31 mayo, 2011

Entrevista con el escritor y periodista argentino Osvaldo Bayer sobre las bases históricas de la literatura, los escritores jóvenes, el Bicentenario y la importancia de la Feria del Libro de Fráncfort para Argentina

¿Qué hechos de las últimas décadas han marcado más a la sociedad argentina? ¿Han sido retomados y procesados como temas en la literatura? Los dos hechos históricos de las últimas décadas que han marcado a la sociedad argentina son, sin duda, el “peronismo” y el método de la desaparición de personas de la última dictadura militar. Los dos temas han llenado nuestras bibliotecas y las mentes de nuestros intelectuales, tanto historiadores, como sociólogos y literatos. Interpretaciones históricas, sociológicas y literarias se suceden mes a mes, tratando de explicar tal vez lo inexplicable. Inexplicable, por ejemplo, porque tratar de definir al peronismo es tarea muy difícil. Va del pensamiento de John William Cooke, marxista, a Carlos Saúl Menem, ultra liberal-conservador. Tal vez la mejor definición del peronismo la logró el novelista Osvaldo Soriano, en su libro “Cuarteles de Invierno”, cuando un periodista le pregunta al boxeador, protagonista del libro: “Dígame, usted ¿a qué partido político pertenece, qué ideología política tiene?”. Y el interrogado le responde: “no, yo no tengo ninguna ideología política ni pertenezco a ningún partido político, yo soy peronista”. En el otro aspecto, gran parte de nuestra literatura actual trata de los grandes escritores desaparecidos, es decir, asesinados por la dictadura militar. El otro tema es las prisiones y persecuciones sufridas por miles de personas, por sobre todo, jóvenes. Y, por supuesto, el tema del exilio. Serán estos también, sin lugar a dudas, temas claves para las próximas generaciones. La pregunta de fondo es: “¿qué nos pasó a los argentinos para llegar al extremo de tanta crueldad en las represiones militares?”. Recuerdo que la misma pregunta se hacían los alemanes en la posguerra. Yo fui estudiante universitario en esos años en Alemania, y era el tema fundamental: ¿qué pasó con nuestros padres que pudieron caer en un régimen así y aplaudir a un sistema tan criminal? ¿Hacia dónde va la literatura argentina de los autores jóvenes y qué la diferencia de los autores algo más veteranos? Por supuesto, cada generación tiene sus temas, sus dilemas, sus preguntas. Su clima diferente. Un entorno que cambia constantemente. El mundo modifica aceleradamente sus costumbres, sus modalidades. Las fronteras ya no influyen como antes; las culturas y sus experiencias, se mezclan. Y principalmente la relación hombre-mujer, en sus sentimientos, es diferente. Esas diferencias emocionales marcan un panorama distinto en la literatura, por ejemplo. La mujer, en busca de su independencia. Y no es ya la que espera que alguien toque a la puerta para cambiar su destino. Los tiempos se han acelerado, las libertades están llegando a su absoluto, salvo aquellas circunstancias que dependen del sometimiento a las jerarquías y a las del poder económico. Las diferencias entre autores veteranos y jóvenes en la Argentina son las mismas que en cualquier país del mundo. El clima actual de la sociedad es distinto al que vivieron los hoy adultos. Hasta el lenguaje ha cambiado. Los jóvenes escritores ya no usan el “lunfardo” ni los modismos argentinos del interior del país, sino que manejan expresiones un tanto “rockeras”, del inglés-americano, acomodadas al decir de los nuevos lenguajes de las ciudades. Mismo la gran emigración de argentinos a España ha devuelto al “idioma argentino” expresiones del idioma madre que ya por generaciones no se usaban más en esta parte de América. ¿Quién lee en la Argentina y qué? El argentino, en sí, lee mucho. A pesar de la televisión y los juegos de pantalla. Por supuesto se leen los llamados “best seller” que anuncian los diarios, y los premiados en los grandes concursos. Y en este año, el bicentenario del 25 de mayo de 1810, el día de la Libertad, así llamado, se está leyendo mucha historia. Los diarios traen, muy baratos, ediciones de clásicos de ese tema. ¿Qué influencia tienen los “nuevos medios” electrónicos en la literatura argentina? La misma que en Europa. Lo que he comprobado es que los niños leen mucho menos que cuando nosotros, los de mi generación, teníamos esa edad. Lo compruebo en las bibliotecas públicas. Cuando yo era niño concurría casi todos los días a la biblioteca pública de mi barrio y la la de lectura infatil estaba llena de chicos que leían cuentos infantiles. Hoy veo que apenas concurren uno o dos niños, los demás están jugando a los “video-games” instalados en comercios de la zona. ¿Qué papel desempeña Buenos Aires como capital de la literatura, para bien y para mal? Por supuesto, en Buenos Aires están las grandes editoriales y multitud de librerías. Pero en el interior del país nacen los grandes escritores. Tienen tiempo para contemplar, para hilar pensamientos. Para poder medir cuál es el verdadero progreso. He concurrido a muchos congresos de escritores del interior del país. Siempre reina una ambiente de humildad, de querer expresarse pero no por eso querer tener razón. Hay más tiempo para el diálogo. Se sale del salón del debate y se ven montañas o hay un río con su eterno transcurrir. Roberto ArltRoberto ArltEn Buenos Aires, el tiempo está molido por los motores, por las máquinas, por la prisa en llegar. Claro, se van pergeñando así dos clases de literaturas: una la del color, tal vez, de la esperanza. La otra, la del remordimiento, la de la ira, la de sentirse arrollado por el poder. Muchas personas con ciudadanía alemana emigraron a la Argentina antes (los perseguidos) y después de la II Guerra Mundial (los perseguidores), amén de la inmigración anterior. ¿Qué huellas culturales y literarias ha dejado la inmigración de Alemania en la Argentina?

23 mayo, 2011

América. Osvaldo Bayer


América Scarfó nos dejó para siempre. Murió el sábado pasado. Tenía 93 años. Recibí la noticia con la tristeza de saber que era la última de una época de lucha libertaria. Mi sentimiento no era otra cosa que una melancolía mezcla de enorme cariño y admiración. Fue la compañera de Severino Di Giovanni. El anarquista fusilado por el dictador golpista de uniforme: Uriburu. El 1º de febrero de 1931. Un día después era también fusilado el hermano más querido por América: Paulino Orlando Scarfó. En 48 horas le habían arrancado a la adolescente de 17 años sus dos más grandes cariños. Quedó sola, en un mundo absolutamente enemigo.

Los poetas le cantaron a América Scarfó. A finales de los ’30, el querido Raúl González Tuñón escribirá: “América Scarfó te llevará flores y cuando estemos todos muertos, América nos llevará flores”. Es que había quedado en todos el rostro de América el día en que mataron a su amado Severino: no lloraba, estaba sumamente triste, pero firme. Lo iba a seguir amando toda su vida, como me dijo cuando la fui a entrevistar, allá a comienzos de los setenta. Yo había logrado descubrir dónde estaban las cartas de amor que le había escrito Severino y que en el allanamiento de la quinta de Burzaco se había llevado la policía. Las cartas de amor más bellas que he leído en mi vida. No sólo los uniformes fusilaron a Severino sino que también hicieron “desaparecer” sus cartas de amor. Pero así como los desaparecidos de los setenta reaparecieron en sus Madres, así las cartas reaparecieron ante la búsqueda sin fin del historiador. En sus líneas de despedida, antes de recibir las balas militares, Severino le escribe a América: “Carissima: más que con la pluma, el testamento ideal me ha brotado del corazón hoy, cuando conversaba contigo: mis cosas, mis ideales. Besa a mi hijo, a mis hijas. Sé feliz. Adiós, única dulzura de mi pobre vida. Te beso mucho. Piensa siempre en mí. Tu Severino”. Antes de esas últimas líneas, se le había concedido a Severino despedirse de América, que también estaba detenida.

América le dio el último abrazo, él la besó. Le pidió a ella que cuidara de los hijos de él y de Teresina, su esposa. América le dijo: “voy a seguir con tu recuerdo hasta mi muerte”. El la miró con mucha tristeza y le respondió: “¡Oh, Fina, tu sei tan giovane!”. Se besaron de nuevo. América salió mirándolo a Severino. Por ello tropezó con una rejilla y Severino le gritó: “¡ten cuidado!”.

Los más destacados periodistas de Buenos Aires estuvieron en el fusilamiento. La mejor crónica fue la de Roberto Arlt, que no puso ningún comentario propio sino sólo la descripción de ese teatro irracional de la fuerza bruta contra las ideas.

16 mayo, 2011

El Santo de Ushuaia. Osvaldo Bayer

"Mil y mil veces maldita, tierra aborrecida del crimen, del sufrimiento y del sicario. Bajo el azote helado de tus huracanes gime el hombre; la angustia roe las almas de las víctimas; los abnegados, los Radowitzky, agonizan, mártires de la chusma del máuser, y, sobre el hórrido concierto de sollozos se oye siniestra la carcajada del verdugo."

Así comenzaba un volante del diario anarquista La Protesta, para el 1º de Mayo de 1918, el Día de los Trabajadores. Estoy en Ushuaia, en el edificio del antiguo penal, y hablo sobre Simón Radowitzky ante una concurrencia formada principalmente por gente joven. Nunca hubiera soñado antes que iba a tener esa posibilidad. En los años setenta publiqué un libro que se titulaba Simón Radowitzky, ¿mártir o asesino?, que fue a parar a la hoguera de la dictadura de los Videla y Massera. ¿Quién era ese Simón Radowitzky que había sido una figura legendaria del movimiento obrero en las tres primeras décadas de este siglo y que había pasado veintiún años de su vida en la cárcel, la mayoría de ellos en el penal de Ushuaia, una de las páginas más negras de la historia penal del género humano de la cual tendríamos que avergonzarnos los argentinos? Y que se mantuvo no sólo durante el gobierno de los conservadores liberales sino también durante los tres gobiernos primeros del radicalismo. Los que más cantaron a Simón Radowitzky, llamado el "mártir de Ushuaia" fueron los payadores criollos en los mitines y asambleas obreras.

"Traigo aquí para Simón
este manojo de flores,
del jardín de los dolores
del alma y del corazón:
traigo para aquel varón
valiente y decidido,
este manojo que ha sido
hecho con fibras del alma,
en un momento sin calma
de rebelde convencido."

Así cantaba el payador Manlio por la década del veinte.
Es que Simón había corporizado la violencia de abajo al matar de un preciso bombazo al jefe de policía coronel Ramón L. Falcón después que éste reprimió brutalmente la manifestación obrera del 1º de Mayo de 1909. Ese día ocurrirá la más grande tragedia obrera hasta ese momento de nuestra historia social. La policía montada al mando del comisario Jolly Medrano, después de que sonara el clarinazo de ataque ordenado por el propio coronel Falcón, se lanza sobre las columnas obreras en la Plaza Lorea. Parece una estampa de la Rusia imperial cuando los cosacos atacaban concentraciones de famélicos proletarios en San Petersburgo o en Moscú. En la historia de las represiones obreras, la del coronel Falcón quedó como una de las más cobardes y alevosas. En un primer momento se cuentan treinta y seis charcos de sangre. Para explicar el drama, el militar traerá el argumento que todavía hoy se emplea en la Argentina: le echa la culpa a los "agitadores". Seguirán días de paro general proclamado por la FORA que tendrá un desarrollo muy violento. Esos días continuará la brutal represión y se seguirán sumando los muertos. Los obreros no se rinden porque:

08 mayo, 2011

Carta a Rodolfo Walsh. Osvaldo Bayer

Pese a que nací el mismo año que Rodolfo Walsh, siempre lo consideré un maestro. Pese a su asesinato por los sicarios de Massera, Rodolfo sigue hoy más vivo que nunca a través de sus escritos y su ejemplo. Por eso, en el aniversario de su muerte le escribí una carta sabiendo de antemano que me va a responder desde sus libros, cada vez que yo los vuelva a releer. Esta fue mi carta:

"Querido Rodolfo:

Tu carta a la Junta Militar lo previó todo, denunció todo, dijo todo. La escribiste aquí, en tierra y de frente. Basta comparar tus límpidas, escuetas verdades, con el último decreto de los militares que decretó la autoamnistía de los generales en huida, el firmado por aquel Bignone, el único oficial de la historia que entregó a sus propios soldados para que los asesinaran. Vos, con la palabra allí, de frente, sin moverte. Los generales con sus picanas, sus pentonavales, sus capuchas, que ya pensaban en la fuga. Desde el momento en que cerraste el sobre con tu misiva ya comenzaba la derrota del plomo. Tu palabra y tu ética, Rodolfo. Por eso tu nombre ya está en una esquina porteña. Tan pronto, contigo, la Historia hizo su selección. Vos el 'terrorista', listo a la discusión otra vez. Los occidentales y cristianos Videla, Massera y toda su cohorte de amanuenses ya en el techo de la basura de la historia, por los siglos de los siglos. Vos, sin títulos, sin premios. Es que marcaste a fuego, sin proponértelo, al resto de los intelectuales argentinos. Los hubo quienes se sentaron a la diestra del dictador a la mesa servida del triunfo de la picana y hubo otros que no oyeron ni vieron ni hablaron cuando los balazos te fueron llevando la vida. Habrás sonreído cuando leíste la nómina de intelectuales que ahora adhieren a tu recuerdo. Los que te negaron al tercer canto del gallo hoy se apresuran a aplaudirte. ¿Y que dirán aquellos científicos de las letras, faraones y mandarines de cátedras e institutos que te calificaron esteta de la muerte? Hoy se apresuran a poner tus libros en las vitrinas oficiales. Pero nunca le diste importancia a esas cosas. Con tu máquina de escribir te metiste en los intestinos del pueblo, en el dolor y la humillación de la pobrería, de los azuzados. Mientras otros se dedicaban a cuchilleros o hacían romanticismo con antiguos generales fusiladores, vos -decepcionando a los críticos literarios consagrados- te metías en la actualidad: ¡oh pecado!, y todas sus mafias. Algo imperdonable para el olimpo y los repartidores de prebendas. Pero ni reparabas en esto. Trascendías a todas las sectas de café y de cátedra. Estabas en la calle con los perros y los piojos, los jóvenes y los ilusos, eras el Agustín Tosco de las redacciones. Agustín Tosco ¿te acuerdas de ese muchachón en overol que hablaba de cosas como justicia e igualdad, dignidad y deber? Palabras que no figuran más: hoy todos nos empujamos por aparecer en tapa. Te tomaste en serio la palabra. Exageraste en eso de la verdad. Además siempre creíste que había llegado el momento de descifrar ya los jeroglíficos y las claves. Dedicabas tu tiempo a eso mientras los otros trepaban, trepaban. En una sociedad maestra del trepar soñabas con implantar normas que permitieran un país donde todos tuvieran una canilla con agua y maceta con malvones. ¿Por qué tu insistencia si ya se había demostrado que todos esos intentos terminaban como le fue a Rosa Luxemburgo, con un balazo en la nuca y con el rostro en un charco de lodo? Cometiste otro gran error que tampoco los mandarines de las letras podían perdonarte: hiciste la mejor literatura con un estilo directo, claro, preciso, como el de un maestro primario rural. Te entendían y te entienden todos. Rompiste el mito sagrado que un intelectual debe ser un travesti de las palabras y no un sembrador de quimeras y rebeldías. Tu más grande pecado fue hacer arte literario puro con sólo los siete colores primarios.

Te arrojaron vivo al mar, te enterraron como NN, te quemaron en una pira. Y aquí estás, en medio de Buenos Aires. Tan rápido la historia puso las cosas en su lugar. Pero éste es el primer paso. Porque ahora queremos saber el nombre y apellido de tus asesinos. En sí, ya los sabemos pero exigimos que lo digan los jueces y el gobierno. Porque no vayamos a creer que todo se arregla con una plazoleta. Porque seria cínico si no pusiéramos aquí también, en una placa, el nombre de tus asesinos. No aceptaríamos que los jueces nos digan que ya no es posible por las leyes de punto final y obediencia debida. Porque en ese caso tendríamos que poner el nombre de los que te asesinaron por segunda vez: los legisladores que votaron esas leyes, el espurio salvoconducto del crimen. Pero no nos mintamos. Si hoy estuvieras vivo te calificarían con los remoquetes que acostumbra el 'peronista' que está en la Casa Rosada: 'ultraizquierdista' o 'infiltrado al servicio de los intereses extranjeros'. Pero vos seguirías imperturbable. ¡Las cosas que tendrías que decir! Vos que estuviste en aquella CGT de los Argentinos tendrías tanto que hablar del señor Cassia y de la flexibilización, y de la venta de armas para matar a otros latinoamericanos, y de los bastones largos contra los pañuelos blancos de las Madres, y de los ministros de la dictadura que te asesinó y que hoy son ministros de la democracia... y de los pibes en las calles que jamás tendrán un canilla con agua y una maceta con malvones. Por algo quisieron silenciarte. Pero no lo lograron. Tus libros están de nuevo en bibliotecas y colegios. Con ellos se formarán nuevos curiosos de la verdad. Porque la ética es como una cadena sin fin que viene desde el comienzo de la Historia. Y gracias a esa ética y gracias a los Rodolfo Walsh que se fueron dando la mano, hoy todavía hay vida en este mundo. Gracias Rodolfo. Qué alegría nos ha dado el verte de nuevo entre nosotros, para siempre".