de rebelde convencido."

Así cantaba el payador Manlio por la década del veinte.
Es que Simón había corporizado la violencia de abajo al matar de un preciso bombazo al jefe de policía coronel Ramón L. Falcón después que éste reprimió brutalmente la manifestación obrera del 1º de Mayo de 1909. Ese día ocurrirá la más grande tragedia obrera hasta ese momento de nuestra historia social. La policía montada al mando del comisario Jolly Medrano, después de que sonara el clarinazo de ataque ordenado por el propio coronel Falcón, se lanza sobre las columnas obreras en la Plaza Lorea. Parece una estampa de la Rusia imperial cuando los cosacos atacaban concentraciones de famélicos proletarios en San Petersburgo o en Moscú. En la historia de las represiones obreras, la del coronel Falcón quedó como una de las más cobardes y alevosas. En un primer momento se cuentan treinta y seis charcos de sangre. Para explicar el drama, el militar traerá el argumento que todavía hoy se emplea en la Argentina: le echa la culpa a los "agitadores". Seguirán días de paro general proclamado por la FORA que tendrá un desarrollo muy violento. Esos días continuará la brutal represión y se seguirán sumando los muertos. Los obreros no se rinden porque:

08 mayo, 2011

Carta a Rodolfo Walsh. Osvaldo Bayer

Pese a que nací el mismo año que Rodolfo Walsh, siempre lo consideré un maestro. Pese a su asesinato por los sicarios de Massera, Rodolfo sigue hoy más vivo que nunca a través de sus escritos y su ejemplo. Por eso, en el aniversario de su muerte le escribí una carta sabiendo de antemano que me va a responder desde sus libros, cada vez que yo los vuelva a releer. Esta fue mi carta:

"Querido Rodolfo:

Tu carta a la Junta Militar lo previó todo, denunció todo, dijo todo. La escribiste aquí, en tierra y de frente. Basta comparar tus límpidas, escuetas verdades, con el último decreto de los militares que decretó la autoamnistía de los generales en huida, el firmado por aquel Bignone, el único oficial de la historia que entregó a sus propios soldados para que los asesinaran. Vos, con la palabra allí, de frente, sin moverte. Los generales con sus picanas, sus pentonavales, sus capuchas, que ya pensaban en la fuga. Desde el momento en que cerraste el sobre con tu misiva ya comenzaba la derrota del plomo. Tu palabra y tu ética, Rodolfo. Por eso tu nombre ya está en una esquina porteña. Tan pronto, contigo, la Historia hizo su selección. Vos el 'terrorista', listo a la discusión otra vez. Los occidentales y cristianos Videla, Massera y toda su cohorte de amanuenses ya en el techo de la basura de la historia, por los siglos de los siglos. Vos, sin títulos, sin premios. Es que marcaste a fuego, sin proponértelo, al resto de los intelectuales argentinos. Los hubo quienes se sentaron a la diestra del dictador a la mesa servida del triunfo de la picana y hubo otros que no oyeron ni vieron ni hablaron cuando los balazos te fueron llevando la vida. Habrás sonreído cuando leíste la nómina de intelectuales que ahora adhieren a tu recuerdo. Los que te negaron al tercer canto del gallo hoy se apresuran a aplaudirte. ¿Y que dirán aquellos científicos de las letras, faraones y mandarines de cátedras e institutos que te calificaron esteta de la muerte? Hoy se apresuran a poner tus libros en las vitrinas oficiales. Pero nunca le diste importancia a esas cosas. Con tu máquina de escribir te metiste en los intestinos del pueblo, en el dolor y la humillación de la pobrería, de los azuzados. Mientras otros se dedicaban a cuchilleros o hacían romanticismo con antiguos generales fusiladores, vos -decepcionando a los críticos literarios consagrados- te metías en la actualidad: ¡oh pecado!, y todas sus mafias. Algo imperdonable para el olimpo y los repartidores de prebendas. Pero ni reparabas en esto. Trascendías a todas las sectas de café y de cátedra. Estabas en la calle con los perros y los piojos, los jóvenes y los ilusos, eras el Agustín Tosco de las redacciones. Agustín Tosco ¿te acuerdas de ese muchachón en overol que hablaba de cosas como justicia e igualdad, dignidad y deber? Palabras que no figuran más: hoy todos nos empujamos por aparecer en tapa. Te tomaste en serio la palabra. Exageraste en eso de la verdad. Además siempre creíste que había llegado el momento de descifrar ya los jeroglíficos y las claves. Dedicabas tu tiempo a eso mientras los otros trepaban, trepaban. En una sociedad maestra del trepar soñabas con implantar normas que permitieran un país donde todos tuvieran una canilla con agua y maceta con malvones. ¿Por qué tu insistencia si ya se había demostrado que todos esos intentos terminaban como le fue a Rosa Luxemburgo, con un balazo en la nuca y con el rostro en un charco de lodo? Cometiste otro gran error que tampoco los mandarines de las letras podían perdonarte: hiciste la mejor literatura con un estilo directo, claro, preciso, como el de un maestro primario rural. Te entendían y te entienden todos. Rompiste el mito sagrado que un intelectual debe ser un travesti de las palabras y no un sembrador de quimeras y rebeldías. Tu más grande pecado fue hacer arte literario puro con sólo los siete colores primarios.

Te arrojaron vivo al mar, te enterraron como NN, te quemaron en una pira. Y aquí estás, en medio de Buenos Aires. Tan rápido la historia puso las cosas en su lugar. Pero éste es el primer paso. Porque ahora queremos saber el nombre y apellido de tus asesinos. En sí, ya los sabemos pero exigimos que lo digan los jueces y el gobierno. Porque no vayamos a creer que todo se arregla con una plazoleta. Porque seria cínico si no pusiéramos aquí también, en una placa, el nombre de tus asesinos. No aceptaríamos que los jueces nos digan que ya no es posible por las leyes de punto final y obediencia debida. Porque en ese caso tendríamos que poner el nombre de los que te asesinaron por segunda vez: los legisladores que votaron esas leyes, el espurio salvoconducto del crimen. Pero no nos mintamos. Si hoy estuvieras vivo te calificarían con los remoquetes que acostumbra el 'peronista' que está en la Casa Rosada: 'ultraizquierdista' o 'infiltrado al servicio de los intereses extranjeros'. Pero vos seguirías imperturbable. ¡Las cosas que tendrías que decir! Vos que estuviste en aquella CGT de los Argentinos tendrías tanto que hablar del señor Cassia y de la flexibilización, y de la venta de armas para matar a otros latinoamericanos, y de los bastones largos contra los pañuelos blancos de las Madres, y de los ministros de la dictadura que te asesinó y que hoy son ministros de la democracia... y de los pibes en las calles que jamás tendrán un canilla con agua y una maceta con malvones. Por algo quisieron silenciarte. Pero no lo lograron. Tus libros están de nuevo en bibliotecas y colegios. Con ellos se formarán nuevos curiosos de la verdad. Porque la ética es como una cadena sin fin que viene desde el comienzo de la Historia. Y gracias a esa ética y gracias a los Rodolfo Walsh que se fueron dando la mano, hoy todavía hay vida en este mundo. Gracias Rodolfo. Qué alegría nos ha dado el verte de nuevo entre nosotros, para siempre".