21 marzo, 2016

DOS PATRIAS - José Martí


Dos patrias tengo yo: Cuba y la noche. 
¿O son una las dos? No bien retira 
su majestad el sol, con largos velos 
y un clavel en la mano, silenciosa 
Cuba cual viuda triste me aparece. 
¡Yo sé cuál es ese clavel sangriento 
que en la mano le tiembla! Está vacío 
mi pecho, destrozado está y vacío 
en donde estaba el corazón. Ya es hora 
de empezar a morir. La noche es buena 
para decir adiós. La luz estorba 
y la palabra humana. El universo 
habla mejor que el hombre. 
Cual bandera 
que invita a batallar, la llama roja 
de la vela flamea. Las ventanas 
abro, ya estrecho en mí. Muda, rompiendo 
las hojas del clavel, como una nube 
que enturbia el cielo, Cuba, viuda, pasa...

28 febrero, 2016

Contra las telarañas de la costumbre


Introducción que hiciera Julio Cortázar para el libro de Juan Gelman "Interrupciones I" en 1981.

Juan Gelman ha querido que su libro se abriera con unas palabras mías, palabras de compatriota en el sentido más hondo, allí donde la noción de patria quiere decir tanto más que una pertenencia geográfica.
Jamás un amigo me pidió algo tan difícil,  jamás el afecto y la confianza de alguien muy querido me puso contra la pared como en este momento. Era preciso que Juan fuera Juan y que yo fuera Julio; era preciso que este libro viniera a golpearme en plena cara con su amarga y a la vez límpida fuerza; era preciso que su razón de ser contuviera todo eso que desde hace años vuelve cada noche  en mis pesadillas y que en la vida diaria trato de denunciar y de atacar con mis pobres recursos de escritor. Quisiera decirlo ya, no estoy presentando a este libro de Juan, lo estoy simplemente acompañando yendole al lado como quiero seguir al lado de Juan en lo que nos queda de voz y de vida, para un día volver con Juan y con tantos otros compañeros a lo verdaderamente nuestro.
Tal vez  lo mejor que puedo decirle al lector es que entre en estos poemas como se entra en un sendero, siguiéndolo en sus curvas y su
s ascensos, deteniéndose allí donde el camino parece detenerse en las encrucijadas y reanudando la marcha como la reanuda cada poema desde el anterior. Un solo y único poema nace de todos ellos, el último ilumina el primero como el primero contiene el último, y cada uno es un paso en la continuidad de la ruta. Dejarse llevar por ella es ir ganando a cada página esa visión total que de pronto cristaliza transparentemente las etapas previas y la meta final. Pero de nada valdrá seguir la senda si no empezamos por quitarnos las telarañas de la costumbre, las obstinadas categorías de la convención. Aquí se ha hecho palabra la realidad más concreta de estos últimos años argentinos, y sin embargo esa realidad escapará a quienes apliquen a la lectura los códigos de la escritura política o los de la usual poesía combatiente, e incluso a quienes aceptan masivamente los criterios de la escritura corriente. Sólo leyendo abierto, dejando que el sentido entre por otras puertas que las de la armazón sintáctica o las manoseadas imágenes, metáforas o figuras más o menos arduas pero ya asimiladas a la tradición poética, sólo así se accederá a la realidad del poema, que es exacta y literalmente la realidad del horror, la muerte y también la esperanza en la Argentina de nuestros días. A todos nos sucederá lo mismo, la sorpresa ante las continuas transgresiones que se suceden a lo largo del camino, pero sólo quienes la asuman y de alguna manera las continúen merecerán un libro que quisiera contenerlos, contenernos a todos.


Ya sé que no es facíl. Quizás nos hemos habituado demasiado a que la poesía combatiente diga sin rodeos todo lo que tiene que decir, y que aunque lo diga bellamente, su ritmo sea el tradicional y sus palabras organicen dramática y líricamente la transmisión de un mensaje muchas veces superficial. Quizás estamos hoy confundiendo facilidad con eficacia, y no faltan quienes conviertan esto en una condición imperativa de la poesía de combate. Sí, no es fácil entrar desde la primera línea en un discurso que va de tal manera contra la corriente que incluso pisotea sin lástima las reglas más ahincadas de nuestra seguridad mental, de nuestras grillas prosódicas, de nuestra aceptación pasiva de las funciones gramaticales. Cuando Juan convierte el sustantivo dictadura en un verbo, la primera reacción en la lectura rápida es de sorpresa y casi de escándalo, se mira el verso como si estuviera afeado por una errata de imprenta, y de pronto se da el salto (cuando se lo da, que es lo que espero)  y se descubre la riqueza de esa matáfora tan profundamente ligada con nuestra realidad en la que todo está dictaturado, en la que la noción de durar se vuelve insoportablemente manifiesta, en la que seguirán dictadurándonos mientras no aprendamos y apliquemos el infinito contralenguaje de la palabra y de la revolución.  Y esto no es más que una instancia en la continua negación de lo aceptado y lo aceptable que da a la poesía de Juan Gelman su máxima capacidad de transmisión. Ahí donde lo masculino se vuelve femenino y viceversa para pisotear los cánones del pensamiento estereotipado, ahí donde sin vacilar se vuelven activas y operantes tantas palabras que manejamos pasivamente, el poema cesa de ser comunicación para volverse contacto, Juan y su lector cesan de estar solos y recorrer separadamente ese camino que busca llevarnos hacia nosostros mismos.

Hombre al que le han segado la familia, que ha visto morir o desaparecer los amigos más queridos, nadie ha podido matar en él la voluntad de subtender esa suma de horror como un contragolpe afirmativo, creador de nueva vida. Acaso lo más admirable en su poesía es su casi impensable ternura allí donde más se justificaría el paroxismo del rechazo y la denuncia, su invocación de tantas sombras desde una voz que sosiega y arrulla, una permanente caricia de palabras sobre tumbas ignotas. Cada diminutivo, cada nombre dicho como quien acuna o tranquiliza, hinca todavía más hondo la irrestañable denuncia de esas innúmeras muertes que tantos de nosotros llevamos como el albatros a todo cuello y sin saber volverlas del lado de la luz. También yo quise a Paco, a Rodolfo, a Haroldo, a tantos más, y sólo supe llorarlos; con Juan, por Juan, me acerco ahora a ellos de otro modo, el que ellos hubieran preferido.
Por eso tampoco debería desconcertar que aquí se sucedan interminablemente las interrogaciones frente al gran silencio en que se han sumido esas voces queridas. Juan pregunta, una pregunta sigue a la otra, hay poemas que son solamente preguntas. Siento que ahí, por encima del amor y la rebeldía que no se resignan al silencio, hay también una razón de ser que nos abarca a todos los que hoy empezamos tambien a interrogarnos sobre el destino que nos ha cercado, diezmado y dispersado en estos años. Cuando Juan pregunta se diría que nos está incitando a volvernos más lúcidamente hacia el pasado para después ser más lúcidos frente  al futuro. No hemos sabido hacer las preguntas a tiempo, ésas que desnudan, que violan, que rasgan de arriba abajo las telas del conformismo y de la buena conciencia.  No hemos sabido mirarnos en el espejo de nuestra verdadera realidad argentina; y si algo nos traen hoy los poemas de Juan Gelman es una actitud, una manera a la vez reflexiva instintiva de buscar lo que de veras somos sin las simplificaciones a veces suicidas que nos han arrojado tan lejos de lo nuestro.
Esta actitud no necesita de gritos, de proclamas ni de denuestos; la fuerza más extrema de la palabra de Juan nace de haber dejado atrás la superficie del dolor y de la cólera para ahondar en sus raíces, en esa zona vital y mental desde donde la reflexión y la acción pueden recomenzar con una eficacia que tantas veces les faltó en medio del ruido y del furor. Volver positividad a la abominable suma del oprobio y de la desgracia: sí, todavía hay alquimias posibles cuando se posee el lugar y la formula como lo poseen hoy los poemas de Juan.

11 febrero, 2016

Juan José Saer y el relato de la memoria




La patria de un escritor no es sino la infancia y la lengua, señala Juan José Saer (Serodino, 1937), quien hace más de treinta años dio un salto de una provincia ignota de su patria austral al lugar en el que, especialmente para los argentinos, se ha fijado siempre el meridiano de la cultura. Desde este lugar llamado París, Saer el memorioso no cesa de reconstruir el "mundo adentrado" de su infancia: la ciudad de Santa Fe, el enjambre de islas y arroyos, los pueblos costeros en la orilla del Paraná, la llanura con su horizonte circular vacío y monótono que conforman la "zona", el núcleo espacial de su literatura en el que deambulan sus personajes recurrentes. Las narraciones saerianas –siempre capaces de generar nuevas historias, conformando una suerte de "novela total"– parecen así erigirse sobre la base de puros recuerdos que los personajes convocan no ya desde los signos sensoriales –como quería Proust– sino desde de la lectura, como si estas experiencias personales, inciertas, extraviadas en los pliegues de la memoria, necesitaran ser traspasadas, a la manera faulkneriana, por el filtro de relatos de otros y encontrar su lugar en una constelación libresca para poder constituirse, en definitiva, en una historia. Pero no demandemos a los cuentos y las novelas de Saer "aventuras bellas e interesantes" con las que evadirnos de la rutina cotidiana. La suya no es una literatura de diversión conforme a las expectativas del mercado, sino una escritura fuertemente comprometida con su propia búsqueda formal y entendida, en la más pura tradición de Macedonio Fernández, como una "función de pensamiento".
"Escribir –apunta Saer– es sondear y reunir briznas o astillas de experiencia y de memoria para armar una imagen" y sus relatos se obstinan en presentar como interesantes los elementos que habitualmente se consideran laterales, en convertir en anotaciones largas lo que en otra literatura sería una mera ambientación. Su escritura registra de manera muy rigurosa y concede dignidad literaria a las peripecias más cotidianas del hombre: zambullirse en el río, andar y desandar los caminos alrededor de una parrilla de asado, masticar una rodaja de salami, preparar el mate o encender un habano, devienen en largas ceremonias cuando la voz narrativa, semejante a la del Nouveau Roman, movimiento con el que se suele emparentar al escritor argentino, se convierte en una mirada que se desliza como una cámara lenta sobre los escenarios y los gestos de los hombres en descripciones minuciosas y obsesivas.Uno de los principios del "ars poética" saeriana es la negación o la reducción notable de la anécdota; en sus relatos, los hechos escasean y los personajes más que actuar observan y teorizan. Constituye el tema central de sus reflexiones la percepción y el recuerdo –depositario de percepciones del sujeto y casi nunca de hechos o de acciones– únicas instancias capaces de aprehender en la "espesa selva de lo real" las realidades impenetrables que conforman la materia de la literatura: el tiempo, el espacio, los seres, las cosas...¿Cómo acceder a lo real y expresarlo? Este es el punto de partida de la escritura de Saer. La mirada interrogante y obsesiva de sus personajes nunca encarna una pregunta que llegue a desembocar en una explicación ni una interrogación retórica que tenga una respuesta diestramente escondida en su propio discurrir, sino que refleja un modo radical de expresar la incertidumbre. Rechazando el criterio de la verdad que sustenta una realidad que se tambalea, navegando siempre en la indeterminación, Saer propone el reino de la ficción entendida como una "antropología especulativa", una teoría acerca del hombre y su relación con el mundo para, a partir de ahí, hacer que ambos centelleen en cada página. Siendo una antropología no empírica ni probatoria ni taxativa sino tan sólo "especulativa", su narrativa avanza por hipótesis, suposiciones y atribuciones inseguras mostrando las fisuras en la percepción y enseñando la fragilidad de cualquier empresa de conocimiento. Lo hace incluso cuando trata lo más próximo, como el paisaje de la "zona", su zona, quizás porque lo familiar y conocido, lo que con tanta seguridad él denominaría "la realidad", es lo que más debe someterse a las interrogaciones hasta que se desdibuje bajo la mirada incisiva que lo descubrirá como extraño. Entonces nosotros, los lectores acomodados, nos estremecemos al descubrir que nuestras creencias no son tan sólidas, que muchas de nuestras verdades son cuestionables, que las identidades son ilusorias, en definitiva, que lo real puede resultar más real de lo que parece. Sus tramas nunca traicionan el carácter conjetural de esta escritura al no dar lugar a un cierre rotundo, a una solución. En La pesquisa (1994), que lleva el rótulo de novela policíaca, el enigma de los asesinatos ha de quedar irresuelto, como el de la autoría del dactilograma cuya búsqueda filológica emprenden Tomatis, Pichón y Soldi en la misma novela, como la paternidad del hijo de Gina en La ocasión (1986), como el misterio del asesinato de los caballos en Nadie nada nunca (1980). Y es que Saer prefiere imprimir a sus narraciones una creencia en la conjeturabilidad de la literatura, ya que "en un mundo gobernado por la planificación paranoica, el escritor debe ser el guardián de lo posible".El espeso lenguaje saeriano vuelve provisorio el sentido de cualquier experiencia inmediata, difumina cualquier aseveración sobre las franjas de vida que "representa" y pulveriza cualquier certeza acerca de esa materialidad hormigueante de las cosas cuyas imágenes los personajes, a pesar de someterlas a un tormento fenomenológico constante, no son capaces de atrapar sino de manera fragmentaria. El limonero real (1974), Nadie nada nunca o los relatos de La mayor (1976) se encargan de captar esta multiplicidad de imágenes discontinuas de objetos, personas, gestos y posturas, como una serie de diapositivas que no pueden ser reducidas a la conciencia, a la idea, que se resisten a todo discurso inteligible, a todo relato que quiera ser una síntesis significativa.La vida de los personajes saerianos transcurre en una realidad fracturada, desprovista de un criterio de verdad absoluto y firme, donde el sentido de los hechos se pierde en "la pulverización incesante del acontecer". El protagonista de El entenado (1983) –novela que quizás más interés ha suscitado entre la crítica– escribía sobre el ataque de la tribu antropófaga de los colastinés a la expedición de Juan de Solís, descubridor del Río de la Plata:"El acontecimiento que sería tan comentado en todo el reino, en toda España quizás, acababa de producirse en mi presencia, sin que yo pudiese lograr, no ya estremecerme por su significación terrorífica, sino más modestamente tener conciencia de que estaba sucediendo o de que acababa de suceder".Así pues, no sólo los "ausentes" deben echar mano del relato de otro, de una "experiencia imaginaria" o "un recuerdo falso" para reconstruir un acontecimiento, como sucede en Glosa (1985) donde el Matemático, para saber que pasó en la fiesta de cumpleaños de Washington se ve obligado a escuchar las versiones confusas de los que participaron en ella y quienes, "a pesar de contar de los privilegios de la experiencia, no están menos perdidos en la incertidumbre engañosa". El sentido, la existencia misma de un episodio se escapan también a los que lo presencian y quienes, para recuperarlo, deben soñarlo, inventarlo o glosarlo como si hubieran sido ajenos a él. La reconstrucción verídica de un hecho –viene a decirnos Saer– exige necesariamente una cuota de fabulación."De «ese» sábado tengo –reflexiona Tomatis en Lo imborrable (1992)- no un recuerdo sino un relato, compuesto hasta sus detalles más mínimos, organizado según una sucesión lógica, y tan separado de mi experiencia como podría serlo una película en colores –imágenes discontinuas pegadas una después de la otra y a las que una intriga de esencia diferente a las imágenes mismas, y agregada con posterioridad, les suministra, artificial, un sentido."Así la base de nuestras vidas, el recuerdo de lo vivido, no es más que una construcción de la memoria. Ella da un sentido a los presentes inasibles convirtiéndolos en recuerdos y tejiéndoles una intriga. La vida se constituye entonces como un relato y la memoria deviene en un garante no de la realidad sino de la ficción que resulta inherente a nuestras existencias.Dotadas de una gravedad intelectual y un estilo denso y a la vez preciso, las ficciones saerianas –más allá de la verdad concebida como algo extremadamente relativo y frágil, pero no por ello dispuestas a ser una mera literatura de entretenimiento, que bajo la máscara de inocencia artística esconde el rostro vulgar de un producto sobredeterminado por las crudas leyes del comercio de las letras– constituyen el brillante resultado de un descomunal esfuerzo de la conciencia que intenta someter a un diseño coherente el centelleo fragmentario y camaleónico de la experiencia.Valdría la pena que también el lector se esforzara en conocer los recuerdos y vivencias de Tomatis y sus amigos. Dicha amistad le recompensará. Seguro.Agnieszka Bárbara Flisek © Agnieszka Barbara Flisek 2002 agnieszkabarbara.flisek@campus.uab.esAgnieszka Barbara Flisek Licenciada en filología por la Universidad de Varsovia, de la que ha sido también profesora. En la actualidad está cursando un doctorado en la universidad de Autónoma de Barcelona y elaborando una tesis sobre la narrativa de J. J. Saer. Ha sido invitada por diferentes universidades y colaborado con el Instituto Cervantes de Varsovia.
Fuente: www.barcelonareview.com

05 febrero, 2016

Matar la poesía. Osvaldo Bayer


Al salir de Europa algún fantasma nos espía. Es la sensación de la guerra. Todos estamos seguros de ella y sin embargo la esperanza trata de ahogar completamente al miedo. En el aeropuerto de Francfort encuentro el libro Dime que me amas, las cartas de amor de Marlene Dietrich y Erich Maria Remarque. No puede ser, me digo, no puede ser, me doy cuenta que no voy a dormir en el viaje. Que voy a estar despierto lleno de melancolías y esperanzas. Los dos más grandes pacifistas de mi niñez; ella, desafiando a todos los nazis. El, el autor del libro antibélico por excelencia, Sin novedad en el frente. La historia de un estudiante enviado al frente. Donde es testigo de todo lo horrible, de la ferocidad y la estupidez de lo militar. Ese estudiante morirá en los últimos días de la guerra. El autor escribirá sencillamente: "Cayó muerto en octubre de 1918, en un día en que el frente se mostraba tranquilo y sin movimiento. Tanto es así que el comunicado oficial del comando del ejército sólo decía: ‘Sin novedad en el frente’". Las lágrimas de niño. El sollozar con voz ronca de pura impotencia, dolor, rabia.
Los dos enamorados hicieron sólo dos cosas maravillosas en su vida: el escritor, ese libro Sin novedad en el frente, a quien Hitler lo denominó el peor de los escritos en alemán y lo hizo quemar en plaza pública, mientras Erich Maria Remarque, el tímido, debió exiliarse en el exterior. Y Marlene Dietrich fue protagonista de esa película inolvidable para todos, El ángel azul. Se supo que Hitler la denominó su actriz preferida y sin embargo ella se quedó en Estados Unidos, aun sabiendo que ahí se acababa su vocación de berlinesa bien rea. Los dos, el escritor talentoso y tímido y Marlene, la amada por todos, se encontraron en Europa, se amaron hasta el delirio, se enviaron cartas que hoy siempre siguen siendo verdaderos poemas. Ella firmaba sus cartas con el seudónimo "El puma". Y él la denominaba siempre así, "mi puma". En las noches del encuentro, el puma se devoraba por entero al tímido y sensible escritor. Mientras duró la amistad celestial entre los dos, el puma tuvo nueve amantes, todos actores y actrices de primera línea. Pero él, cuando se encontraba con ella en los lugares más inverosímiles, recibía ojos de poeta enamorado y moría devorado. Todo lo que escribió después Erich Maria Remarque no puede ni compararse con la épica de Sin novedad en el frente. Todo lo que filmó Marlene Dietrich en Estados Unidos sirvió sólo para ser olvidado. Salvo sus canciones. Cuando cantaba en reo berlinés, los espectadores hombres dejaban de hablar con sus mujeres y se divorciaban. A los dos seres del arte siempre los unía la paz entre los pueblos y el antirracismo. Leer Sin novedad en el frente y escuchar a Marlene en "Dime dónde están las flores", a todo ser sensible lo conmueve y lo mueve a creer en la paz y el abrazo entre todos los hombres y mujeres de buena voluntad. Hoy, con la guerra de Bush y la cobardía de los bufones gratuitos cuentan más que nunca los versos de la canción de Marlene cuando al final de la última guerra cantaba con una tristeza llena de enorme melancolía y sed de justicia a los jóvenes que marcharon a la guerra y fueron despedidos con flores por emocionadas muchachas: Dime dónde están las flores
Dónde finalmente quedaron,
Dime dónde están las flores
Dime lo que sucedió
Dime dónde están las flores
que las jóvenes cortaron tan rápido
¿Cuándo podremos comprenderlo?
Cuándo podremos comprenderlo

Dime dónde quedaron las jóvenes
Sí, dónde quedaron
Dime dónde están las jóvenes
¿Qué es lo que sucedió?

Dime dónde están las flores
Los hombres las recogieron rápido.
¿Cuándo lo podremos comprender?
¿Cuándo lo podremos comprender?

Dime, ¿dónde están los hombres?
¿Por qué no regresaron?
¿Dime qué es lo que sucedió?
¿Dime qué es lo que pasó?

Dime dónde están los hombres
Que partieron cuando comenzó la guerra
¿Cuándo podremos comprenderlo?
¿Cuándo podremos comprenderlo?

Dime dónde están los soldados
Dime lo que les sucedió
Dime dónde quedaron
Dime dónde quedaron.

Dime dónde han quedado
Dónde el viento sopla en sus tumbas
¿Cuándo podremos comprenderlo?
¿Cuándo podremos comprenderlo?

Dime dónde están las tumbas
Dime dónde quedaron
Dime lo que sucedió
Dime lo que les sucedió

Dime qué pasa en verano
Cuando la brisa mece las flores
¿Cuándo podremos comprender?
¿Cuándo podremos comprender?

La voz se pierde, como un poema que no tiene fin. Ya marchan nuevos soldados. Ojalá que a ellos no les cante nadie. Ni haya mujeres jóvenes que les entreguen flores. Ellos van a matar. A matar las flores, la vida. ¿Dime, cuándo podremos comprender? ¿Por qué el hombre mata, quiere matar, le pagan por matar y sigue matando? Dime, ¿cuándo podremos comprender?

15 enero, 2016

Miguel Delibes, autor de una obra fecunda, ética y universal



Acérrimo defensor de la libertad de expresión, que trató de ensanchar tanto en su condición de informador como en su faceta narrativa, Miguel Delibes (Valladolid, 1920) fue un escritor de vocación tardía que como tal se curtió en el periodismo y maduró con la literatura.
Más de cincuenta títulos -principalmente novelas y en menor medida relatos breves, ensayos, diarios, memorias y libros viajeros- median entre "La sombra del ciprés es alargada" (1948), su laureado estreno en las letras con el Premio Nadal, y "La tierra herida" (2005), redactada al alimón con su primogénito Miguel.
Ambos jalonan una obra que ha colocado a Delibes en la cima de la narrativa española de la segunda mitad del siglo XX, y que universalizó desde la local, desde la Castilla que siempre habitó, que recorrió palmo a palmo como escritor y cazador, y que convirtió en el principal escenario de sus relatos.
Numerosos títulos, entre los que destacan "El camino" (1950), "Las ratas" (1962) y "El disputado voto del señor Cayo" (1978), remiten a una Castilla cuya idílica visión noventayochista contribuyó a desmitificar al presentar su realidad, en una constante elegía narrativa, como un territorio habitado por seres desamparados, oprimidos y sin futuro.
A todos ellos y a través de personajes como "El Nini", "El Tío Ratero" o "Daniel El Mochuelo", les dio su voz, prestó cobijo y aireó su drama a través de una prosa certera, fluida y transparente, sin artificios, ayuna de retórica y conservando el lenguaje del pueblo.
Les dignificó a través de la palabra, les cargó de humanidad y les hizo depositarios de un gran tesoro en peligro de extinción que Miguel Delibes ha transmitido a sus lectores: el habla rural, campesino y terruñero, además del descubrimiento de la naturaleza, del medio ambiente como uno de los principales valores del hombre.
En sus narraciones, el escritor se transformó en un personaje más, habló por boca de ellos y en ocasiones se convirtió en una especie de novelista-ensayista, hasta el punto de volcar en literatura lo que la censura franquista del momento le impidió denunciar a través de las páginas del diario "El Norte de Castilla".
Encontró así en la literatura un medio de expresión que inicialmente buscó en el dibujo y en el periodismo, principalmente gracias a su mujer, Ángeles Delibes de Castro, madre de sus siete hijos, fallecida en 1974 y a quien dedicó en forma de ficción su emotiva "Señora de rojo sobre fondo gris" (1991).
Ella le puso al alcance libros de Virginia Wolf y de Marcel Proust que despertaron una curiosidad por las letras de las que hizo su principal quehacer a través de la literatura y el periodismo, actividades que compatibilizó durante más de una veintena de años.
La actualidad informativa le enseñó el lado humano de la realidad y a medir el caudal de la palabra, mientras que a la literatura aportó la riqueza léxica y sintáctica del lenguaje popular.
Vivió toda su vida en la ciudad de Valladolid, a la que dedicó uno de sus libros postreros y más densos -"El hereje" (1998)-, pero pasó largas temporadas en su refugio de Sedano (Burgos), donde alumbró buena parte de su obra.
Gran aficionado a la caza y a la pesca, Delibes ha recibido los premios más importantes de las letras hispanas incluido el Cervantes -concedido en 1993-, ha sido uno de los autores españoles más adaptados al cine y al teatro, y uno de los precursores de las graves consecuencias que, como el cambio climático, devienen de la persistente agresión humana a la naturaleza.
Así lo auguró el 25 de mayo de 1975 cuando leyó su discurso de ingreso en la Real Academia de la Lengua, posteriormente editado con el título de "Un mundo que agoniza. El sentido del progreso desde mi obra" (1979).
La versión definitiva de las obras completas de Delibes comenzó a publicarse en octubre de 2007, cuando el autor daba ya por "concluida" su producción porque desde hace nueve años le resultaba "imposible" volver a escribir a causa de su salud.

30 diciembre, 2015

Jorge Luis Borges

Cierro los ojos y veo una bandada de pájaros. La visión dura un segundo o acaso menos; no sé cuántos pájaros vi. ¿Era definido o indefinido su número? El problema involucra el de la existencia de Dios. Si Dios existe, el número es definido, porque Dios sabe
cuántos pájaros vi. Si Dios no existe, el número es indefinido, porque nadie pudo llevar la cuenta. En tal caso, vi menos de diez pájaros (digamos) y más de uno, pero no vi nueve, ocho, siete, seis, cinco, cuatro, tres o dos pájaros. Vi un número entre diez y uno, que no es nueve, ocho, siete, seis, cinco, etcétera. Ese número entero es inconcebible; ergo, Dios existe.



Jorge Luis Borges
"El hacedor"

21 diciembre, 2015

Kofi Annan

La violencia contra la mujer es quizás la más vergonzosa violación de los derechos humanos. No conoce límites geográficos, culturales o de riquezas. Mientras continúe, no podremos afirmar que hemos realmente avanzado hacia la igualdad, el desarrollo y la paz.



Kofi Annan

01 diciembre, 2015

22 noviembre, 2015

"Rayuela": para leer más de una vez



Ángel Gustavo Infante: "Quedé deslumbrado por el juego del conocimiento"

Cuando salió Rayuela yo tenía tres años. La leí por primera vez 15 años después, a mis 18, y quedé deslumbrado por el conocimiento, el juego (o el juego del conocimiento) y por la posibilidad de combinar los capítulos a mi antojo (y al antojo del autor, claro) para hacer nuevas lecturas y contribuir a hacer varias novelas dentro de una novela interminable. La releí hace 10 años. Me detuve especialmente en el episodio del puente de tablones entre las dos ventanas cuando ya Oliveira está "del lado de acá" y necesita cebar mate para intentar una siesta en una tarde calurosa de Buenos Aires. Horacio vive en un tercer piso frente a Manú y Talita Traveler de quienes los separa el espacio que abajo hace lo ancho de la calle y sus aceras. Ellos tienen la yerba pero en ninguno de los dos edificios hay ascensor y nadie quiere bajar, subir y devolverse; de modo que inventan un puente entre ambas ventanas al que sube Talita en bata de baño -para disfrute de unos niños que la miran absortos desde abajo- y mientras avanza en el vacío juega con Horacio a las preguntas-balanza que ambos han inventado a partir de sus visitas al cementerio: el diccionario de la Real Academia. Una delicia

Antonio López Ortega: "No se puede escribir igual después de 'Rayuela'".

Más que un libro, Rayuela es un hito generacional. He debido de leerla en 1973, cuando ya para entonces Cortázar era uno de nuestros autores de cabecera (...). La lectura de Rayuela permite comulgar con un concepto profundo de la vida. Estos personajes tienen los sentidos abiertos, son unos perfectos inconformes y siempre están a la búsqueda de algo. Exponen sus propias costuras y señalan sus aciertos. Hay más de un novelista que siente que Rayuela ha envejecido, cuando lo que ha envejecido es el sentido de búsqueda y transformación de la novela. ¿Desde cuándo la novela dejó de ser vanguardia expresiva? La novela moderna es un género proteico, que se reinventa a sí mismo, superándose cada vez.Rayuela es una de las novelas más vanguardistas de todos los tiempos, al punto de dilatar los efectos del fondo (la historia que se narra) en el altar de la forma. No se puede escribir igual después de Rayuela (...). Cortázar ha partido en dos a la familia iberoamericana: por un lado, adeptos al experimentalismo formal; por el otro, seguidores de temas y tópicos.

Luz Marina Cruz: "La abandoné en varias oportunidades"

Conocí al autor argentino a través de Continuidad de los parques, relato que me llevó a seguir su obra y su itinerario vital. En su caso, el escritor y el hombre habitan un mismo universo poblado de obstinados perseguidores que estudian la realidad no en las leyes, sino en las excepciones a dichas leyes.

Mis acercamientos a Rayuela no fueron placenteros: insistía en hacerlo de la forma corriente. En esa época pertenecía al grupo de los "famas" y me negaba a leer de manera fragmentada. La abandoné en varias oportunidades y sólo cuando me transformé en "cronopio" pude gozar de su lectura. Ahora me descubro abriéndola en cualquier capítulo, como éste en el que Morelli describe al inconformista: "No es misántropo, pero sólo acepta de hombres y mujeres la parte que no ha sido plastificada por la superestructura social; el mismo tiene medio cuerpo metido en el molde y lo sabe, pero ese saber es activo y no la resignación del que marca el paso. Con su mano libre se abofetea la cara la mayor parte del día, y en los momentos libres la de los demás... ".

Luis Moreno Villamediana: "Habría que sacarla de Facebook"

Leí Rayuela a los 17 años. Lo hice dos veces seguidas: primero del modo "normal", y luego como indica el tablero de la novela. Estaba metido en ese libro cuando murió Cortázar. Por autores como él, en esa época no creía en el azar, de modo que la coincidencia me pareció a la vez providencial y triste. Gracias a ese volumen me sentí predestinado al budismo, a la lectura profusa, un poco al juego -no es de extrañar, soy virgo como Julio Cortázar-. Con el tiempo renuncié al nirvana, pero no al resto. Lo mejor de Rayuela es que nos hace inmunes a su beatificación: no es un museo ni un fósil ecuménico. Sí, Horacio es un imbécil y la Maga una boba, pero la obra es más que su interacción. Literatura potenciada y problema, Rayuela es un manual de infracciones, no un repertorio de malos grafitis. Hoy se apela a su cursilería para renegar de ella, en vez de recurrir a su noción de riesgo para leerla. Habría que sacarla de muros de Facebook y ponerla otra vez entre las manos.

Edilio Peña: "La leí con una adolescencia enamorada"

Julio Cortázar creó una manera de narrar, aquella que valora a los escurridizos instantes de la vida, pero por igual sus vacíos, donde no hay puentes que unan las orillas. Rayuela abolió la estructura tradicional de la novela, pero no con la rigidez técnica de James Joyce con la que construyó el Ulises, sino con la fluidez sensual de la música de un saxofonista. Rayuela no se estructura con capítulos, pero sí con fragmentos que fulguran en la mirada cautiva. Imágenes que no se agotan en la significación porque apuestan a ser experiencia sensorial, plástica y musical. Sus personajes no corresponden al diseño del carácter explorado por la psicología. Una mano colgando en el vacío, dos bocas encontrándose en la profundidad del beso, alcanzan a ser la esencia del personaje, pero sin la identidad forzada que ata el nombre. Herencia que quizá copia el hallazgo fragmental del cubismo. Rayuela puede leerse por donde el arbitrario entusiasmo del lector lo decida. Yo la leí con una adolescencia enamorada.

José Napoleón Oropeza: "'Rayuela' está siendo escrita para siempre"

Recuerdo que leí Rayuela, por vez primera, a comienzos de febrero de 1968. Eran los años del gran apogeo del Boom de la Novela Latinoamericana. Rayuela, novela que he leído innumerables veces, siempre en libro nuevo, como lo hago siempre, para no reencontrarme con mis subrayados de lecturas anteriores, ha sido y será, ahora y siempre, uno de los libros de lectura de los próximos mil años. La novela nos sorprendió con su forma: un cruce de hallazgos y fundidos literarios en cada frase, junto a la noción de un tiempo totalmente descoyuntado (...). ¿Por qué será una lectura para los próximos mil años? Porque nace y crece de un fragmento a otro, de la inventiva lúdica de un lector que se aventura a crear su propio espejo. Los próximos mil años pertenecen a Rayuela y su juego intermitente o en línea recta. Los lectores no querrán nunca concluir su lectura (...). Rayuela, en tres palabras, está siendo escrita, para siempre, por un niño que juega. Escritor y lector crean la sangre y los huesos en la historia de un niño que nunca terminará de jugar.
  
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DANIEL FERMÍN |  EL UNIVERSAL

16 noviembre, 2015

JOSÉ SARAMAGO


"Las tres enfermedades del hombre actual son la incomunicación, la revolución tecnológica y su vida centrada en su triunfo personal.
El poder lo contamina todo, es tóxico. Es posible mantener la pureza de los principios mientras estás alejado del poder. Pero necesitamos llegar al poder para poner en práctica nuestras convicciones. Y ahí la cosa se derrumba, cuando nuestras convicciones se enturbian con la suciedad del poder"

José Saramago
-16 de noviembre de 1922 - 8 de junio de 2010-

11 noviembre, 2015

Rodolfo Walsh


    
Me llaman Rodolfo Walsh. Cuando chico, ese nombre no terminaba de convencerme: pensaba que no me serviría, por ejemplo, para ser presidente de la República. Mucho después descubrí que podía pronunciarse como dos yambos aliterados (1), y eso me gustó.

Nací en Choele-Choel, que quiere decir "corazón de palo". Me ha sido reprochado por varias mujeres.

Mi vocación se despertó tempranamente: a los ocho años decidí ser aviador. Por una de esas confusiones, el que la cumplió fue mi hermano. Supongo que a partir de ahí me quedé sin vocación y tuve muchos oficios. El más espectacular: limpiador de ventanas; el más humillante: lavacopas; el más burgués: comerciante de antigüedades; el más secreto: criptógrafo en Cuba.

Mi padre era mayordomo de estancia, un transculturado al que los peones mestizos de Río Negro llamaban Huelche. Tuvo tercer grado, pero sabía bolear avestruces y dejar el molde en la cancha de bochas. Su coraje físico sigue pareciéndome casi mitológico. Hablaba con los caballos. Uno lo mató, en 1947, y otro nos dejó como única herencia. Este se llamaba "Mar Negro", y marcaba dieciséis segundos en los trescientos: mucho caballo para ese campo. Pero esta ya era zona de la desgracia, provincia de Buenos Aires.

Tengo una hermana monja y dos hijas laicas.
Mi madre vivió en medio de cosas que no amaba: el campo, la pobreza. En su implacable resistencia resultó más valerosa, y durable, que mi padre. El mayor disgusto que le causo es no haber terminado mi profesorado en letras.

Mis primeros esfuerzos literarios fueron satíricos, cuartetas alusivas a maestros y celadores de sexto grado. Cuando a los diecisiete años dejé el Nacional y entré en una oficina, la inspiración seguía viva, pero había perfeccionado el método: ahora armaba sigilosos acrósticos.

La idea más perturbadora de mi adolescencia fue ese chiste idiota de Rilke: Si usted piensa que puede vivir sin escribir, no debe escribir. Mi noviazgo con una muchacha que escribía incomparablemente mejor que yo me redujo a silencio durante cinco años. Mi primer libro fueron tres novelas cortas en el género policial, del que hoy abomino. Lo hice en un mes, sin pensar en la literatura, aunque sí en la diversión y el dinero.

Me callé durante cuatro años más, porque no me consideraba a la altura de nadie. Operación masacre cambió mi vida. Haciéndola, comprendí que, además de mis perplejidades íntimas, existía un amenazante mundo exterior. Me fui a Cuba, asistí al nacimiento de un orden nuevo, contradictorio, a veces épico, a veces fastidioso. Volví, completé un nuevo silencio de seis años. En 1964 decidí que de todos mis oficios terrestres, el violento oficio de escritor era el que más me convenía. Pero no veo en eso una determinación mística. En realidad, he sido traído y llevado por los tiempos; podría haber sido cualquier cosa, aun ahora hay momentos en que me siento disponible para cualquier aventura, para empezar de nuevo, como tantas veces.

En la hipótesis de seguir escribiendo, lo que más necesito es una cuota generosa de tiempo. Soy lento, he tardado quince años en pasar del mero nacionalismo a la izquierda; lustros en aprender a armar un cuento, a sentir la respiración de un texto; sé que me falta mucho para poder decir instantáneamente lo que quiero, en su forma óptima; pienso que la literatura es, entre otras cosas, un avance laborioso a través de la propia estupidez.

(1) Unidad métrica compuesta por una sílaba breve (sin acento) y una larga (acentuada).
Así, habría que leer Rodólf Fowólsh.


Rodolfo Walsh
Ese hombre y otros papeles personales (1995)

10 octubre, 2015

Doris Lessing, la narradora de la épica femenina que declinó al feminismo


    La escritora británica sometió a escrutinio a una sociedad dividida por la pobreza y el género, mediante una obra que abarcó unos 50 libros.

 Doris Lessing empezó a escribir a los 7 años, lo cual describió no como un resultado de la inspiración, sino de su capacidad innata.
“Nací para escribir, como otras personas nacen para pintar… eso es todo”, dijo en alguna ocasión. “Los escritores cuentan historias. Eso es lo que hacemos”.

La autora británica alcanzó el pináculo de su obra con El cuaderno dorado, considerado por muchos críticos una de las más importantes novelas feministas jamás escritas.

Sin embargo, Lessing consideraba el feminismo una simplificación de la relación entre hombres y mujeres, según EFE.

Fue reconocida con el premio Nobel de Literatura en 2007, a los 88 años. En la entrega, la Academia sueca se refirió a “la épica de la experiencia feminista” de la escritora, que había “puesto bajo escrutinio a una dividida civilización”.


Lessing “murió pacíficamente” en su hogar en Londres la madrugada de este domingo a los 94 años, informó su casa editorial, HarperCollins, en un comunicado.

Lessing nació de padres británicos en Persia (actualmente Irán), pero gran parte de su ficción se basa en experiencias adquirías en el sur de Rhodesia (ahora Zimbabwe), donde se vivió cuando era niña.

Su madre le inculcó el gusto por la narrativa, por leer historias a las que Lessing daba su propio giro cuando las compartía con su hermano menor. Las historias evolucionaron luego en una poderosa ficción que produjo una obra de 50 libros.

Lessing abandonó la escuela en la capital de Rhodesia, Salisbury, cuando solo tenía 13 años y desarrolló sus habilidades en la escritura leyendo los trabajos de Dickens, Tolstoy, D.H. Lawrence y Dostoevsky. “Me eduqué sola leyendo”, dijo alguna vez.

Dejó su casa a los 15 años para trabajar como enfermera, pero también empezó a escribir historias y más tarde vendió dos de ellas a revistas en Sudáfrica.

Su primera novela, The Grass is Singing (Canta la hierba, 1950) estaba en su maleta cuando se mudó a Londres en 1949, indicó HarperCollins. Publicada en 1950, examina la tensión entre los africanos negros oprimidos y los colonialistas blancos.

En su discurso de aceptación del Premio Nobel, Lessing describió la lucha desesperada por el conocimiento de la gente en algunos países desarrollados.

“No hace mucho (tiempo) un amigo que había ido a Zimbabwe me dijo de una villa donde la gente no había comido por tres días, pero donde aun hablaban sobre libros y cómo conseguirlos, sobre educación”, dijo.

Lessing “irrumpió en un nuevo terreno” en 1962 con El cuaderno dorado, según la editorial. El editor Nicholas Pearson, de HarperCollins, se refirió a esa obra como “el cuaderno de mano de toda una generación”. “Pero sus muchos libros nos han hablado en tan distintas maneras”, añadió.

Su obra narrativa y poética incluye personajes femeninos sensibles y perceptivos que se adentran en cuestiones existenciales y exploran las contradicciones, según la agencia EFE.

Además de la crítica social de sus primeros textos, considerados comunistas, como Canta la hierba o la pentalogía Hijos de la violencia, o de las investigaciones psicológicas de muchas de sus novelas, la escritora también se dedicó a la ciencia ficción con su serie Canopus en Argos, realizada entre 1979 y 1983.

Otros de sus libros son La buena terrorista (1985), El quinto hijo (1988) o los que escribió bajo el pseudónimo de Jane Somers, como Diario del buen vecino (1983), con el fin de demostrar las dificultades para publicar que afrontaban los escritores nóveles.

Lessing, rechazó en 1999 el título de Dama del Imperio británico que concede la reina Isabel II. "Ya no hay ningún imperio", dijo en esa ocasión, aunque luego aceptó otro título menor. Trabajó hasta el final de su vida escribiendo artículos, novelas, relatos y poesía.

Durante las últimas décadas de su vida, Lessing vivió en la misma calle del londinense barrio de West Hampstead, cuidando a su hijo inválido Peter y sin abandonar su actividad literaria.

Con información de Alan Duke 
FUENTE: http://mexico.cnn.com

19 mayo, 2015

Vecindad de Logroño. Juan José Saer





Anotar: en la siesta que arde
la noche voluntaria hace señas,
desde lejos, ubicua,
en la constancia amarilla. Anotar:
viñas verdes sobre tierra roja. Anotar que
la liebre, presa y escándalo,
desea al faro que la inmoviliza.
Anotar: abismos soleados
en días cuyo nombre es legión.

16 abril, 2015

Ellos tenían una patria


El fuego demora en arder. Qué lento arde.

Ruidos de hierro, ambular de armaduras. El asalto a Santa Marta ha fracasado y el gobernador ha dictado sentencia de arrasamiento. Armas y soldados han llegado desde Cartagena en el momento preciso y los tairona, desangrados por tantos años de tributos y esclavitudes, se desparraman en derrota.

Exterminio por el fuego. Arden las poblaciones y las plantaciones, los maizales y los algodonales, los campos de yuca y papas, las arboledas de frutales. Arden los regadíos y las sementeras que alegraban la vista y daban de comer, los campos de labranza donde los tairona hacían el amor a pleno día, porque nacen ciegos los niños hechos en la oscuridad.

¿Cuántos mundos iluminan estos incendios? El que estaba y se veía, el que estaba y no se veía…

Desterrados al cabo de setenta y cinco años de revueltas, los tairona huyen por las montañas hacia los más áridos y lejanos rincones, donde no hay pescado ni maíz. Hacia allá los expulsan, sierra arriba, para arrancarles la tierra y la memoria: para que allá lejos se aíslen y olviden, en la soledad, los cantos de cuando estaban juntos, federación de pueblos libres, y eran poderosos y vestían mantos de colorido algodón y collares de oro y piedras fulgurantes: para que nunca más recuerden que sus abuelos fueron jaguares. A las espaldas, dejan ruinas y sepulturas.

Sopla el viento, soplan las almas en pena, y el fuego se aleja bailando.

Eduardo Galeano - Memoria del Fuego, los nacimientos

14 abril, 2015

De un fin de semana. Juan José Saer




En una ciudad del Middle West, en América del Norte (Estados Unidos), la policía descubrió, un lunes a la mañana, los cadáveres de un matrimonio joven en una casa burguesa del barrio residencial. Los miembros de la Brigada de Homicidios, con la ayuda de los "supergenios del laboratorio", como solían llamarlos en su jerga intralaboral, no tardaron en reconstituir los hechos: la esposa había ido a pasar el fin de semana a la casa de sus padres, a unos cien kilómetros al norte de la ciudad, y al volver el domingo a la noche, sin darle ni siquiera tiempo de descargar el auto, el marido le infligió diecinueve puñaladas con un cuchillo de cocina, y después subió a ahorcarse en el desván. Pero si los indicios eran elocuentes el motivo, en cambio, parecía inexplicable.

16 febrero, 2015

Imputan a la presidenta argentina por denuncia de Nisman

Pollicita acusa a la presidenta y a sus colaboradores de "encubrimiento por favorecimiento personal agravado por la especial gravedad del hecho precedente", en referencia al atentado, y "por la calidad de funcionarios públicos", según la presentación realizada por Pollicita, difundida en la página web de la Fiscalía argentina.


EL UNIVERSAL
viernes 13 de febrero de 2015  
Buenos Aires.- El fiscal Gerardo Pollicita solicitó hoy a la justicia que se impute a la presidenta argentina, Cristina Fernández, y otros funcionarios a partir de la denuncia presentada por el ya fallecido Alberto Nisman por presunto encubrimiento de terroristas, informaron fuentes de la Fiscalía.

Pollicita solicita también al juez Daniel Rafecas, encargado de la causa, que se impute al canciller argentino, Héctor Timerman, y a varios dirigentes oficialistas, informó Efe.

El fiscal se basa en las acusaciones realizadas por el fallecido procurador Alberto Nisman en la demanda presentada cuatro días antes de su muerte, ocurrida el pasado 18 de enero por un tiro en la sien y en circunstancias aún no aclaradas.

En su demanda, Nisman, fiscal especial de la causa sobre el atentado contra la mutua judía AMIA, que dejó 85 muertos en 1994, acusa a la presidenta, al canciller Timerman y a varios dirigentes vinculados al oficialismo de orquestar un plan para encubrir a los sospechosos iraníes del atentado a cambio de intensificar las relaciones comerciales con Irán.

Pollicita acusa a la presidenta y a sus colaboradores de "encubrimiento por favorecimiento personal agravado por la especial gravedad del hecho precedente", en referencia al atentado, y "por la calidad de funcionarios públicos", según la presentación realizada por Pollicita, difundida en la página web de la Fiscalía argentina.

Además de la acusación de encubrimiento, Pollicita también considera que las acciones del Gobierno "podrían tener encuadre típico bajo las figuras de impedimento o estorbo del acto funcional e incumplimiento de los deberes de funcionario público".

Tras el pedido de imputación hecho por Pollicita, el juez Rafecas, encargado de la denuncia por encubrimiento presentada por Nisman, acortó sus vacaciones y reasumirá sus funciones el próximo miércoles 18, según el Centro de Información Judicial (CIJ).

Rafecas tenía previsto concluir sus vacaciones el 22 de febrero.

18 enero, 2015

CARTA ABIERTA DE RODOLFO WALSH A LA JUNTA MILITAR




   1. La censura de prensa, la persecución a intelectuales, el allanamiento de mi casa en el Tigre, el asesinato de amigos queridos y la pérdida de una hija que murió combatiéndolos, son algunos de los hechos que me obligan a esta forma de expresión clandestina después de haber opinado libremente como escritor y periodista durante casi treinta años.
   El primer aniversario de esta Junta Militar ha motivado un balance de la acción de gobierno en documentos y discursos oficiales, donde lo que ustedes llaman aciertos son errores, los que reconocen como errores son crímenes y lo que omiten son calamidades.
   El 24 de marzo de 1976 derrocaron ustedes a un gobierno del que formaban parte, a cuyo desprestigio contribuyeron como ejecutores de su política represiva, y cuyo término estaba señalado por elecciones convocadas para nueve meses más tarde. En esa perspectiva lo que ustedes liquidaron no fue el mandato transitorio de Isabel Martínez sino la posibilidad de un proceso democrático donde el pueblo remediara males que ustedes continuaron y agravaron.
   Ilegítimo en su origen, el gobierno que ustedes ejercen pudo legitimarse en los hechos recuperando el programa en que coincidieron en las elecciones de 1973 el ochenta por ciento de los argentinos y que sigue en pie como expresión objetiva de la voluntad del pueblo, único significado posible de ese "ser nacional" que ustedes invocan tan a menudo.
   Invirtiendo ese camino han restaurado ustedes la corriente de ideas e intereses de minorías derrotadas que traban el desarrollo de las fuerzas productivtas, explotan al pueblo y disgregan la Nación. Una política semejante sólo puede imponerse transitoriamente prohibiendo los partidos, interviniendo los sindicatos, amordazando la prensa e implantando el terror más profundo que ha conocido la sociedad argentina.
   2. Quince mil desaparecidos, diez mil presos, cuatro mil muertos, decenas de miles de desterrados son la cifra desnuda de ese terror.
   Colmadas las cárceles ordinarias, crearon ustedes en las principales guarniciones del país virtuales campos de concentración donde no entra ningún juez, abogado, periodista, observador internacional. El secreto militar de los procedimientos, invocado como necesidad de la investigación, convierte a la mayoría de las detenciones en secuestros que permiten la tortura sin límite y el fusilamiento sin juicio.1
   Más de siete mil recursos de hábeas corpus han sido contestados negativamente este último año. En otros miles de casos de desaparición el recurso ni siquiera se ha presentado porque se conoce de antemano su inutilidad o porque no se encuentra abogado que ose presentarlo después que los cincuenta o sesenta que lo hacían fueron a su turno secuestrados.
   De este modo han despojado ustedes a la tortura de su límite en el tiempo. Como el detenido no existe, no hay posibilidad de presentarlo al juez en diez días según manda un ley que fue respetada aún en las cumbres represivas de anteriores dictaduras.
   La falta de límite en el tiempo ha sido complementada con la falta de límite en los métodos, retrocediendo a épocas en que se operó directamente sobre las articulaciones y las vísceras de las víctimas, ahora con auxiliares quirúrgicos y farmacológicos de que no dispusieron los antiguos verdugos. El potro, el torno, el despellejamiento en vida, la sierra de los inquisidores medievales reaparecen en los testimonios junto con la picana y el "submarino", el soplete de las actualizaciones contemporáneas.2
   Mediante sucesivas concesiones al supuesto de que el fin de exterminar a la guerilla justifica todos los medios que usan, han llegado ustedes a la tortura absoluta, intemporal, metafísica en la medida que el fin original de obtener información se extravía en las mentes perturbadas que la administran para ceder al impulso de machacar la sustancia humana hasta quebrarla y hacerle perder la dignidad que perdió el verdugo, que ustedes mismos han perdido.
   3. La negativa de esa Junta a publicar los nombres de los prisioneros es asimismo la cobertura de una sistemática ejecución de rehenes en lugares descampados y horas de la madrugada con el pretexto de fraguados combates e imaginarias tentativas de fuga.

05 enero, 2015

Tierra y trabajo. Osvaldo Bayer




¿Son las fantasías que tiene la realidad o es que a la historia hay que mirarla con ironía? Por ejemplo, esa Italia que fue capaz de enviarnos, hace más de un siglo, pensadores tan profundos como Malatesta y Pietro Gori, que nos hablaban que ya ahí, a la puerta, estaba esperándonos el socialismo en libertad por la decisión de todos; o ese Antonio Gramsci, muerto en la cárcel, convencido de que el marxismo era una unidad de teoría y práctica y arma definitiva del proceder revolucionario del movimiento obrero, sí, esa misma Italia acaba de elegir entusiasmada a Berlusconi. Berlusco.

Esto me hizo acordar, cuando triunfó Macri, que 102 años antes, en 1904, el barrio de La Boca había elegido al primer diputado socialista de América, nada menos que a Alfredo L. Palacios. Y justo ese mismo año, el 1º de mayo de 1904, los anarquistas reunieron allí setenta mil obreros para conmemorar el Día de los Trabajadores. Hoy, La Boca reúne ese número de gente cuando Boca Juniors juega con River Plate. Sí, setenta mil obreros en 1904, pese a la represión de Julio Argentino Roca, a palo limpio y disparos de Remington, que ocasionaron la muerte del primer héroe obrero del 1º de mayo argentino: Juan Ocampo, marinero, de apenas 18 años. A Juan Ocampo no lo recuerda ni una piedra en ningún rincón argentino, pero Roca tiene 36 monumentos argentinos. Y Macri acaba de levantar la figura de ese Roca, genocida de los pueblos originarios, en un discurso muy aplaudido.

De todas estas galas floridas y tornasoladas de la historia humana extraemos una que tiene que ver con la actualidad argentina. Se refiere a la Federación Agraria Argentina. Dos momentos. Primero, 1912, el grito de Alcorta. Cansados hasta el hartazgo de la explotación a que eran sometidos los chacareros por los terratenientes y los intermediarios, aquéllos se levantan y dicen basta. Emplean la misma arma que los obreros industriales, del transporte y todos los trabajadores dependientes: la huelga. Por supuesto que la prensa de entonces y de siempre califica a esta lucha como "una agitación artificial provocada por elementos extraños". Los chacareros debían entregar al terrateniente treinta o cuarenta por ciento de sus productos y alquilar para las trillas sólo las máquinas de los señores de la tierra. Además, debían venderle su trabajo al precio que le fijaran ellos.

Cuando se inicia su huelga, los chacareros invitan a los sindicatos obreros a una reunión y la central obrera designa al gráfico –legendario dirigente– Sebastián Marotta para representarla. Allí Marotta le dice a los chacareros que deben salir de la situación en que se encuentran: es decir, que ellos, los colonos, no son ni "asalariados ni capitalistas" y los aconseja pasar a ser asalariados netos, obligando así a los patronos a "administrar sus tierras con el fin de que cargaran con todas las peripecias de las malas cosechas". Tiempo después, Marotta escribiría: "Pensaba ilusoriamente que debía convencerse a los colonos, por vía de la propaganda, que una vez convertidos en asalariados, su lucha, desde el punto de vista de su nueva condición social, sí podía reportarles mejoras efectivas, tal como la rebaja de las horas de trabajo, preparándolos por la capacitación para su emancipación, expropiando de manos del capitalista la tierra y hacerla propiedad de todos".

22 diciembre, 2014

La palabra también es visible. Juan José Saer




La palabra también es visible, escrita en el cielo,
su forma es azul, y su textura, la del aire.
El sol dorado habla con chispas de fuego real.
No busquen
símbolos, sino una simple letra de ramas tejidas,
presencia o ausencia, o en el agua, signos turbios.
Las tormentas no anuncian un dios oculto,
los besos reflejan una dulce tentación momentánea.
Donde miremos la sombra y la luz se abrazan de amor,
sobre nuestas cabezas, en lo alto del día, la letra permanece
desde la eternidad, aguardando su sentido.
No busquen
lo que no existe en lo que murmura de amor sin precio,
la tierra virgen, dada en totalidad, acepta nuestros largos abrazos,
piedra de sueño, o sueño de piedra,
sumisa sin embargo a un orden real.

Yo no veo en los árboles sino un llamado.

14 diciembre, 2014

Abuelas de Plaza de Mayo encuentran al nieto 116 en Argentina

El nieto recuperado era hijo de Ana Rubel, "maestra y estudiante de Ciencias Económicas. Cursaba el tercer año de esa carrera cuando fue secuestrada con un embarazo de 2 meses", detalló un comunicado emitido en conjunto con la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación.


EL UNIVERSAL - CARACAS, viernes 05 de diciembre, 2014

Buenos Aires. La Asociación Abuelas de Plaza de Mayo de Argentina informó este viernes que recuperaron al nieto número 116, hijo de una pareja que aún figura como desaparecida durante la última dictadura militar (1976-1983).


La presidenta y fundadora de la organización, Estela de Carlotto, actualmente de visita en México, ofrecerá más detalles durante la jornada, informó AFP.



El nieto recuperado era hijo de Ana Rubel, "maestra y estudiante de Ciencias Económicas. Cursaba el tercer año de esa carrera cuando fue secuestrada con un embarazo de 2 meses", detalló un comunicado emitido en conjunto con la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación.



Su padre, fue Hugo Castro, maestro mayor de obra que trabajó como obrero de la multinacional de autómoviles Ford en la Provincia argentina de Córdoba, antes de mudarse a Buenos Aires a estudiar arquitectura.



"Ambos militaban en el (izquierdista) Frente Argentino de Liberación. Fueron secuestrados en enero de 1977 y trasladados al excentro clandestino de detención que funcionó en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), último lugar donde fueron vistos con vida", indicó el comunicado.



La Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CoNaDI), perteneciente a la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, junto a las Abuelas de Plaza de Mayo, "celebraron con mucha felicidad la noticia", que consideran "un logro más de la lucha de las Abuelas de Plaza de Mayo y del pueblo Argentino".



"Ya son 116 los nietos restituidos", cerraron el comunicado con el anuncio.



Unas 30.000 personas fueron desaparecidas o asesinadas en la dictadura argentina, según organismos humanitarios.



Este año la organización anunció la restitución de tres nietos, pero fue el encuentro de Ignacio Guido Montoya Carlotto, nieto de Estela de Carlotto, el que tuvo el mayor impacto en la sociedad argentina y dio la vuelta al mundo.



El hombre que hoy es un músico de fusión de jazz y folcklor, fue buscado 36 años como Guido Carlotto -por dudas sobre la identidad de su padre- y por una sospecha repentina se sometió voluntariamente a un estudio de ADN que confirmó en agosto que era el nieto de la abuela más popular de Argentina.



Abuelas de Plaza de Mayo se creó en octubre de 1977 y el nieto de De Carlotto había sido el 114 hallado, de unos 500 niños que se estima nacieron en centros de detención clandestinos y luego apropiados por cómplices del régimen.